La noche en Barcelona

Me hice mayor cuando empecé a volver a casa a horas intempestivas. Vivíamos en el Eixamble y pasaba largas horas conversando en los bares, yendo al cine y recorriendo La Rambla arriba y abajo, hasta Gràcia. El objetivo era pasar el menor número de horas posibles en casa y, en Barcelona, con noches muy largas en verano y barrios con mucho gentío hasta altas horas de la madrugada, era fácil moverse andando de noche.

Barcelona no es como los suburbios de las ciudades americanas porque la mayoría de calles están formadas por casas de vecinos. Si nos sentábamos en un portal, siempre había algún vecino que regresaba a casa de noche, saludaba y encendía las luces de la portería. Las calles de Barcelona siempre tienen cinco o seis pisos de balcones, más los bares correspondientes en los chaflanes, y siempre ves luces encendidas, sin contar las de las farolas. Con todos los respetos a la serie Crims, no vivimos en una ciudad escenográficamente terrorífica: lo son mucho más los entornos pantanosos de las ciudades nórdicas donde se han rodado algunas de mis series de miedo favoritas. No digo que no haya delitos, ni agresiones machistas horribles, pero, en general, Barcelona es una ciudad fantástica para andar por la noche.

Hay ciudades que, de la noche, hacen bandera. Berlín o Ámsterdam tienen una vida nocturna interesante, culturalmente activa, y bastante segura. Existe una actividad económica muy significativa vinculada al ocio nocturno, y no todo son discotecas ni locales de mala muerte. Hay una programación especial de conciertos (qué momento cuando se apagan las luces y todo el mundo se calla), gastronómica (qué bonito cenar con la pareja en cualquier lugar desconocido y fuera de contexto), y social (cuántas amistades se forjan en la tranquilidad de la noche, cuando las horas pasan y se deshacen los nudos con conversaciones reparadoras). En la ciudad de Rottterdam inventaron la figura del Nachtburgemeester para organizar mejor la vida nocturna. 

No digo que no haya delitos, ni agresiones machistas horribles, pero, en general, Barcelona es una ciudad fantástica para andar por la noche

Y es que en Barcelona, el ambiente mediterráneo debe ser un gran activo para una vida nocturna pacífica y agradable. Las ciudades del norte de África, desde Alejandría hasta Tánger, llenan las calles por la noche con mercadillos, terrazas para tomar el té o simplemente estirar las piernas cuando el sol da tregua. La gente sale de casa para ver el fútbol, para jugar a cartas o para romper la monotonía de las noches de tele y sofá.

Favorecer esta actividad nocturna puede ser un buen proyecto para una ciudad que tiene todo lo que otras ciudades nunca podrán ni soñar: unas densidades muy altas y calles llenas de porterías, terrazas y tiendas que acompañan, de noche, a los caminantes. Hay ciudades metropolitanas, como Santa Coloma o Cornellà, que han recuperado la figura del sereno, creando puestos de trabajo con una clara vocación de servicio al vecindario. Y no olvidemos que, para que la mayoría pueda disfrutar de las rutinas diarias, hay una gran dotación de personas que trabajan en los hospitales, en las redes de servicios, en los contingentes de seguridad y en los transportes públicos, y que ellas también se benefician de una vida nocturna algo más organizada.

Nos quejamos de que los jóvenes se pasan el día enganchados a las pantallas, que lo compramos todo de madrugada en las plataformas digitales, y que hay demasiados actos vandálicos y peleas que acaban en tragedia. Pero la noche, como el día, se puede programar diferente, y se puede contar con las ganas de la gente de socializar, de andar y de disfrutar de los demás. Si miramos atrás, hace muy poco que las ciudades se iluminan de noche, ¡pero han ganado tantísimo! Pronto tocará encender las luces del Departamento de la Noche en Barcelona, porque lo nocturno tiene mucho más potencial de lo que dicen las encuestas.