Luis Costa
El periodista, escritor y activista musical, Luis Costa.

Luis Costa: Algunos animales que bailan

El hecho de verle llegar al Bar implica que no está “dándole lumbre a un nuevo libro” en cuyo caso sólo se le encontrará en casa, “día y noche, hasta que saque algo en claro. Eso sí, una vez terminado y publicado, volver al hogar se complica y dilata sobremanera”, entre el trabajo diurno y el gusto por “transitar por las tinieblas de la nocturnidad”.

Es mediodía, momento idóneo para “un vermú con oliva, rodaja de naranja y chorrete de sifón”, acodarse a la barra y dejar que todo, empezando por el hilo musical de fondo, fluya.

“Con diecisiete años me planté en un bar pijo de Castelldefels con la noble voluntad de pinchar mi escueta pero jugosa colección de vinilos, a cambio de los refrigerios de rigor y cero pesetas. Trato que acepté sin pestañear, of course.  La oportunidad de escuchar toda aquella mandanga en un buen equipo y que el personal se echara unos bailes a mi costa, me tenía loco. Por no hablar de la gloriosa oportunidad que aquello me daba de pavonearme delante de las chatis”.

Aquel momento fue determinante en el porvenir del periodista, escritor y activista musical, Luis Costa, cuya trayectoria nunca ha dejado de estar ligada a notas y compases diversos, ya sea escribiendo, ya sea pinchando discos en infinidad de salas y saraos “para que los bailen las almas perdidas y demás fauna nocturna, de todo pelaje”. Una actividad con la que se lo pasa en grande “y encima me remuneran y me sirven licores para mojar el gaznate. Asombroso, pero cierto”.

Estos días se publica su tercer libro, Dance usted (Anagrama), “un ensayo sobre el baile que sale en la legendaria colección Nuevos Cuadernos de la editorial, recuperada de un tiempo a esta parte para gozo y algarabía de todos. Publicar junto a héroes, admirados y saludados como Billy Bragg, Ian McEwan, Emmanuel Càrrere, Michel Houellebecq, Kiko Amat, Lucía Lijtmaer, Eloy Fernández Porta o Paul B. Preciado, me da una felicidad extrema”.

Punto de partida, el underground

Después de aquel bautismo de fuego a los platos de aquel local de Castelldefels, “y tras mi lamentable y prescindible paso por fanzines del underground”, Luis Costa decidió dedicarse “a esto de escribir y percibir un jornal por ello”. Fue durante su primer año de universidad. “Yo venía colaborando gratuitamente en medios gratuitos de cuyo nombre no me quiero acordar, todo muy años 90, sí…  Durante ese primer año, como decía, entré a colaborar en el suplemento Rock and Clàssics, del Avui, rajando sobre música electrónica, o dance, o chumba-chumba. Y hasta hoy”.

El parroquiano decidió dedicarse “a esto de escribir y percibir un jornal por ello” durante su primer año de universidad

La mayor parte de su jornada la dedica a trabajar para el servicio de prensa de Razzmatazz, “desde hace ya demasiados años; todos los que he podido engañar a la empresa para mantener una nómina y ocuparme de los míos”. En 2016 debuta con su primer libro, el aplaudido y ampliamente reeditado Bacalao, una historia oral de la escena de baile en clubes y discotecas valencianas, entre 1980 y 1995, de la que se siente particularmente orgulloso. “Conseguir armar un artefacto literario que tuviera un mínimo sentido y tensión dramática ya fue un logro por encima de mis posibilidades y mi escaso talento. Verlo publicado ya fue un festín del que aun no me he recuperado”. Le sigue, en 2020, la publicación de Balearic, que recoge, a través de más de un centenar de entrevistas, la historia de las escenas de música de baile en las Pitiüses.

Luis Costa Anagrama
Dance usted de Luis Costa, publicado por Anagrama.

— Y también tengo dos hijos maravillosos.

— Hombre, ¡qué bien! ¿Y musicalmente siguen los pasos del padre?

El periodista y escritor Luis Costa sonríe, orgulloso: “Al mayor le va la cremita musical de todas las épocas y revoluciones por minuto, con parada final en el hip hop de última hornada, tipo Future y demás ídolos de la juventud que sería incapaz de reproducir”. Y aquí la sonrisa del parroquiano se interrumpe. “Al pequeño, intoxicado y pervertido por las amistades escolares y las radios de coches de los padres donde nunca se debió subir, le va ese estilo innombrable de raíz latina, talante misógino y pésimo gusto. Es un escenario tan doloroso como, espero, pasajero y circunstancial”.

Ciudad amada, a pesar de los pesares

“Amo Barcelona, a pesar de los pesares y de las gentrificaciones. Y amo a los barceloneses. Esta  ciudad y yo tenemos una relación maravillosa, tórrida y apasionada. Y, como no podría ser de otra manera, nos vemos obligados a que corra el aire cada tanto”.

— ¿Y cómo hacéis eso?

— Pues procuro darme el piro allá donde tiren mejor la caña; por lo que se me puede encontrar fácilmente en las barras madrileñas. Caña y tapa es mi religión.

Luis Costa
Luis Costa tiene “una relación maravillosa, tórrida y apasionada” con Barcelona.

A Luis Costa como a tantos otros barceloneses, le enamora la historia de la ciudad. “Me fascina ese ambiente del barrio chino de principios del siglo XX, que he podido recuperar a través de la música, el cine, la literatura, la fotografía, el teatro o la pintura. La inmigración, el lumpen, el trapicheo, las prostitutas, los marines, el flamenco, los tablaos, la absenta. Tendría problemas para escoger, en un momento dado y con visos de viajar en el tiempo, para decidir si me planto en Arc del Teatre en 1930 o en Tusset Street en 1967, concretamente el 13 de febrero, día en que se inaugura el Boccaccio”.

— ¿Y algo que puedas decir que te repugna de la ciudad?

— Pues mira, repugnar, lo que se dice repugnar, nada. Pero tengo que decir que soy otra persona desde que desapareció del mapa la cadena de panaderías La Baguetina Catalana.