El arquitecto que dirige las obras de la Sagrada Família no se esperaba este destino mientras estudiaba en la universidad. Jordi Faulí (Barcelona, 1959) era “casi arquitecto” cuando se incorporó al equipo que continúa la obra de Antoni Gaudí y lo hizo porque conoció al entonces arquitecto director de las obras, Jordi Bonet, gracias al escultismo. “Ahora hace 32 años que estoy aquí”, explica en una entrevista con The New Barcelona Post.
Acompaña todas las respuestas con ilustraciones, fotografías, planos y libros que muestran la visión que Gaudí quiso plasmar en este edificio, en construcción desde hace 140 años. Se los sabe de memoria. La vocación no le vino de familia, con un padre periodista que fue el primer director del Avui. Simplemente, se sintió atraído por esta disciplina. Desde hace unos años, vive en Cervelló, donde se mudó buscando tranquilidad. Más allá de Gaudí, es un apasionado de Tintín.
— Llega a principios de los noventa a la Sagrada Família y dirige las obras desde hace diez años. ¿En qué estado se encontraba el templo cuando entró?
— El arquitecto director, Jordi Bonet, acababa de recibir el encargo de la Junta Constructora de construir las naves, todo el interior, empezando por la nave principal. Cuando yo entré, había tres columnas en el lado poniente, con solo diez metros de altura. Estaba el cielo, no había nada más. Por lo tanto, he tenido la suerte de ver el proyecto e intervenir en él, y también de participar en la construcción de todas las naves.
— ¿Ha cambiado mucho en todo este tiempo?
— Cuando llegué, el equipo de arquitectura era muy diferente porque en la oficina solo éramos cuatro personas. Todo era mucho más reducido, también la incidencia de la Sagrada Família. En estos años, se ha producido un crecimiento continuado, de todo, no solo de las entradas de visitantes y de las aportaciones económicas. Ahora, somos 11 arquitectos los que nos ocupamos de estudiar el proyecto de Gaudí y de prepararlo para la construcción.
— ¿Cómo conoció la obra del arquitecto barcelonés por excelencia?
— Una de las carencias de nuestra escuela de Arquitectura es que no hablábamos de Gaudí. Yo no aprendí sobre su figura estudiando, sino que simplemente visité sus edificios. He nacido en Barcelona, por lo tanto, conozco la Pedrera, la Casa Batlló… Me llamaban la atención. El Palau Güell, muy poco. Y la Sagrada Família, evidentemente. Pero la conocí de verdad cuando empecé a trabajar aquí.
— Sin haber podido estudiar en profundidad a Gaudí, ¿cuál fue su sensación cuando empezó a pensar en cómo acabar la Sagrada Família?
— Para mí fue un descubrimiento. Fue ver que no solo era un edificio que se construía gracias a la gente, sino que además respondía a un proyecto que Gaudí dejó muy definido y de un interés absolutamente original, diferente al resto de la arquitectura.
— En estos últimos años se han conseguido hitos importantes. ¿Con cuál se quedaría?
— La finalización de las naves de la basílica ha sido lo más destacable. El episodio previo de acabar la nave principal, también. Cada parte ha tenido su novedad, su reto y sus dificultades, que se han ido resolviendo. Al principio, fue montar las primeras columnas inclinadas del templo: parecía un prodigio.
— Todos estos episodios destacados que comenta se hacen sin Gaudí. ¿Cómo se puede construir la obra de un arquitecto que ya no está y hacerlo respetando el sentido original?
— Gaudí tenía una gran intuición, era muy listo. Sabía que su tiempo era limitado, como todos. Por eso, intenta definir lo máximo posible aquellas cosas que si no deja serán difíciles de hacer. A inicios del siglo XX, en 1906, se publica un plano en la prensa y es lo que estamos haciendo. Muy pronto, a finales del siglo XIX o principios del XX, él tiene claro el conjunto, que no cambia, pero no el detalle de cada elemento. De forma que sabe hacia dónde ir y también lo saben sus colaboradores y sucesores. Cuando cumple 60 años, decide dedicarse exclusivamente a la Sagrada Família. Ve que, trabajando intensamente unos cuantos años en las obras, podrá asegurar su futura construcción y dejar suficientes datos sobre cómo podrá ser construida siguiendo sus ideas.
— Por lo tanto, él ya se imaginaba que no la podría acabar.
— Sin duda. Sabía que hacía falta tiempo y diferentes generaciones. En las catedrales, siempre había la voluntad de que se pudieran utilizar lo más pronto posible para el culto. A veces, empezaban por el ábside y, una vez estaba acabado, ya la podían usar. Otras veces, iban subiendo las fachadas y, cuando tenían un poco de nivel, unos diez metros, las cubrían provisionalmente y podían celebrar el culto dentro. Pero Gaudí propone construir el edificio por partes, que serán fachadas completas, y empezar por la del Nacimiento.
— ¿Por qué?
