Después de muchos años en precario, el Hivernacle de Ciutadella ha visto esta semana como los operarios y las grúas invadían su interior, con el objetivo de acometer la profunda rehabilitación que sus paredes maltrechas y vidrios rotos piden a gritos. Con un presupuesto de dos millones de euros, los trabajos se prevé que se alarguen durante un año e incidirán sobre las tres naves que conforman el edificio.
“La ciudad no perderá el Hivernacle, se quedará, no se caerá ni se dañará”, ha valorado la teniente de alcalde de Urbanismo de Barcelona, Janet Sanz. Las obras servirán para restaurar el edificio patrimonial, que aún mantiene el uso original de invernadero, y resolver las patologías estructurales detectadas en la reforma fallida de 2015, que se detuvo al poco de empezar cuando la empresa encargada de realizarla presentó concurso de acreedores. También se dotará al edificio de un sistema de ventilación y humidificadores.
Con la rehabilitación ya en marcha, queda por definir qué se hará en este edificio, que depende de Parcs i Jardins. “Ya estamos pensando cuál será la propuesta de usos que queremos para el interior para poder encargar el proyecto, que no solo hará posible la preservación y el mantenimiento, sino que también permitirá el disfrute de este edificio histórico de la ciudad”, ha señalado Sanz, sin concretar si se mantendrá la función de invernadero.
El Hivernacle de la Ciutadella, catalogado como Bien de Interés Cultural Nacional, tiene una superficie de 1.000 metros cuadrados. Obra de Josep Amargós i Samaranch, está formado por tres naves longitudinales, la central, que es la más alta, y las dos laterales, la nave Picasso y la nave de las Magnolias. Construido con motivo de la Exposición Universal de 1888, se utilizó como salón de fiestas y conferencias durante este gran evento internacional. Las plantas y los árboles que han habitado históricamente su interior han visto como lo ocupaban una sala de exposiciones, un ciclo de jazz y múltiples actos culturales, así como una tienda y un restaurante, que cerró en 2006.
Para el Ayuntamiento, la rehabilitación del Hivernacle, que se suma a la del Museo Martorell, es clave para consolidar el Parque de la Ciutadella como espacio estratégico de la ciudad, después de ver como la mayoría de sus iconos, añadiendo el Castell dels Tres Dragons y el Umbracle, se han ido deteriorando. La ciudad quiere potenciar el parque, un pulmón verde de más de 14 hectáreas, y todas las instituciones que lo rodean, como la Universitat Pompeu Fabra (UPF), el Hospital del Mar o el Zoo, con una nueva centralidad científica y cultural a través de la iniciativa la Ciutadella del Coneixement. Este proyecto se empezará a visualizar en un nuevo complejo de investigación que la UPF, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Barcelona Institute of Science and Technology (BIST) construirán en el espacio que antes ocupaba el Antiguo Mercado Central del Pescado, junto a la parada de metro de Ciutadella – Vila Olímpica.