Tengo cierta tendencia a evitar los establecimientos llamados outlets, ya sean de ropa o muebles o de cualquier tipo de producto. Creo que el motivo es el hacinamiento del producto y la masificación que encuentro en estos comercios. El nivel de información que recibo es tan grande que me desconcierto y no sé por dónde empezar a buscar.
A veces ese mismo sentimiento me ha pasado visitando alguna ciudad. No estoy hablando de ciudades con mercadillos llenos de puestos y personas comprando y vendiendo. Me refiero a las ciudades que se han excedido en elementos accesorios que en lugar de informar o de convertirse en gratificantes, en mi opinión, producen el efecto contrario.
¿Por qué hay ciudades que mantienen la armonía?
En un outlet te encuentras con una mezcla de colecciones distintas y de productos de varias temporadas. Lo mismo ocurre en una ciudad. ¡La ciudad se construye a lo largo de los años, de siglos! Un barrio en desarrollo puede tardar entre 15 y 20 años en consolidarse y cada fase de desarrollo y renovación responde a necesidades sociales y ciudadanas diferentes. De la misma forma que los diseñadores de las colecciones de ropa cambian, los diseñadores de las ciudades también, las necesidades ciudadanas también y los equipos de gobierno también. ¡Qué gran dificultad para los planificadores poder mantener la coherencia!
Esto me lleva a preguntarme, ¿cómo construimos entonces una ciudad sin obtener un resultado inconexo? Lo expondré muy brevemente y con cuatro afirmaciones.
En primer lugar, siguiendo el master plan de la ciudad. En urbanismo hablaríamos del plan general de la ciudad o del plan general metropolitano, pero no es sólo este documento el que marca el resultado final de las distintas intervenciones. El plano general nos determina los parámetros urbanísticos, pero no habla de la estética, de la belleza, del valor patrimonial o histórico, de la memoria, en definitiva. ¿Cómo lo hacen entonces las ciudades para mantener esta línea coherente en su planificación? A través de medidas de protección del patrimonio arquitectónico como el Catálogo de Bienes. El primer catálogo de Patrimonio de la ciudad de Barcelona, por ejemplo, fue aprobado en 1962. (Catálogo de edificios y monumentos de interés Artístico, Histórico, Arqueológico y típico o tradicional con categoría de plan parcial. Fuente: Ayuntamiento de Barcelona).
En segundo lugar, con la toma de conciencia de la ciudadanía. Si seguimos con el ejemplo de la ciudad de Barcelona, en los años 80 se genera una importante inquietud y concienciación ciudadana en torno a la protección de edificios emblemáticos y concretamente en relación con un edificio que conozco muy bien: Can Serra, la sede de la Diputación de Barcelona en la Rambla Catalunya. El Edificio de Can Serra es un palacete neogótico construido por el arquitecto Puig i Cadafalch que corrió el riesgo de desaparecer bajo el “desarrollismo” franquista y gracias a la movilización popular y a la acción de estamentos profesionales se preservó. En 1993 la Generalitat aprobó la Ley 9/1993 del Patrimonio Cultural Catalán y muchas ciudades a partir de los años 2000 aprobaron Planes especiales de protección del patrimonio.
En tercer lugar, menos es más. La intervención de los arquitectos Federico Correa y Alfons Milà en el edificio de Can Serra aportó, desde mi punto de vista, a través de un diseño lineal y sobrio, la modernidad y transparencia necesarias a la fachada de la Avenida Diagonal y respetó la obra de Puig i Cadafalch con la preservación de las fachadas en la Rambla Catalunya y en la calle Còrsega. Éste es un ejemplo de una intervención no libre de polémica, pero que encaja en el master plan de la ciudad y con los objetivos buscados: la protección del patrimonio arquitectónico, las necesidades de los usuarios y la voluntad ciudadana.
Por último, volver a lo básico. No hace falta ornamentar en vano. Ésta es la función de la Comisión de Arquitectura de una ciudad. Analizar el modelo urbano y los impactos de las nuevas edificaciones y los nuevos desarrollos sin perder la esencia que nos caracteriza y nos hace únicos en el mundo, el Pla Cerdà.