La antigua sede del Instituto de Estudios Norteamericanos, situada en el número 123 de la Vía Augusta, acaba de renacer como un centro de trabajo flexible bajo la marca Spaces, propiedad del grupo británico International Workplace Group (IWG). Se trata de un edificio de seis plantas y cerca de 4.000 metros cuadrados diseñado por el arquitecto José María Bosch Aymerich y que ha sido remodelado completamente por Renta Corporación, que ha invertido más de 9 millones de euros en el proyecto.
Renta adquirió el inmueble a comienzos de 2021 para transformarlo en un centro de Spaces y, a finales de ese mismo año, lo vendió por 25,8 millones de euros al fondo AVW European Real Estate Fund, asesorado y gestionado por Catella Asset Management. Una vez finalizadas las obras, Renta y Catella AM han entregado las llaves del edificio a su nuevo inquilino, IWG, que este mes de enero ha inaugurado el centro Spaces Plaza Molina para avanzar en su ambicioso plan de crecimiento en Barcelona, que prevé duplicar e incluso triplicar la superficie de espacios de coworking y de oficinas flexibles en Barcelona.
“Con esta apertura, en Barcelona disponemos ahora de 14 centros con 35.000 metros cuadrados; nuestro objetivo es más que duplicar nuestra presencia, hasta alcanzar los 25 o 30 centros y una superficie de entre 70.000 y 100.000 metros cuadrados”, avanza Philippe Jiménez, director general de IWG en España y responsable de ventas de la multinacional en el Sur de Europa.
Según Jiménez, las perspectivas del mercado del alquiler flexible de oficinas son extraordinariamente positivas y más teniendo en cuenta el actual contexto global, marcado por la incertidumbre. “La demanda en Barcelona es alta, hay mucho mercado potencial. La capital catalana es una de las ciudades más atractivas por su tejido de startups y empresas tecnológicas, que necesitan mucha flexibilidad”, explica.
Según el directivo, actualmente, de toda la superficie destinada a oficinas que existe en Barcelona alrededor del 5% (similar a Madrid) corresponde a espacios de trabajo flexibles y a coworkings, un porcentaje que se espera que crezca hasta el 30% en 2030. IWG, propietario también de las marcas Regus y HQ, se ha propuesto liderar este crecimiento, no solo en España, sino a nivel global, con la apertura de tres nuevos centros al día en todo el mundo. “En 2023 prevemos inaugurar 1.100 nuevos centros en los 123 países donde operamos, ya tenemos presencia en 1.250 ciudades”, afirma Jiménez.
El directivo del líder mundial del coworking anuncia que, en el caso de España, este año IWG prevé invertir 35 millones de euros en la apertura de 14 nuevos centros. “Además del Spaces Plaza Molina, en Barcelona habrá nuevas inauguraciones, y también estamos negociando una apertura en Sant Cugat”, señala. Según Jiménez, 2023 también será importante para el crecimiento de IWG en la capital catalana porque se prevé estrenar el primer espacio de oficinas en la ciudad bajo la marca Signature, su enseña de gama más alta.
“Ya tenemos un centro Signature en Madrid, en Velázquez con Goya, y en el cuarto trimestre prevemos abrir el primer Signature de Barcelona, en una zona muy prime“, avanza, el ejecutivo, que no puede desvelar la ubicación por no haber finalizado todavía las negociaciones con el propietario del inmueble que acogerá el centro y que ocupará en su totalidad. En Madrid, el grupo cotizado británico también tiene un importante proyecto entre manos que prevé anunciar en breve: la apertura de un centro de 8.500 metros cuadrados, el de mayor superficie en el país.
En Barcelona, los complejos más grandes de la marca se encuentran en el 22@, con 4.800 m², por ejemplo, en el Spaces Mas de Roda. De los 14 espacios que gestiona en la ciudad, dos son con la marca HQ —en Mas Blau y en Sants—, siete lucen la enseña Regus y 5 son centros Spaces. Además de en el 22@, el grupo está presente en inmuebles emblemáticos como la Torre Mapfre, el WTC y el edificio Alta Diagonal y también en el centro, en edificios de Plaça Catalunya y Gran Via Universitat.
