Asoma por el bar a deshoras, el cielo ha oscurecido y Jordi Pujol Baulenas se toma un alto en su febril actividad al frente de la familia Fresh Sound Records, que aglutina diversos sellos musicales que posicionan a Barcelona en un lugar privilegiado en la cartografía internacional del Jazz.
“Lo mío, más que un trabajo, es una forma de vida —explica, tras pedir un café con leche—, me absorbe tanto que hay un montón de cosas que ocurren en el mundo de las que ni siquiera me entero”.
En la radio suena la Afrocuban Jazz Suite n.º 1 de Bebo Valdés con Eladio Reinón que él produjo hace ahora veintitrés años. “Uno de los momentos que recuerdo con más afecto, cuando aquí el Jazz Latino arrancó entre el gran público”, rememora.
Nacido en Barcelona en 1953, Jordi Pujol Baulenas viene de una familia con un gran amor por el Jazz y otras músicas como el Bolero, el Tango o el Blues. Un amor que él heredó y que le llevó, a los treinta años, a cofundar Fresh Sound Records (que, desde hace ya muchísimos años, dirige él en solitario), un sello referencial del que, todavía, muchos coleccionistas y aficionados creen que tiene base en Nueva York, tal es la calidad y referencialidad de este label que lanza a artistas nuevos y, a la vez, explora en la recuperación de grabaciones añejas, raras o inéditas, con una ingente labor bibliográfica de soporte.
Así, sólo en este complicado 2020 que acaba de quedar atrás, Jordi ha lanzado sendas antologías de René Thomas y Michel Haussier, respectivamente guitarrista y vibrafonista franceses, con piezas, notas y fotografías nunca vistas. Y, al mismo tiempo, ha publicado el debut del estadounidense Nicholas Brust, un nuevo disco del prometedor compositor galo, Joachim Govin, o el nuevo álbum de la veterana jazzista barcelonesa, Giulia Valle. Sólo por citar algunos de los múltiples proyectos en los que Jordi ha estado metido últimamente.
— ¿Y qué será lo siguiente?
— Por fin verán la luz las grabaciones del trío de Tete Montoliu con Jerome Richardson que grabé en el Estudio Gema de Barcelona, en 1988, aprovechando que en aquellas fechas actuaban en La Cova del Drac.
La constancia es la clave
“En 1984 viajé por primera vez a Los Ángeles y ahí me di cuenta de todo lo que había por hacer. Enseguida conecté con aquella ciudad, con su gente. Entonces, Barcelona era un lugar desconocido para los americanos y lo seguiría siendo hasta las olimpiadas, así que veían como una rareza que alguien que venía de un lugar ignoto y muy lejano tuviera el interés por ver y conocer a los músicos de Jazz, algunos ya avejentados entonces. Me sentí muy bienvenido”.
Desde entonces, Jordi ha viajado a Los Ángeles unas cincuenta veces, además de visitar otros lugares. “De las ciudades me interesa su gente, su historia, sus músicos, su actitud”.
— Con tanto vaivén, habrás conocido a miles de personas.
— Me ha dado un gran placer conocer a todos los músicos con los que he cruzado mi camino. Muchos ya no están y los echo de menos.
Acto seguido, enseña una fotografía posando con Bernard Hilda y a su mujer, Irene, en París, con la antología que publicó con la trayectoria del mítico violinista del Hotel Ritz. Otro de esos hitos que recuerda con especial cariño.
“Estoy muy satisfecho de los proyectos que he sacado adelante. En cada uno de ellos he trabajado muy duro y muchos han acabado siendo referenciales. El secreto es la constancia, no dar el brazo a torcer, concentrarte en tu trabajo, en tu oficio, en tu arte, y dar lo máximo. Con constancia siempre se obtienen resultados”.
Biógrafo del Jazz barcelonés
En 2005 veía la luz Jazz en Barcelona 1920-1965 (Almendra), impresionante historia del devenir del Jazz en la capital catalana en su casi primer medio siglo de vida firmada por Jordi Pujol Baulenas. Profusamente documentado e ilustrado, el volumen se acompañaba, además, de una caja de CDs con grabaciones difíciles (cuando no imposibles), publicado por Fresh Sound. Absolutamente impecable en todos y cada uno de los datos y anécdotas que recoge, el libro se establecía —y permanece, aún hoy— como referencia invicta sobre la historia del Jazz en Barcelona, y todavía se puede encontrar en la tienda que Jordi tiene en Sarrià, Blue Sounds.
“Ya no estoy orgulloso de esta ciudad, pero su fuerza es superior a la incompetencia de quienes la gestionan y confío en que volverá a recuperar aquel esplendor con el que brilló en los años 90”, admite.
— ¿Así, no tienes mucha relación con Barcelona, ahora mismo?
— Mi relación con la ciudad se centra en su ambiente jazzístico… Bueno, y el Barça. También me gusta el Barça, aunque últimamente me da más bien disgustos.