Queralt Albinyana actriz
Queralt Albinyana, cantante y actriz polifacética y creativa, con más de 20 años de experiencia frente a las cámaras y los escenarios.
EL BAR DEL POST

Queralt Albinyana: Con espíritu artísticamente kamikaze

“Yo me he sentido enganchada al aplauso, al reconocimiento del público. Y es mucho lo que me da, y me sostiene en muchos momentos. He llegado a pensar que, sin escenario, no soy nada y que no sé hacer nada más que contar o cantar historias. Con los años, me doy cuenta de que no lo puedo sostener todo sobre una sola pata y que ser persona es algo más amplio, complejo y rico que los personajes que interpreto”. La actriz y cantante Queralt Albinyana reflexiona a pie de barra, lista “para esa cervecita, una vez ha pasado el mediodía”, y acompañando la conversación de un silencio dictado por la imposibilidad de ponerse “a escuchar música sin más, porque cuando trabajas tanto estudiando y aprendiendo canciones, analizas compulsivamente cualquier cosa que suene. Y eso te  aleja del goce sencillo y puro que puede tener un afortunado-simple oyente”.

Con más de veinte años de experiencia trabajando sobre escenarios y delante de las cámaras en infinidad de proyectos como series, cine, teatro, musicales o conciertos, la artista se define como “inquieta y curiosa”, sin días suficientes para hacer todo lo que le fascina y un espíritu “kamikaze” por embarcarse “en locuras artísticas, obras, presentaciones, conciertos, dramaturgias o dirección”. 

A sus 43 años, agradece a diario la familia que le acompaña y poder vivir de su pasión. “Es realmente una suerte poder combinar ensayos y obras de teatro con conciertos, clases y otros proyectos. Y que mi marido me aguante y mi hijo me quiera. ¡Suena a chiste, pero es verdad!”, ríe.

Queralt ha trabajado en TV3 en Nit i Dia, La Riera o El cor de la ciutat, en IB3 en Treufoc y Llàgrima de sang. Su talento ha brillado en musicales como Los Miserables, Hair, Grease o Amants de Paco Mir, “para la que el director me hizo preparar tres escenas y me probó un día de función… ¡¡con público!! ¡Menos mal que salió bien y me dieron el papel!”. Ha trabajado con Carles Santos, con Comediants, con el Gran Teatre del Liceu y un sinfín de proyectos. A éstos se suma su andadura como cantante y divulgadora del blues que le ha llevado a grabar el álbum When I met the blues y a subirse a multitud de escenarios. A veces, junto con leyendas vivas del género como el mismísimo Willie Buck. “Cuando consigo mantenerlo todo en equilibrio es cuando me siento más orgullosa”, remata, desplegando una sonrisa amplia y vital que irradia muchos vatios de luz.

Sumar proyectos para vencer el vacío

“Los proyectos marcan mis rutinas cotidianas y, por lo general, son cortos”, explica la actriz y cantante que habla de aventuras laborales muy intensas y efímeras, “que en unos meses te llenan de esperanzas y terminan más o menos de golpe y, con estas, todas aquellas costumbres que las acompañaban y la relación con la compañía, que durante esos meses de trabajo se ha convertido en tu círculo de amistades. Eso lo aprendí la primera vez que terminé la filmación de una película y me encontré con el inmenso vacío y el miedo de que nunca más fuera a ocurrir”. 

—Pero volvió a ocurrir, ¡no has dejado de embarcarte en mil y un proyectos!

—Sí, aunque ese abismo sigue apareciendo cada vez que todo termina. Un momento clave de desesperación en el que hay que soltar lastre y confiar en el trabajo de hormiga, de ir haciendo, de ser y estar. Cuando empiezas a relajarte, es cuando recibes una llamada o surge una nueva idea.

Tal vez, la necesidad de exorcizar esos momentos de vacío explique la enormidad de asuntos en los que la parroquiana anda febrilmente metida. “Estoy ensayando una nueva obra con la compañía Dei Furbi sobre Brossa, el poeta. En abril estrenamos en la Fundació Brossa. Además, sigo haciendo mi ciclo de charlas-concierto El blues de ellas, que es mi homenaje a las damas del blues. Estoy haciendo una obra sobre Aurora Bertrana. Bolos de una obra familiar que se llama HOP, historia de objetos perdidos. Al margen, estoy arrancando proyectos con mi compañía de teatro, La Trup, voy a grabar una serie este año y, si todo va bien, antes de Navidad estrenaré una obra con Rhum & Cía”. 

—Casi nada.

—Y me dejo cosas, no creas–, ríe, haciendo gala de su indudable espíritu artísticamente “kamikaze”.

Queralt Albinyana © Joan Linux

Una ciudad donde muere la bohemia

“Cuando llegué aquí en el 98 para estudiar, yo era una chica espabilada de Menorca de dieciocho años, proveniente de una isla que me protegía y me asfixiaba a partes iguales. Barcelona ofrecía todas las posibilidades y en ella me hice persona. En el Institut del Teatre, en las Ramblas que ya recorría en bici, sus parques y playas, sus teatros y, sobre todo, sus bares. Noches interminables de música en directo, cenas de madrugada y bailes en cualquier esquina. Y, la verdad, esto ya no existe. Y lo echo de menos”, explica la artista quien, pese a no vivir ya en la ciudad –“yo ya no puedo pagar un alquiler aquí”– trabaja en ella y la recorre muy  a menudo. 

Su mirada se torna nostálgica, en repasar miles de rincones con sus historias y momentos asociados,  “la calle Arc del Teatre me recuerda conversaciones filosóficas y desengaños amorosos en el Kentuky. No puedo pasear por Nou de la Rambla sin pasar por delante del London Bar y acordarme del descubrimiento de la Tota Blues Band entre la humareda, o Sant Pere més baix y recordar cuando entré al Institut del Teatre para las pruebas de acceso. Tardes en el Parc de la Ciutadella, el carrer dels petons, la horchatería La Valenciana, donde trabajé; el teatro Villarroel, donde hice mi primer casting para un musical…”. Quizás sean esos recuerdos los que acentúan su tristeza por el fin de algunos rincones urbanos. “Llevo muy mal que cierren salas de conciertos, teatros y otros establecimientos históricos. Se muere la bohemia, y aquí los habitantes son turistas”.  

Pero hay aspectos que siguen llenando a la parroquiana de un cierto orgullo barcelonés: “el  cosmopolitismo de esta ciudad, su voluntad ecológica, su arquitectura. La verdad es que, paseando por Barcelona, no dejo de sorprenderme con nuevos descubrimientos, y de sentirme en casa”. 

—Donde estás en tu casa es en este Bar. Y quizás, después de la cervecita, te pueda apetecer comer algo. Tenemos de todo: menú, carta, platos combinados, tapeo… ¡Tú elige!

Queralt Albinyana prorrumpe en una profunda carcajada y, tras pensárselo pocos segundos, lo deja muy claro:

—¡En cualquier orden todo me parece bien! ¡Disfruto comiendo!

Y apura su cerveza, sin perder la alegría vital que se le desprende de cada gesto.