— Sabía que de este modo daba a cada generación un objetivo. Yo me acuerdo de cuando era pequeño, en los años 60 y 70, de toda la propaganda y las colectas para financiar la construcción de la fachada de la Pasión. En los tiempos de Gaudí, se tenía que acabar la fachada del Nacimiento, que él no ve acabada, porque cuando solo había un campanario, tiene el accidente. Pero había dejado la maqueta.
“Gaudí sabía que hacía falta tiempo y diferentes generaciones para acabar la Sagrada Família”
— ¿Cómo se hace para enseñar a los arquitectos que continuarán construyendo la Sagrada Família más de cien años después? ¿Con la maqueta ya es suficiente?
— Gaudí se dedica exclusivamente a la Sagrada Família en los últimos 20 años de su vida, definiendo con mucho más detalle todas las partes. Por ejemplo, las terminales de la fachada del Nacimiento las proyecta en maquetas de yeso, algunas de cinco metros de altura, solo diez veces más pequeñas que el original. También proyecta las terminales de la fachada de la Pasión y de la fachada principal, la fachada de la Gloria. Hace maquetas y las deja para el futuro. También son a través de las que explica el proyecto a los arquitectos jóvenes que lo visitaban cada fin de semana y que fueron los que acabaron construyendo la fachada de la Pasión. Pero, además, tenía una intuición. Quería dejar un proyecto para el futuro y no solo en unos planos generales, sino con información detallada. Por eso, se basa en la geometría, haciendo que todo sea mucho más reconocible e interpretable. Todo son formas geométricas. Algunas nuevas, que no se habían usado nunca en la arquitectura, pero que él utiliza para hacer todos los elementos del proyecto y las enseña a sus colaboradores.
— Muchas de las maquetas se destruyeron durante la Guerra Civil.
— La palabra buena no es que se destruyen, sino que se destrozan. Destrozar quiere decir que quedan trozos y, a partir de los diferentes fragmentos, se reconstruye la maqueta. Pero, además, Isidre Puig Boada, uno de los arquitectos jóvenes que lo visitaban, publicó un libro con todas las explicaciones del proyecto, las que Gaudí les había dicho, tanto del aspecto arquitectónico como del aspecto simbólico. E incluyó una fotografía de una maqueta, donde se ve a una persona que pasa por debajo. Mirando una columna en la fotografía y conociendo la manera de pensar de Gaudí, pudimos proyectar esta columna y construirla.
— ¿Gaudí veía posible construir la Sagrada Família con las técnicas que había en su momento o ya pensaba que la arquitectura avanzaría para hacerlo más fácil?
— Él era consciente de que en el futuro habrían muchas más posibilidades técnicas, pero también tenía claro que lo que estaba proyectando se podía construir. Por ejemplo, él construyó la fachada del Nacimiento sin grúa y, cuando se construye la fachada de la Pasión, ya se usan. Por otro lado, las terminales de la fachada del Nacimiento, Gaudí las hace con hormigón armado, convirtiéndose en los elementos hechos con este material más altos de Europa. Se trata de una técnica nueva que utilizó para hacer realidad su proyecto.
“Gaudí era consciente de que en el futuro habrían muchas más posibilidades técnicas, pero también tenía claro que lo que estaba proyectando se podía construir”
— Y ahora han aparecido nuevas maneras de hacer.
— Exacto. Nosotros estamos construyendo las torres centrales con piedra tesada, que era una técnica que Gaudí desconocía, pero que nos permite hacer torres con menos grosor.
— La informática ha tenido que ayudar a hacer estas proyecciones geométricas que Gaudí dejó por definir…
— Gaudí utiliza hiperboloides, una forma geométrica que vaciada es perfecta para recoger la luz y difundirla. Esto, dibujado a mano, como se hacía cuando yo empecé, se podía hacer y lo hacíamos. Pero, el hecho de poder usar la informática, que introdujimos a los pocos años, nos permitió hacerlo con mucha más precisión y más rapidez, y pudiendo probar muchas más soluciones para acercarnos al original. Más adelante, también hemos podido escanear las maquetas y entrarlas directamente en el ordenador para aplicar la geometría. La tecnología ha ayudado mucho a interpretar, reproducir y construir la Sagrada Família.
— En su trabajo hay muchas dificultades. Tiene que construir una obra que un arquitecto creó hace mucho tiempo, dejando mucho material, pero la tiene que continuar y reinterpretar según los cánones actuales. ¿Cómo gestiona la presión?
— Con el equipo, cada uno tiene su papel. Escucharnos es una forma de llegar a tener un criterio. Hay cierta responsabilidad, evidentemente. Porque no es nuestro proyecto, es el de Gaudí. Esto es lo primero que tienes que tener claro. Segundo, que el resultado tiene que ser bello y fiel al que se planteó. E ir haciendo. Por otro lado, también tenemos que saber aprovechar todas las posibilidades que nos ofrece la tecnología del momento para ser más fieles y hacer una arquitectura que sea de hoy.
— Conoce muy bien, al detalle, la obra de Gaudí. ¿Qué es lo que más le gusta?
