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l periodista Jordi Évole ha expresado alguna vez la paradójica dificultad de entrevistar a alguien al que se admira. Coincido con él. Las conversaciones faltadas de espíritu crítico carecen totalmente de interés. Teniendo en cuenta que comparto y espero con gran expectación sus serenos y directos artículos semanales en La Vanguardia, llego al encuentro con Xavier Marcet habiendo twitteado muchos de los pasajes de su último libro Esquivar la mediocridad (Plataforma Editorial): parece que ya nada me vaya a sorprender de él. Nada más lejos de la realidad. En menos de una hora, he podido constatar que se puede repensar incluso aquello sobre lo que se está de acuerdo. Y es que, tal como destaca Henry Chesbrough, profesor en la UC Berkeley-Haas School of Business y en ESADE Business School, Marcet es un hombre lúcido que tiene “una mente curiosa y atenta que lo ayuda a dar luz a patrones más profundos, a menudo ocultos bajo las distracciones y la vida diaria de los negocios”.
La carrera profesional de Marcet, defensor de la autenticidad y el talento líquido en las organizaciones, es fruto de esa curiosidad innata, que le ha llevado a convertirse, casi de forma natural, en startupero rozando los sesenta. Experto en innovación, Marcet le propuso a Anxo Armada, profesional con experiencia previa poniendo en marcha startups, desarrollar un producto que a través de los datos sirviera de puente entre el mundo de la tecnología y el management. Decidieron crear 8wires, un espacio de innovación tecnológica donde se pudieran incubar y desarrollar productos digitales basados en big data. Este hub de talento tecnológico en pocos meses ha desarrollado proyectos intensivos en conocimiento como LiveCities, una plataforma de innovación abierta mediante crowdsourcing, Worksbot, un asistente virtual que guía a los trabajadores de une empresa a ejecutar procesos y contestar preguntas, y Security All, un firewall inteligente para proteger dispositivos en casas y pequeñas empresas.
Esta capacidad, como él mismo señala, para “desaprender”, además de su propia experiencia, le ha permitido convertirse en uno de los mejores embajadores de la transformación digital. Marcet ha desarrollado consultorías internacionales en más de 20 países de Europa y América, en empresas como HP, Sony, Arauco, Grupo Suez, Repsol, Banc de Sabadell o Seat. Preside Lead to Change, red de empresas dedicadas a la consultoría en estrategia e innovación, fundador de la Barcelona Drucker Society y imparte numerosas conferencias al año sobre temas de innovación y emprendimiento. Su fórmula es, a priori, sencilla: “cuando alguien tiene o quiere liderar la transformación digital de una organización, lo primero que tiene que hacer es transformarse él mismo”. Para no caer en la frustración, “el equilibrio es ir de nuestro cliente a la tecnología y de nuestra cultura hacia la tecnología. Imponer tecnología sin pensar en el cliente y sin transformar nuestra cultura empresarial resulta un despilfarro inútil de recursos. La complejidad se gestiona no aumentándola”, advierte.
A pesar de sus categóricas afirmaciones, Marcet empatiza de forma especial con las organizaciones que tienen dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. De hecho, considera que “es más difícil transformar una organización consolidada que crear una startup de éxito (que también lo es)”. Para ello, recomienda dejar de vivir de éxitos pasados y pararse a reflexionar, a hacerse preguntas y a desaprender: “no nos basemos solo en los históricos, sino reflexionemos sobre lo que está cambiando. Vivir de los éxitos del pasado constituye una ortodoxia difícil de transformación. Hay que liberarse de los éxitos del pasado para poder desaprender”.
¿Dónde está la clave para ello? ¿En la tecnología? No, la clave, sigue estando en las personas. “El cambio tiene que venir a través de nuestros clientes y de los profesionales que tenemos dentro. Transformar a personas es lo más difícil. Hay que construir una propuesta de valor”, concluye Marcet. También en transformación digital, aunque parezca que la tecnología se nos va de las manos o escapa a nuestra comprensión, las personas tenemos la llave del éxito.