Como si estuviera en la cabina de un tren, Sara Úbeda está sintiendo cómo es eso de ser maquinista en un simulador en el que todo se replica, desde si se pone a llover hasta los pasajeros que esperan en el andén. “Menos el movimiento del tren”, matiza la estudiante del centro de formación de Renfe en L’Hospitalet de Llobregat, la sede para toda Catalunya. Aún le quedan meses para conducir un tren de verdad por primera vez, pero llegará familiarizada con los comandos y los mil botones que tendrá delante suyo cuando lo haga, tras haber practicado en el simulador lo básico, desde arrancar y frenar, pasando por mirar por el retrovisor para cerrar las puertas y no dejarse a nadie. Y a habituarse con el conocido como hombre muerto, un pedal que no pueden dejar de pisar mientras conducen para que el sistema constate que el conductor está bien y no tire del freno de emergencia. “Es su primer contacto con un tren”, explica el coordinador del centro, Javier Ruiz Cantí.
Pero, sobre todo, el simulador sirve para experimentar las situaciones más difíciles que los maquinistas se pueden encontrar en la vía, cuando llevan a más de un millar de personas a sus espaldas. En el argot, le llaman “situaciones degradadas”, lo que se traduce en que no funcione algún sistema de seguridad o de circulación, como que se averíen las señales que les dicen si pueden pasar. Son situaciones muy poco probables, incluso igual no les pasan nunca, pero para las que tienen que estar preparados para reaccionar sin dilaciones y acordarse de las prácticas que hicieron en el simulador, acompañados por un formador con quien pueden solucionar dudas. “Los alumnos salen así completamente preparados”, remarca Ruiz Cantí. Úbeda ya está pensando en cuando la simulación pase a realidad: “El día de antes estaré muy nerviosa, pero como en todos los trabajos, igual será para un piloto de avión o un médico. Son ganas de hacerlo bien. Como cuando coges el coche por primera vez”.
El coordinador del centro recomienda “tiempo y dedicación” a aquellos que se estén planteando convertirse en maquinistas. “Y ganas”, añade Úbeda, “te tiene que gustar mucho, el curso es muy intenso, todo el tiempo que tienes vas a hablar de trenes”. Es por ello que se trata de una profesión a la que las nuevas generaciones llegan porque es un sector que les llama la atención o, muchas veces, por la familia. En el caso de Úbeda, las dos cosas, siendo la cuarta generación dedicada al mundo ferroviario. También acaba picándole el gusanillo a aquellos que empiezan en otras posiciones del sector ferroviario, como interventor o azafato, animándose más adelante a ser quien conduce.
Una treintena de estudiantes como Úbeda arrancaron el curso en septiembre en el centro de L’Hospitalet, empezando con una densa parte teórica en la que se aprende sobre los diferentes trenes en circulación y la infraestructura —tienen que habilitarse para cada vehículo y cada línea—, pero también sobre historia y legislación, antes de ir a practicar. Un total de 1.150 horas, impartidas en unos 10 meses, que se reparten en 650 horas de teoría y 500 horas de prácticas —la mitad se dedica a la conducción efectiva—. Para matricularse en el curso, con un coste de 21.200 euros, solo se pide el título de Bachillerato o de una Formación Profesional de Grado Medio. Una formación que no acaba cuando empiezan a trabajar como maquinistas y que tienen que ir renovando cada dos años con cursos de reciclaje, en los que aprenden nuevas normas o siguen practicando los escenarios poco habituales.
Inaugurada en 2007, con una inversión de casi un millón de euros, la escuela de L’Hospitalet está ubicada en la estación de Rodalies de donde parten líneas como la R1, la R3 y la R4, aunque muchos de sus usuarios ni se percaten de la presencia de aspirantes a maquinistas. Es uno de los 12 centros públicos que hay en España, habiendo formado a más de 3.900 maquinistas en las 16 promociones realizadas hasta la fecha, a los que se añadirán los 300 alumnos que se han inscrito este curso.
Además de en Barcelona, hay centros en Madrid —el más grande—, León, Sevilla, Valencia, Bilbao, Santander, Oviedo, Santiago de Compostela, Miranda de Ebro, Zaragoza y Málaga. En 2023, se inauguraron los de Zaragoza, Oviedo y Málaga. Gran parte de los alumnos que realizan estos cursos pasan a formar parte de la plantilla de maquinistas del grupo Renfe, quien hace frente a las bajas por jubilaciones con estas nuevas incorporaciones. Muchos también encuentran trabajo en proyectos internacionales en los que participa el operador ferroviario español, como el Tren Maya o el AVE de la Meca.
Demasiada brecha de género aún
Una asignatura pendiente en el mundo ferroviario, como en tantos otros, es la baja presencia de mujeres. La cantidad de estudiantes en los cursos de formación para maquinistas ha ido creciendo, aunque no de manera espectacular, remarca Ruiz Cantí. En el curso actual, un 20% son chicas y hace una década esa proporción se situaba por debajo del 10%. “Años atrás, era un oficio masculino, como otro cualquiera. Puede que sea una profesión que las chicas no conozcan o en la que no se vean. Ojalá se equilibre poco a poco”, señala Úbeda.