— Es una arquitectura que lo tiene todo en cuenta. Tiene una estructura muy clara y es funcional. Además, resulta agradable a la gente, que le gusta ver y estar en los edificios de Gaudí. Es una síntesis en la que todo tiene su papel. La forma es un resultado de cómo el arquitecto quiere comunicar el edificio y cómo quiere que las personas lo vivan. Pero también tiene una estructura ordenada y con un valor constructivo. Él dominaba mucho los estilos históricos, todos. Tenía una capacidad de observación muy grande y, por lo tanto, de entender la naturaleza, sabiendo discernir sus bases y la estructura que hay detrás de los diferentes elementos. Y esto creaba una síntesis que le permitía hacer arquitectura.
“En la arquitectura de Gaudí, la forma es un resultado de cómo el arquitecto quiere comunicar el edificio y cómo quiere que las personas lo vivan”
— Hasta que uno no entra en la Sagrada Família no es capaz de vivir todos los elementos que Gaudí proyectó. ¿Qué quería transmitir?
— La Sagrada Família es una expresión de la fe cristiana. La fe que él vivía la expresaba en su vida, pero también con lo que hacía. Y, ¿qué hacía? Arquitectura. Y más en la Sagrada Família que es un templo, expresión de la vida de Jesús y de la vida espiritual de un cristiano. Pero Gaudí lo hacía para todo el mundo. Su voluntad era comunicar la alegría que tenía y la vida que vivía, que llegara a todo el mundo y que cada uno la viviera a su manera. Hace un edificio que acoge, no impone y explica, acoge a partir de la belleza. El espacio interior está destinado a la celebración eucarística, esto es, a la oración, pero es también un lugar para cualquier persona.
— Ahora, con todos los turistas que recibe la Sagrada Família, es haberlo conseguido a un nivel que quizás ni Gaudí se podía imaginar, con la llegada de tantas personas y de tantas procedencias.
— Gaudí dijo: Vendrá gente de todo el mundo a ver lo que hacemos. Esto quiere decir que lo que hacemos interesará a todo el mundo porque tiene valor y llega a la gente, a su corazón, a sus sentimientos. Te tienes que poner en su situación, en los años 20, que se viajaba poquísimo. Yo no sé si se podía imaginar lo que está pasando hoy en día, quizás no, porque el mundo ha cambiado mucho, pero sí que tenía claro que estaba haciendo un edificio que seria de interés para todo el mundo, fueran de donde fueran y pensaran lo que pensaran.
— ¿Se tiene que ser creyente para construir la Sagrada Família?
— Yo creo que no, pero, sin duda, ayuda porque interpretas mucho más. A mí me ayuda.
— Está claro que admira a Gaudí.
— Sí, es obvio.
— ¿Su trabajo sería más fácil si lo hubiese conocido?
— Supongo que sí. Entiendo que los sucesores directos de Gaudí se podían sentir todavía más responsables, pero conocían a la persona que había creado la Sagrada Família. Por lo tanto, seguramente, era más fácil para ellos entender lo que hay detrás de las maquetas. A veces, sí que pienso “¿Qué haría Gaudí?”. Pero, más que esto, que no sirve de mucho, investigo profundamente el proyecto, intento encontrar la esencia, e interpreto al máximo toda la información que dejó.
— ¿Qué le diría a aquellos que defienden que la Sagrada Família se tendría que haber quedado tal y como la dejó Gaudí?
— Que vengan y les explico lo que quieran. Todas las críticas son respetables. A veces, es por desconocimiento. Cuando hay conocimiento, todas las críticas son válidas y todo ayuda a crecer, siempre que sean críticas constructivas. Pueden ser contrarias, pero basadas en argumentos.
“A veces, sí que pienso “¿Qué haría Gaudí?”. Pero, más que esto, que no sirve de mucho, investigo profundamente el proyecto e intento encontrar la esencia”
— Recientemente, se ha estrenado la torre de la Virgen María y se ha iluminado su estrella. ¿Qué viene ahora?
— Una vez construida la sacristía, el objetivo es construir las seis torres centrales. La torre central, la de Jesucristo, que va coronada con una cruz de cuatro brazos, las de los cuatro evangelistas y la torre de la Virgen María, que está acabada. Quedan cinco. Están todas empezadas y se tienen que acabar. En estos momentos, están alrededor de los 100 metros.
— Para completar el proyecto de Gaudí, hay que encontrar una solución para las manzanas de viviendas que no estaban cuando el arquitecto proyectó el templo y ahora dificultan su construcción.
— Esto se tiene que hacer. Gaudí planteó unas escaleras de acceso porque la Sagrada Família está cinco metros por encima de la calle. Esta es su idea. Nosotros estamos construyendo el edificio, siguiendo su proyecto, y, en estos momentos, ya con una licencia de obras regularizada. Eso sí, en el que no es nuestro solar tenemos que dialogar. Explicaremos lo que él quería, que, además, consideremos que es lo adecuado para dar acceso al edificio. Pero se tiene que hablar con el Ayuntamiento y se tiene que encontrar una solución justa para todo el mundo, por lo tanto, también para los vecinos. Esto pide tiempo.