fuente urbana Taiga Barcelona
Imagen virtual de una fuente Taiga en el Paseo Marítimo de Barcelona.

Taiga, una fuente conectada para poner freno al consumo de botellas de plástico en las ciudades

La startup barcelonesa diseña un nuevo modelo de fuente pensada para el espacio público que dispensa agua fresca con garantías higiénicas y que está conectada a Internet para reconocer a los usuarios y activarse

La emergencia climática, la cada vez mayor concienciación sobre la necesidad de que todas las actividades económicas sean sostenibles y la preocupación por la reducción del volumen de residuos, especialmente del plástico, acelera el nacimiento de nuevas empresas e iniciativas que quieren aportar soluciones para hacer frente a estos grandes retos de la sociedad. Es el caso de Taiga, una startup constituida recientemente en Barcelona con el propósito de reducir el elevado consumo de botellas de agua envasada que se consumen en las calles de las grandes ciudades. Bajo el lema El mejor envase es aquel que no se genera, Taiga ha diseñado un modelo de fuente pública inteligente y conectada que ofrezca un servicio de agua potable con la máxima seguridad higiénica y sin generar residuos.

La idea es poder instalar estas fuentes en el espacio público para que los ciudadanos o los miles de turistas que cada año visitan ciudades como Barcelona puedan beber agua en cualquier momento sin necesidad de ir comprando botellas y generando miles de envases de plástico. Aunque están diseñadas para formar parte del mobiliario urbano, las fuentes de Taiga también pueden instalarse en los gimnasios, estaciones, aeropuertos, ferias, tiendas o en el interior de museos o todo tipo de equipamientos con un alto volumen de afluencia de gente.

“Taiga es una fuente de agua filtrada, que la dispensa fresca y con buen gusto y que ofrece las máximas garantías higiénicas, ya que su diseño sólo permite llenar botellas; en ningún caso se puede beber a chorro o cargar garrafas”, explica Ivo Sans, ideólogo de Taiga. Según el emprendedor, que es músico de profesión, a diferencia de las fuentes municipales que ahora hay en el espacio público, a las fuentes Taiga no tienen acceso los perros, no se puede lavar nada en ellas y tienen el surtidor totalmente protegido. “El surtidor por donde sale el chorro no se puede tocar y sólo cae agua si detecta que hay una botella”, apunta Sans. Señala también que las fuentes Taiga tienen una altura de 1,60 metros y que disponen de filtros de carbón activo para mejorar el sabor y de luz ultravioleta para asegurar una total desinfección.

Taiga es un proyecto de smart city, ya que se trata de una fuente conectada a Internet y que se comunica con los usuarios mediante la tecnología NFC. La idea es que para activar la fuente los consumidores se acrediten mediante una tarjeta de usuario o a través del móvil, ya que en la fuente no hay ningún tipo de botón, todo es automático gracias a unos sensores que detectan que hay una botella colocada para llenar. “Nadie toca nada, no sale agua si no hay usuario identificado y tampoco si no hay botella”, señala Taiga.

fuente urbana Taiga
La fuente sólo permite llenar botellas y tiene el surtidor protegido por razones higiénicas.

La empresa ha desarrollado una aplicación móvil para tener acceso a las fuentes y para gestionar el sistema de pago o tarificación que hay detrás de cada dispensación. Este modelo es totalmente flexible, ya que se puede optar por una suscripción anual, similar a la de los usuarios de otros servicios municipales como el Bicing, por el pago por uso o por otras fórmulas adaptadas a los hábitos turísticos o de cualquier tipo de colectivo. Se puede incluir, por ejemplo, una tarjeta Taiga en los packs que reciben las personas que participan en un congreso, como ya ocurre con los abonos para tener acceso al transporte público.

“El precio será muy accesible, muy económico en relación con el coste del agua embotellada, máximo cinco euros al mes por usuario habitual o un euro al día en el caso de los turistas; no queremos penalizar el consumo de agua”, asegura Sans. Llenar una botella reutilizable tendría un coste de entre 10 y 15 céntimos de euro, aunque los ayuntamientos o el resto de clientes privados de Taiga siempre pueden ofrecer el servicio de forma gratuita al usuario final. “Queremos poner el foco en la concienciación ciudadana, en la necesidad de reducir la generación de residuos”, considera el emprendedor, que recuerda también el ahorro en términos de gestión y reciclaje que supone para los municipios que apuesten por sus fuentes la reducción del volumen de botellas de plástico que cada día terminan en el suelo o en las papeleras de las ciudades.

“Los ayuntamientos están muy receptivos a nuestro modelo porque esto es el futuro y vemos como la tendencia es la de prohibir todos los envases de plástico de un solo uso”, destaca el propietario de Taiga. Después de dos años de desarrollo técnico, Taiga ya ha validado su prototipo de fuente y ahora ultima el inicio de una prueba piloto con la instalación de la primera unidad en un lugar público, que todavía no puede desvelar.

fuente urbana Taiga y fuente tradicional
Una fuente Taiga junto a una de las fuentes tradicionales de cualquier ciudad.

Sans destaca que las fuentes se fabricarán en proximidad, aunque dice que Taiga no quiere ser un vendedor de mobiliario urbano, sino una empresa que ofrece un servicio y una solución para acceder a agua fresca en las ciudades sin generar residuos.

El socio fundador de Taiga, Ivo Sans, se dedica profesionalmente a la música desde hace veinte años, es batería de jazz, y ha decidido emprender para contribuir a mejorar la sociedad y ayudar a hacer frente a la emergencia climática. Para diseñar la fuente Taiga, fichó al diseñador industrial Santi Ferrés y el equipo de la startup se completa con Rosa Carretero, que asume las tareas de coordinación, y con Eduardo García, al frente de la dirección financiera. Una vez iniciada la fase de test, Taiga quiere crear ahora una estructura comercial propia para dar a conocer su modelo entre las administraciones públicas y operadores privados de espacios donde se pueden instalar sus fuentes. “En dos o tres años esperamos ver muchas fuentes Taiga por las calles de Barcelona y otras ciudades, estoy convencido”, concluye Sans.

fuente Taiga
Taiga iniciará pronto una prueba piloto para validar su modelo.