Mi amiga Esther Casademont lleva treinta años dedicada a esto que se llamaba selección y recursos humanos, y es toda una experta en reinventarse y en acompañar a las empresas y a los profesionales en sus reinvenciones (¿adaptarse o morir?). Durante años, su trabajo en Hunivers consistía en encontrar a los mejores candidatos para las empresas clientes que necesitaban contratar a directivos. Hasta que la tecnología, el covid, los millennials, la angustia climática, el teletrabajo, la salud mental, y la Great Resignation, y la inteligencia artificial (exactamente, ¿qué es la inteligencia artificial?), lo ha cambiado todo. “Las empresas siguen necesitando a gente, pero el talento tiene otras exigencias. Y estamos todos muy desubicados”.
Hace unos días, Esther reunió a un buen grupo de empresarios, propietarios de pymes, directores generales y directores de RRHH, para explicarles cómo deben hacerlo para salir de este callejón sin salida. Su receta tiene dos ingredientes: tecnología y emociones. ¿Pero esto es una fórmula mágica, o un oxímoron? “El plan estratégico de futuro sólo tendrá sentido si consigue el equilibrio entre la inteligencia artificial y la inteligencia emocional”, dice Esther, bien acompañada de dos expertos en tecnología y en personas, Genís Roca y Joan Quintana. Y para rematarlo, habla también Víctor Martín Font, que era halconero y ahora ayuda a las organizaciones a transformarse, y lo hace buscando el contacto de los equipos con la naturaleza. El nombre lo dice todo: Desconexiones. Se lleva a grupos de trabajo a hacer supervivencia en la montaña, y no hay tensiones que se resistan.
Pero, ¿de qué debemos desconectarnos? ¿Todo lo que nos pasa es culpa de la tecnología?
Parece que Chatgpt ya es el producto tecnológico de más rápida adopción de la historia (aunque le he preguntado en el mismo Chat GPT, y la máquina me contesta que “No, no se puede afirmar que ChatGPT haya sido el producto tecnológico de más rápida adopción de la historia. Aunque ChatGPT es un ejemplo impresionante de la inteligencia artificial aplicada, su adopción no ha sido tan amplia como otras tecnologías como Internet, los smartphones o las redes sociales”).
La inteligencia artificial hace años que nos acompaña en múltiples procesos industriales o empresariales, a nivel B2B (business2business). Pero ahora ya es B2C, es un producto de consumo. “Internet, en realidad, está empezando ahora”, dice Aleix Valls, matemático e ingeniero de caminos, experto en mecánica de fluidos y, sobre todo, provocador, en una sesión organizada por Tech Barcelona con directivos responsables de innovación de corporaciones de primer nivel. Aleix hace un repaso a algunos de los líderes tecnológicos de los últimos años, para entender hacia dónde nos llevan. Nos habla del omnipresente Elon Musk, del radical Sam Altman, que quiere hacernos tragar que hay que regular la incipiente inteligencia artificial para tener él la ventaja competitiva… o del todopoderoso Mark Zuckerberg, que se peina sospechosamente como el emperador Augusto y ha puesto a sus tres hijas los nombres de Maxima, Augusta y Aurelia (se sabe que es un fan del imperio romano, pero, ¿nos está queriendo decir algo más?). ¿En manos de quién estamos?, se pregunta Aleix.
Lo que sabemos es que estamos atrapados en este Internet social basado en la economía de la atención, “que obliga permanentemente a vivir de los recuerdos o a estar proyectando una vida futura”, pincha Aleix Valls. Vemos la tecnología y las emociones como dos fuerzas antagónicas en una lucha que, si gana el villano, nos aboca a la destrucción.
El Internet social nos hace daño y no sabemos cómo escapar. Vivimos definitivamente en una crisis de atención. Leer Stolen Focus: Why You Can’t Pay Attention/El Valor de la Atención, de Johann Hari. Como dice el maestro, entra en el examen. Hari nos pone ante un espejo y nos vemos en él enganchados al móvil, y el planeta se irá al garete si no reaccionamos pronto. Ya no sabemos muy bien de dónde sale lo que comemos. La contaminación nos envuelve. Estamos sufriendo todos, a nivel individual y también colectivo, un ataque hacker, que afecta a nuestra atención, a nuestra capacidad de reacción. Hari lo denomina crisis de atención. Y habla de combustibles fósiles. De alimentos procesados. De valores y del sistema educativo. De algoritmos y modelos de negocio perversos. Y con demasiada frecuencia pensamos que no podemos hacer nada, que el mundo es así, y como mucho, tomamos una decisión individual: apagamos un rato el móvil, o comemos eco. ¡Pero no es suficiente!
No sabemos dónde estamos, no vivimos el momento. Y si no teníamos suficiente con la tecnología malévola, así en general, ahora nos amenaza la inteligencia artificial. Pero, ¿y si la inteligencia artificial fuera más la solución que el problema?
No sabemos dónde estamos, no vivimos el momento. Y si no teníamos suficiente con la tecnología malévola, así en general, ahora nos amenaza la inteligencia artificial
Lo plantea Aleix Valls: “Vivir en el pasado es inmutable, sólido, pero no permite evolucionar. Vivir en futuro es efímero, es estar permanentemente en planificación, sin poder disfrutar del aquí y ahora. El Internet social, el de las redes, nos lleva permanentemente a recordar el pasado o a proyectar el futuro, pero no está pensado para disfrutar el ahora. En cambio, la inteligencia artificial tiene capacidad de darnos un tiempo adicional: asume parte de nuestras tareas cotidianas, lo que se traduce en un aumento de la productividad. La inteligencia artificial, de momento, no lucha permanentemente por nuestra atención, como hace el Internet social, sino que es un Internet más del ahora: obtener la respuesta que necesitas en este momento. Pienso que el cambio del Internet social al Internet de la inteligencia artificial nos puede permitir recuperar el presente, recuperar el ahora y estar aquí y ahora”.
Dice Esther a sus directivos: “Llevamos tantos años luchando por estar a la altura, pero, ¿a la altura de qué? Y ahora pensamos, ¿qué queremos ser cuando seamos mayores? Quiero ser YO, con propósito. Coherente con la comunidad, con la Naturaleza. Con el Presente”. Ahora y aquí.
Y quizás sí que todo encaja: un presente basado en el equilibrio entre la inteligencia artificial y la inteligencia emocional.
“Soy optimista ante el futuro, pero nos vienen 30 años que serán putas”, dice Genís Roca.
Teniendo en cuenta que el Homo sapiens estaba programado para vivir 38 años, y ahora tenemos el reto de estar en el planeta hasta pasados los 80… como dice Aleix Valls: “Mirado al minuto, y sobre todo mirado a través de Twitter/X, el mundo ha ido a peor. Pero si miramos en perspectiva, el mundo ha mejorado en los últimos 100 años”.
Pues ya que estamos, y que tenemos todo este tiempo, disfrutémoslo y cuidémonos.