¿Y si nos lo creemos un poco?

Nuestro mundo es el mundo. La competición de Barcelona como capital económica mundial hace tiempo que no se juega sólo en clave de Península Ibérica, sino que se disputa en una liga internacional que, por ejemplo, la sitúa en el Top 10 de ciudades que acogen ferias y congresos. Pau Relat, el presidente de Fira de Barcelona, lo ha dejado claro esta semana en la conversación que mantuvimos con él en una nueva sesión del ciclo The New Barcelona-Moments Estel·lars.

 

¿Y si nos lo creemos un poco? Este es el pensamiento que me rondaba por la cabeza al salir de la entrevista con él. Porque es cierto que el talante catalán tiene esa cosa de sufrir por el qué dirán y de no atreverse a reivindicarse demasiado, no sea que alguien se burle de nosotros o piense vete a saber qué. Collonades, que diría Josep Pla. Pero son tics, en definitiva, que nos encorsetan, sobre todo mentalmente.

Está claro que tampoco hay que tirar de ese espíritu de cierto poder económico (pero no solo) de can Madrid. Allí quizá hay demasiados que se comen una y cuentan veinte, pero ni tanto ni tampoco; Relat comparte datos que destacan el liderazgo de pasado, de presente y de futuro de Barcelona como capital que atrae a grandes eventos y talento de todo el mundo.

Estamos, entonces, ante un momento estelar de la Barcelona contemporánea que es de rabiosa actualidad y que tiene especial mérito, y más si se tiene en cuenta la década de crisis encadenadas que arrastramos, y con el fracaso de proyectos ambiciosos de país, sobre todo protagonizados por una clase política que de un tiempo a esta parte demasiado a menudo suma desconcierto y poco más.

“Nunca vimos peligrar la continuidad del Mobile World Congress en Barcelona”, dijo Relat que, además, no tuvo ningún problema en compartir abiertamente un fragmento de una conversación distendida con John Hoffman, el gran impulsor del MWC, que en una ocasión le dijo que no entendía las dudas de los catalanes sobre la continuidad de este gran evento en la ciudad. Las condiciones, cualidades y activos de la capital catalana son dificilmente igualables (superables sería aún más complicado) por otras grandes ciudades del mundo que aspiren a competir como sede de las citas empresariales y sectoriales más punteras en el ámbito de los congresos.

¿Y si nos lo creemos un poquito? Así lo ha hecho el equipo de la Fira que, hace poco más de veinte años, hizo una apuesta decidida por el modelo público-privado y que ha sabido tejer consensos desde la proactividad y la buena gestión. Y quieren, como no, seguir creciendo; ahora, con América y Asia en el punto de mira. A este reto sumaría la necesidad de que en debates como el que hemos tenido recientemente sobre la ampliación del aeropuerto tuviéramos a unas autoridades que pensaran también en grande (y en sostenible, que una cosa no quita a la otra), y así poder ayudar, con una mentalidad también ganadora, o, en el menos optimista (pero también útil) de los casos, como mínimo, no poniendo palos en una rueda que no quiere dejar de girar.