cofundadores Pack2Earth
Los cofundadores de Pack2Earth Francçoise de Valera y Glenn Du Pree.

Los materiales compostables de Pack2Earth captan un millón en una ronda pre-semilla

El grupo alemán JRV Holding, la estadounidense Mondelez International, el fondo The Food Tech Lab y otros inversores han participado en la operación

La startup Pack2Earth ha captado un millón de euros en una ronda pre-semilla para avanzar en su objetivo de sustituir el plástico por materiales compostables. En la operación, han participado inversores como JRV Holding, la compañía estadounidense Mondelez International, el fondo The Food Tech Lab, un grupo de inversores de Esade BAN y Brigantia Capital Investment. 

Creada en 2022, la startup prevé, además, levantar a finales de 2024 otro millón de euros con una ronda semilla, con la que aspira a escalar su facturación, ampliar la oferta, acceder a otros mercados internacionales y reforzar su equipo, formado actualmente por ocho personas. 

En esta ronda, Pack2Earth ha tenido en cuenta que los inversores compartan su visión de “contribuir a mejorar el medio ambiente”, según la cofundadora y consejera delegada de Pack2Earth Francçoise de Valera. Así, no sólo han priorizado la obtención de recursos, sino también que los inversores “estén dispuestos a ayudar en esta misión con sus conocimientos y contactos, ya sean del sector alimentario o de otros sectores clave”, como la alimentación para mascotas, la horticultura y productos electrónicos. 

Pack2Earth está tramitando actualmente dos patentes de sus primeros materiales biobasados

De Valera fundó en Barcelona la empresa junto a Glenn Du Pree. Ambos son aficionados al senderismo y a correr trail, y apostaron por centrarse en el desarrollo de estos materiales ante la cantidad de envases de plástico que encontraban abandonados al realizar estas actividades. 

Pack2Earth está tramitando actualmente dos patentes de sus primeros materiales biobasados: están elaborados con materia de origen vegetal y mineral, y se compostan a temperatura ambiente. Aptos para productos tanto secos como líquidos, disponen de una larga vida útil, que oscila entre los seis y los doce meses en función del producto. 

Cuando termina el ciclo de vida de estos materiales, “lo ideal es desecharlos en el contenedor de residuos orgánicos”, explica De Valera. Sin embargo, si terminan en vertederos, se convierten en un compost libre de tóxicos y microplásticos. 

Ambos materiales, que se sellan el uno con el otro, permiten fabricar envases flexibles en diversos formatos y artículos que se fabriquen con molde, como vasos y piezas para equipos electrónicos. La financiación captada con esta ronda servirá para acelerar los pilotos que la empresa mantiene con unas 25 compañías, diversas de ellas del sector alimentario, y otras de alimentación para mascotas.