Durante los seis años que viví en Madrid, todas las veces que volvía a Barcelona la encontraba más moderna y europea. Una de estas mejoras, sin duda, era la supermanzana de Consell de Cent. La primera vez que la paseé de arriba abajo quedé muy sorprendida. Que una gran ciudad transformara el espacio público en favor del peatón de esta forma me parecía imposible. Hace unos días, fui con mis sobrinos. Concretamente, a la supermanzana de Consell de Cent con Girona. Durante muchos años de mi vida viví por la zona y conozco muy bien la calidad de vida de estas calles. El cambio era radical: donde antes pasaban coches, ahora había arena y espacios verdes, donde los/las más pequeños/as podían jugar.
Ahora, que ya vivo en Barcelona, si voy al Eixample, siempre escojo pasar por Consell de Cent. Tengo espacio para andar, los vecinos y vecinas han hecho suyo el espacio público sin tener la obligación de consumir y la presencia del coche es muy reducida. El ambiente que te encuentras no se asemeja al que se respira en una gran ciudad. El ritmo es mucho más pausado y sientes que la calle es del peatón.
Te recomiendo fervorosamente que pasees la calle Consell de Cent de arriba abajo. Si hace tiempo que no vas por la zona, también te quedarás gratamente sorprendido/a con el cruce con la calle Rocafort. La transformación es considerable.
Sí, las supermanzanas tienen inconvenientes. Es evidente que encarecen aún más (si es posible) la vivienda. Sin embargo, no creo que la respuesta al encarecimiento de la vivienda sea dejar de hacer supermanzanas, que suponen una clara mejora de la calidad de vida de los ciudadanos/as de Barcelona. Lo urgente es que las administraciones hagan políticas para que el precio de la vivienda sea digno. Si no, las ciudades seguirán siendo invivibles para la mayoría de sus ciudadanos/as.