Eduardo Chillida Sebastián Ducete Esteban de Rueda
Lotura XIV (1991) de Eduardo Chillida en hierro se empareja con la talla policromada Madre de Dios de los Dolores (1618-20) de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda. © ArtWorkPhoto.eu/FotoGasull

Las confluencias Bassat-Marès: un diálogo a través del tiempo

El Museo Frederic Marès presenta piezas escultóricas de la colección Bassat para que dialoguen con algunas obras medievales, el Renacimiento, el Barroco y el siglo XX

La confluencia, término que hace referencia en el río al flujo de agua, se utiliza aquí para apuntar una serie de convergencias entre obras propias del museo y de la impresionante colección del publicista. Se aparejan, pues, 25 confluencias en una treintena de obras escultóricas donde encontramos nombres como Joan Miró, Henry Moore, Pablo Gargallo, Julio González, Eduardo Chillida, Josep Maria Subirachs, Manolo Valdés, Joan Brossa o Aurèlia Muñoz.

Situada en el excepcional Museo Francesc Marès, en mitad del barrio Gòtic, la exposición Confluències. Escultura contemporània de la col·lecció Bassat pretende, también, rendir homenaje a la trayectoria escultórica del museo, con un fondo reunido a lo largo de décadas por Frederic Marès (1893-1991), destacado escultor y “coleccionista de colecciones”. Este legado se comunica con las obras escogidas del impresionante fondo de arte contemporáneo de Carmen y Lluís Bassat, que cuenta con más de 3.000 piezas reunidas en el que conforma una de las colecciones más completas de toda Catalunya y Espanya.

El matrimonio Bassat inició su trayectoria coleccionista en 1973 cuando, casi por casualidad, adquirieron las primeras obras de arte a la Galería Adrià de Barcelona. Desde entonces, su pasión por el arte los ha llevado a convertirse en una referencia nacional e internacional. Su fondo, centrado en el arte contemporáneo, comprende numerosas piezas de arte catalán y de la segunda mitad del siglo XX, y se puede visitar puntualmente en la Nave Gaudí de Mataró, así como en diferentes exposiciones en todo el mundo.

Por otro lado, Frederic Marès fue el coleccionista de arte más destacado del siglo XX y dio, en 1946, sus colecciones al Ayuntamiento de Barcelona. En 1948 se inauguró el Museo Frederic Marès en la parte del patio conservado del antiguo Palacio Real de los condes de Barcelona. El fondo de Marès está focalizado en la escultura hispánica, desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Parte de su propia obra escultórica se expone en su estudio-biblioteca. La colección Marès no se centró únicamente en las piezas de arte propiamente dichas, sino en toda una serie de objetos que el artista atesoraba como un testigo de la historia y las costumbres de la época. Encontramos, pues, enseres, joyas, relojes, pipas, llaves, relicarios, potes y utensilios de farmacia, etc.

La intención final de la exposición Confluències. Escultura contemporània de la col·lecció Bassat, que se podrá visitar hasta el 21 de mayo, es que el espectador se deje llevar por la sugerencia, aparentemente casual, del apareamiento de las obras en dípticos imposibles. Uno se tiene que dejar llevar por el sistema nervioso y no por la razón a la hora de comprender las conexiones que rehuyen del contexto, de la cultura, de la religión, de la sociedad, del factor económico, de los materiales… que condicionan y definen una pieza de arte.

Las obras, por lo tanto, no siempre dialogan. Hay veces en que contrastan, se contraponen o rompen la convivencia generando un conflicto que se extiende a través del tiempo y de las formas. Mientras algunas obras conectan, pues, otras pelean, compiten por el espacio y podríamos decir que otras se limitan simplemente a coexistir, discretas, una junto a la otra. El visitante no tiene que olvidar lo más importante, que es que estas obras existan.

La muestra es fruto del posmodernismo, el eclecticismo y la constante retroalimentación del arte y la cultura actuales en relación con el arte anterior. Esta “nueva” manera de mirar es síntoma inequívoco de nuestros tiempos. La contraposición de dos fotografías, de dos pantallas, de dos piezas de arte, es una constante revisión del pasado que pretende imponerse en el presente y cuestionar permanentemente las referencias y el valor del arte contemporáneo actual. Hay una voluntad de reivindicación de la cosa nueva mediante la cosa vieja, como si se tratara de una necesidad de aprobación por parte de los maestros respecto a sus alumnos más aventajados.

