Jordi Canyissà
El periodista, ensayista y dibujante Jordi Canyissà con su libro 'Ibáñez. El maestro de la historieta'. ©Gemma Lasen
EL BAR DEL POST

Jordi Canyissà: Mortadelo tuvo la culpa

Jordi Canyissà tenía cuatro años cuando cayó en sus manos el primer tebeo de Mortadelo de su vida. En aquella portada aparecía el súperagente de la T.I.A. ataviado con una armadura medieval diciéndole a Filemón que todavía no se habían recibido los últimos modelos de chalecos a prueba de balas. Y, para aquel niño que todavía estaba aprendiendo a leer, ya no hubo vuelta atrás. “Me fascinaron aquellas imágenes fijas, pero tan dinámicas, con tanto movimiento. Y ahora, a mis 51 años, estoy contento de haber hecho un libro sobre el creador de aquellos y tantos otros personajes”, explica en referencia a Ibáñez, el maestro de la historieta (Bruguera Clásica): un impresionante volumen que analiza con rigor, perspicacia y toneladas de cariño la figura y obra del recientemente difunto creador de Rompetechos, el Botones Sacarino, 13 Rue del Percebe, Pepe Gotera y Otilio y, por supuesto, sus más populares: Mortadelo y Filemón. 

El autor se toma un cortado urgente, “periodístico”, a pie de barra, mientras permite que de fondo suene “cualquier radiofórmula que no ponga reggaeton y que sí programe algo de música comercial de los 80, o cosas de ahora que me gustan como Calvin Harris”. Lanza miradas veloces y vivas, sin perder una sonrisa que parece estar dibujando en su mente —con su estilo y en viñetas— lo que ocurre alrededor.

Tozudo confeso, su vida ha dado varios giros logrando siempre mantener una coherencia de base entre sus grandes pasiones: el periodismo, el dibujo y el cómic. “He hecho guiones de radio, trabajos de diseño, he sido responsable de varios proyectos periodísticos y tengo estudios de Derecho. Y, sobre todo, para mí el cómic y la literatura siempre han estado ahí. Nunca las he visto como artes excluyentes”. 

Así, ha participado en una gran cantidad de obras colectivas sobre la historieta (El gran Vázquez, coge el dinero y corre; Jan, el genio humilde o Carpanta, 75 aniversario), antes de debutar con su primer título en solitario en 2015 con un estudio sobre Joan Rafart: Raf, el gentleman de Bruguera. El de Ibáñez es su segundo libro, pero no el último: “Estoy trabajando en una nueva obra sobre el cómic franco-belga y espero seguir sacando tiempo para seguir escribiendo sobre Bruguera”.

Ils sont fous ces gaulois!

Tras Mortadelo, el segundo gran hallazgo en el camino del parroquiano fue la revista Cavall Fort, que para él supuso “la pasarela entre Bruguera y la línea franco-belga”. La siguiente parada ya sería el cómic de autor, con el descubrimiento de Calle de la estación 120 de Jacques Tardi. “Me impresionó, porque aquí todavía no se hablaba de novela gráfica y aquella fue mi primera toma de contacto con una forma distinta de hacer cómic. Aquél era un libro largo, en blanco y negro y caro para el poder adquisitivo que yo tenía a mis quince años. Me lo tuve que pensar, pero finalmente di el paso”.

La guinda llegó con la publicación francesa Les Cahiers de la Bande Dessinée, que cambió por completo su percepción: “Aquella revista me demostró que el cómic se podía estudiar, analizar. En un número, Antonio Altarriba dedicaba un artículo de varias páginas diseccionando Mortadelo y Filemón desde un punto de vista académico”. Cosas que entonces sólo ocurrían en el país vecino. ¡Están locos estos galos!, que diría Astérix. 

–De hecho, aprendí francés para leer libros y artículos que teorizaban sobre el cómic y que aquí eran impensables en aquel momento– remata.

Memorias desde el paseo Sant Joan

Instalado en el Vallès Oriental desde hace unos años, aunque con su puesto de trabajo en Barcelona, el periodista y divulgador creció en una Ciudad Condal que recuerda distinta, “no tan masificada y despersonalizada y sin esos carriles-bici de doble sentido que se ha inventado algún psicópata. Mis recuerdos están muy vinculados al paseo de Sant Joan, donde crecí. Con sus calles adyacentes, con sus comercios. También en lo literario, pues es el paseo que en su día escribió y describió Enrique Vila-Matas, que para mí es el mejor autor español vivo”.

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El periodista, ensayista y dibujante de cómic Jordi Canyissà. ©Gemma Lasen

Además de su trabajo, Barcelona también es una urbe de cuya oferta cultural el parroquiano disfruta, “si bien creo que le falta poner en valor aspectos de la historia de su cultura. No hay nada, por ejemplo, que indique el paso de los grandes autores del boom latinoamericano por Barcelona o que marque dónde se halló una editorial tan importante y trascendente como Bruguera”.

Y Jordi Canyissà liquida su cortado al tiempo que echa un fugaz vistazo a la oferta gastronómica del día. Quizás pensándose lo de hacer parada y fonda con un alboroque.

–¿Te apetece comer alguna cosa? ¡Aquí está todo de rechupete, aviso!

–Sí, pero bien seleccionado. Yo soy de comer poca cantidad, pero con mucha calidad– repone con una amplia sonrisa que todo barman ama ver en el rostro de sus parroquianos.