MORFI GREI, ALIAS DE MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ, AL FRENTE DE LA BANDA TRAPERA DEL RÍO, DE LA QUE SE SIENTE "MUY ORGULLOSO". ©Lucas korneyà
EL BAR DEL POST

Morfi Grei: El alma del subsuelo de Barcelona

Al frente de La Banda Trapera del Río, Morfi Grei, alias de Miguel Ángel Sánchez, fue el escupitajo que el rock & roll español estaba pidiendo a gritos en pleno rostro, cuando el punk empezó a asomar tímidamente por el subsuelo musical patrio.

Por eso, verle aparecer por el Bar por la mañana, justo cuando por la radio suena No te entiendo, tema incluido en el segundo álbum de la banda, Guante de guillotina, sabe a espejismo. “Déjala puesta —pide—, que nos haga compañía. Y ponme un Vichy con una rodaja de limón”.

— ¿Cómo tú a estas horas?

“Los que nos hacemos mayores ya somos de madrugar”, replica el cantante, compositor y uno de los padres espirituales del punk catalán, quien confiesa haber sido, en juventud, “ave, buitre, rata… cucaracha nocturna”. Ríe con lucidez, desdeñando a un ego que, parafraseando a su amigo Antonio Miró, “puede matar más que la droga y el alcoholismo” y vacilándole a la vida. Todo ello a pesar de unos problemas de salud que pasan por dos bypasses en las arterias femorales y una inminente operación de trasplante de hígado, “de la que me encantaría salir vivo”, proclama, antes de elogiar al “equipo brutal que me operará en Bellvitge, que en manos así creo que sí saldré de esta”.

Ilusionado por estar finalizando la gira de despedida de La Banda Trapera del Río, el parroquiano tiene claro que es momento de punto final: “Ha llegado el momento de decir stop. La Trapera es un grupo mítico, una leyenda negra. No hay que manosearla más, como las novelas de Edgar Allan Poe o los poemas de Baudelaire”. En paralelo acaba de sacar disco al frente de la nueva banda, la Ley de Morfi, “en la que voy a volcar toda mi creatividad y todas mis letras y literatura urbana y callejera”.

El quid está en las letras

 “El principal punto de inflexión de mi vida es cuando vi a Lou Reed en el Palacio de los Deportes de Montjuïc para presentar el disco Sally can’t dance, de la mano del promotor Gay Mercader. Yo tenía quince años y Lou venía de hacer su glorioso Rock & roll animal. Yo me decía que al rock & roll español le faltaba algo. Que había buenos músicos, pero alguna cosa fallaba. Y estaba claro: eran las letras, le faltaban poetas urbanos. Y eso era Lou Reed en Nueva York. Así que yo quise ser lo mismo para Cornellà y Barcelona, con letras como Ciutat podrida, Curriqui de barrio, o Venid a las cloacas”. Sorbe un trago de su agua y prosigue, “y quiero subrayar que aquel punto de inflexión vital, aquel concierto enorme que hizo que me diera cuenta de lo importante de las letras en el rock & roll, tuvo lugar aquí, en Barcelona. Que esta ciudad es un no parar”.

Morfi Grei acaba de sacar disco al frente de la nueva banda, la Ley de Morfi, “en la que voy a volcar toda mi creatividad y todas mis letras y literatura urbana y callejera”.

La Banda Trapera del Río surge en la segunda mitad de los 70, en el paso, a momentos sutil y a momentos huracanado, entre contracultura y subcultura, en ese momento de tierra de nadie que, en Catalunya, agarra al personal entre la muerte del dictador y la llegada de Pujol. En diciembre de 1977 encabezan el cartel del primer festival punk celebrado en el estado, en el Casino de l’Aliança del Poblenou y, al año, debutan con el EP La regla, que ofende y enoja a quienes tenía que ofender y enojar.

“Solamente estoy orgulloso de La Banda Trapera del Río. He tenido otras bandas, otros proyectos, otras canciones, pero la Trapera es mi ojito derecho… ¡o quizás debería decir el izquierdo!”. En 2010, Daniel Arasanz y Jaime Gonzalo escribían y dirigían un contundente documental sobre la historia del grupo, el aclamado Venid a las cloacas, y nuevas generaciones descubrían el legado, necesario, insobornable, de Morfi y los suyos.

Se inició en el punk para ser “el Lou Reed de Cornellà y Barcelona”. ©Anatoliy Hlodan

Barcelona: más allá de la postal y una historia de amor

“Aunque la gente se piense que soy muy de Cornellà, donde he nacido, la verdad es que yo soy muy de Barcelona. Y te digo una cosa, Barcelona no es sólo el Raval, las Ramblas o Paseo de Gracia. Esta ciudad también es Poblenou, Nou Barris, Poble Sec… Y es muy, muy grande”. El cantante ama la ciudad de la que sólo abomina de su clase política. “Lo que pasa es que tenemos algo a favor. Piensa que la han intentado hundir una y otra vez. Que si los sociatas, que si el nacionalismo, que si los chiripitifláuticos… pero Barcelona es Barcelona. Resiste. Aguanta. Incluso aquella urbe fantasmagórica de la pandemia, con las calles vacías, incluso aquella Barcelona, me encanta”.

El parroquiano cierra instantáneamente los ojos y rememora la que, quizás, haya sido su época más feliz en la ciudad, allá por los 90. “Salía de una clínica de desintoxicación, un centro privado para ricos donde estuve recuperándome a nivel de trabajo y de volver a relacionarme con la gente. Y me fui a vivir a un ático de millonetis en la Calle Casanova. Una noche, en que iba al concierto de una banda muy hortera de los 60 llamada Los Albas, me crucé con una transexual guapísima, que se prostituía por la zona. Ella intentaba hacer la chapa y yo obviamente dije que no, pero hablamos y, al final, acabamos yendo juntos a aquel concierto donde nos lo pasamos muy bien. Luego, nos acabamos enamorando. Lo que pasa es que ella quería seguir prostituyéndose, así que lo nuestro no pudo ser. Quién sabe cómo habría terminado. La cuestión es que fue una historia muy bonita”, declama, ahora con los ojos abiertos, con la mirada perdida en algún punto impreciso del botellero del Bar.

— Lo que es una historia muy bonita es la que tienen los clientes con nuestra oferta gastronómica. Tenemos de todo para un buen almuerzo. Platos combinados, raciones, bocatas, menú… Riquísimo todo.

Morfi Grei no pierde la sonrisa, según su retina abandona el brillo disperso del recuerdo y lo reemplaza por el destello concreto del aquí y ahora.

— Ración, clarísimo, —sentencia, mientras la que fuera su banda sigue sonando de fondo cantándole a Barcelona con toda el alma, brutal y veraz, de su subsuelo.

Los componentes de la Banda Trapera del Río, en sus inicios, a finales de los 70.