La Inmaculada Concepció (1718-28) Antoine Dupar - Constel·lació silenciosa (1971) Joan Miró
La Inmaculada Concepción (1718-28), de Antoine Dupar, con el bronce Constelación silenciosa (1971) de Joan Miró. © ArtWorkPhoto.eu/FotoGasull

El comisario, el historiador y crítico de arte Ricard Mas, asegura que la muestra “añade nuevas lecturas del museo” y destaca que “la idea fue del nuevo director, Salvador García Arnillas, que, junto con su equipo, encontró unos paralelismos sorprendentes entre las obras”. El trabajo de las peanas expositoras, a cargo de Albert Vallverdú, hace que estas doten a las obras de cierta uniformidad, las presenta correctamente y con la intencionalidad adecuada, en disposición y forma.

En la muestra destacan las confluencias San Juan Evangelista (1600), de Juan Montejo, con Óvalos blancos (1981), de Aurèlia Muñoz, hecho de macramé y lino blanco, donde se explora el trabajo de los tejidos y su expresividad; los bustos relicarios sin autor del siglo XVI, con el busto de Gerard Mas Dama de las avispas (2019), donde hay una clara imitación de la estética y las formas predominantes en la época medieval.

El comisario, el historiador y crítico de arte Ricard Mas, asegura que la muestra “añade nuevas lecturas del museo”

La Inmaculada Concepción (1718-28), de Antoine Dupar, con el bronce Constelación silenciosa (1970) de Joan Miró, donde el elemento común es el huevo, símbolo de la fertilidad y el nacimiento. La reflexión sobre el origen de todo, del mundo, caracteriza este apareamiento, con el que es el gran paradigma universal, con la evidente diferencia de interpretaciones y de épocas.

El mármol de inicios del s. II dC, con una escultura de dos figuras femeninas sin cabeza ni extremidades, con el bronce de Henry Moore, Reclining woman (1980); “un préstamo temporal de la naturaleza” que, con el paso del tiempo, esta misma se encarga de cerrar el ciclo entre naturaleza y cultura. La naturaleza proporciona la piedra y la cultura lo modela, hasta que la naturaleza vuelve a imponerse.

Políptic de la vida de Santa Clara (1500) - La Reina Marianna II Manolo Valdés (1999)
El políptico de la vida de Santa Clara (1500), una pintura sobre tabla y figura policromada, con La Reina Marianna II, de Manolo Valdés (1999) en bronce. © ArtWorkPhoto.eu/FotoGasull

El busto del emperador Augusto del s. I dC, con las dos cabezas Oscuro y Claro (2016), de Samuel Salcedo, una en grafito negro en tensión, con la presión del aire dentro de la boca, y la otra en madera clara, serena y exhalando. Un diálogo que evoca la tensión del poder y la reacción al mandato magnánimo.

El busto de una santa, del Taller de Alejo Vahía, del siglo XV, con el Cabeza doble cabeza de Júlio González (1934-36), donde la obra de este último se muestra críptica, en un gesto indescriptible a diferencia del busto femenino, que muestra las lágrimas y los sentimientos con total claridad.

Santa, del Taller d'Alejo Vahía - Cap doble cap Júlio González (1934-36)
Santa, del Taller de Alejo Vahía, del siglo XV, con el Cabeza doble cabeza de Júlio González (1934-36). © ArtWorkPhoto.eu/FotoGasull

El políptico de la vida de Santa Clara (1500), una pintura sobre mesa y figura policromada, con La Reina Marianna II, de Manolo Valdés (1999) en bronce, en el que el visitante tiene que reseguir el camino biográfico para entender el paralelismo; la santa recluida a lo largo de toda su vida de forma voluntaria contra la reina pintada por Velázquez, menor de edad, y sometida a las estrictas normas de la corte.

Hay que destacar las conexiones formales, de apariencia, casi gestuales, entre piezas como Lotura XIV (1991) de Chillida en hierro, con la talla policromada Virgen María de los Dolores (1618-20) de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda; donde la primera parece la mínima expresión de la otra, como si las dos piezas miraran el mismo o se acompasaran para hacerlo.

La conclusión final se acerca a la idea de que no hay una respuesta concreta a los interrogantes que nos plantean las obras en su contexto, sino infinitos caminos a recorrer e infinitas nuevas interpretaciones. La exposición contará algunos sábados puntuales bajo reserva con un taller familiar que incluye una visita guiada por la muestra y con una actividad para niños de 6 a 12 años que constará en la elaboración de esculturas con pasta de modelar.