Plan para extenderse a otras capitales catalanas
Según Jiménez, su plan de crecimiento pasa por incrementar la presencia en otras ciudades del área de Barcelona, como Sant Cugat —ya operan en El Prat y Cornellà— y extenderse también a ciudades como Girona, Lleida, Tarragona y Reus. “La tendencia global pasa por deslocalizar las oficinas y ubicarlas cerca de donde viven los empleados. Desde IWG tenemos el firme compromiso de estar presentes allá donde se encuentre el talento, para que las personas puedan quedarse en sus barrios o en sus pueblos y no tener que viajar al centro de las ciudades. Apostamos por la ciudad de los quince minutos y por reducir notablemente así los desplazamientos en coche, contribuyendo a la sostenibilidad y a la protección del planeta”, destaca.
Philippe Jiménez: “Desde IWG tenemos el firme compromiso de estar presentes allá donde se encuentre el talento, para que las personas puedan quedarse en sus barrios o en sus pueblos y no tener que viajar al centro de las ciudades. Apostamos por la ciudad de los quince minutos”
En este sentido, IWG ha lanzado un ambicioso plan para llegar a todas las grandes capitales y ciudades españolas, con el reto de estar presente en 80 o 100 urbes en 2030, frente a las 20 ciudades actuales. En total, la multinacional posee ahora 60 centros en el mercado español, con 140.000 m², la mitad localizados en Madrid. Al igual que en Barcelona, los objetivos del grupo en la capital de España son potentes, ya que se prevé pasar de los 25 centros actuales a 60 en los próximos ocho años.
Aunque lleva apenas un mes abierto, el nuevo Spaces Plaza Molina ya ha alcanzado una ocupación del 40%. IWG ha firmado un contrato de alquiler de 10 años con Catella Asset Management y el fondo AVW para explotar el inmueble, que cuenta con una superficie bruta alquilable de 3.901 metros cuadrados, y capacidad para acoger a más de 500 trabajadores híbridos, aquellos que distribuyen su jornada laboral en días en la oficina, desde casa, o desde un centro de trabajo flexible.
El equipamiento está dotado de cinco salas de reuniones y dos terrazas, una de ellas de 500 m² en el interior de manzana y otra en la azotea del edificio, con unas privilegiadas vistas a toda la ciudad que alcanzan el mar. Además, cuenta con un espacio de coworking de 400 m² dotado de cafetería y con distintos tipos de mesas de trabajo y cubículos insonorizados para hablar por teléfono. La reforma, que ha respetado la singularidad de la fachada diseñada por Bosch Aymerich, ha incorporado a la parte trasera del edificio placas solares, además de adoptar sistemas de reducción del consumo de agua y de eficiencia energética, obteniendo la certificación LEED Silver.
Para poder utilizar el área de coworking hay que pagar una cuota de 99 € al mes, con la ventaja de que el usuario puede acceder a todos los centros de características similares que la multinacional tiene en el mundo. Si el cliente prefiere un despacho de uso exclusivo, las marcas de IWG ofrecen desde un mínimo de dos m² a superficies que pueden alcanzar los 2.000 m², con precios que oscilan entre los 200 € y los 400 € al mes por persona. “Hay un periodo mínimo de estancia preestablecido; cuanto más largo sea el alquiler, más barato sale, pero nuestra esencia está en poder ofrecer esa total flexibilidad e ir reduciendo o ampliando los espacios en función de las necesidades de los clientes”, explica Philippe Jiménez.
En su opinión, los motivos que aconsejan la contratación de espacios flexibles de oficinas son cada vez más amplios porque la “variante incertidumbre” ha cobrado un peso decisivo en el mundo de los negocios. “El 85% de los CEOs quieren trabajar de forma flexible para retener mejor al talento y evitar la rotación, lo que genera un importante ahorro”, asegura. “Este tipo de oficinas han llegado para quedarse, porque acercan los espacios de trabajo al talento y optimizan los recursos y ahorran costes, ya que pagas solo por el uso que realmente necesitas. Es un sistema beneficioso para las empresas, para los empleados y para la sostenibilidad del planeta”, concluye.