La montaña de Montjuïc está más cerca de recuperar uno de sus rincones más emblemáticos y singulares. Los barceloneses —y visitantes— podrán volver a contemplar la ciudad desde la terraza del restaurante de La Font del Gat, cerrado en 2020 a raíz del Covid-19. El Ayuntamiento ha sacado a licitación la cesión de uso para la explotación del establecimiento, que reabrirá previsiblemente durante 2024.
El concurso llega después de que la empresa pública Barcelona de Serveis Municipals (B:SM), responsable de la gestión de este espacio, impulsara la rehabilitación del edificio que alberga el restaurante, que dispondrá de casi 100 metros cuadrados de espacio interior y de 240 de terraza. El inmueble es obra de Josep Puig i Cadafalch y está integrado, casi escondido, en los jardines de Laribal. Las obras de restauración empezaron en septiembre, y está previsto que terminen a finales de este año.
Cuando finalice la adecuación del edificio y la posterior reforma del interior, podrá reabrir el restaurante, que devolverá a la vida uno de los miradores gastronómicos más llamativos de la ciudad. Y todo bajo la atenta e imperturbable mirada del felino que da nombre al lugar. Este surtidor con forma de cabeza de gato, del que brota agua desde hace un siglo, no se modificará con la restauración.
Una vez finalizada la rehabilitación exterior, deberá adecuarse el interior del edificio, en unos trabajos que dependerán del operador que finalmente se adjudique el restaurante
La reforma exterior del edificio se centra en la reparación de la fachada del inmueble y su jardín principal, y cuenta con un presupuesto de unos 470.900 euros. El estudio Feu Godoy Arquitectes se encarga de la rehabilitación externa del inmueble, construido en 1918. Los trabajos se están ultimando, y han incluido la sustitución del pavimento, la reparación de una cubierta que había cedido, la restauración de la fachada y la instalación de un ascensor, entre otras mejoras.
Estas obras recuperarán un inmueble modernista que, enclavado en los jardines de Laribal, representa un emblema del novocentismo. Su espacio verde conecta la montaña con el asfalto del paseo de Santa Madrona desde que fue proyectado por Jean-Claude Nicolas Forestier y Nicolau Maria Rubió i Tudurí con miras a la Exposición Internacional de 1929.
Una vez finalizada la rehabilitación exterior, deberá adecuarse el interior del edificio, en unos trabajos que dependerán del operador que finalmente se adjudique el restaurante. La duración prevista de estos trabajos interiores será de unos cuatro meses, tal como indica la licitación publicada por B:SM. El contrato tiene un valor estimado de 22.800 euros, y establece que el espacio se cederá durante una década —lo que eleva a un total de 228.000 euros el importe de licitación sin impuestos—, con la posibilidad de prorrogarlo dos años más. El plazo de presentación de ofertas finaliza el 5 de dicembre.
Así, todavía no está cerrada la fecha exacta en la que podrá reabrir el establecimiento, que irá en función de la adjudicación y de las obras. También es una incógnita qué oferta gastronómica planteará el nuevo operador, que se desvelará con la resolución del concurso. Está por ver si el nuevo restaurante mantiene la apuesta de cocina catalana tradicional a la vez que moderna que ofrecía el local hasta su cierre por el Covid-19.
Figure lo que figure en la carta, el restaurante mantendrá su plato estrella: llenarse el estómago con vistas a la ciudad. Y hacerlo mientras uno canturrea Marieta de l’ull viu y se pregunta si la fuente de la canción es la misma Font del Gat. Pero los cambios en la oferta gastronómica son un elemento variable en un escenario inmutable. Con la ciudad a los pies, el restaurante se prepara para su segunda vida, acortando distancias respecto a las siete del felino esculpido.