El músico Ignasi Terraza
El músico Ignasi Terraza, que atesora más de 50 discos como líder y como 'sideman'. ©Fernando Prats
EL BAR DEL POST

Ignasi Terraza: La música es una carrera de fondo, no de velocidad

“Hace unos años me presenté a la Jacksonville International Jazz Piano Competition. La verdad es que mandé mi maqueta sin saber muy bien qué esperar. El caso es que gané aquel concurso y acabé tocando ahí. Y, más curioso aún es que, mientras que en las calles de aquella ciudad actuaban gratis primeras espadas del jazz estadounidense, ¡el único concierto de pago era el mío!”. El pianista y compositor Ignasi Terraza sonríe a pie de barra, mientras rememora esta de entre mil anécdotas tras haber llevado su talento musical por todo el mundo, hasta los rincones más insospechados. En la calle, anochece.

“He dado muchas vueltas”, explica mientras degusta un agua con gas “con limón, pero sin hielo”, y de fondo los dedos de Oscar Peterson fluyen sobre las teclas expresando con suavidad los aromas del songbook tradicional americano. “He actuado en toda Europa, Estados Unidos, Sudáfrica, Marruecos, China, Colombia, Brasil, México, Turquía, Corea, Tailandia, Albania o Mongolia, entre otros”.

—¿Mongolia? ¿¿En serio??

El músico ríe. “Sí, Ulan Bator es otro mundo. Ahí toqué en el Teatro de ópera y ballet y se anunciaba mi nombre en la entrada a lo grande. ¡Parecía uno de aquellos grandes estrenos de cine de los años 40!”, rememora. Aunque, tal vez, de lo que se sienta más orgulloso es de haber actuado en dos ocasiones en el Lincoln Center neoyorquino, “en 2014 con la Big Band Barcelona Jazz Orquesta, junto con el vibrafonista Oriol Bordas, y cuatro años después con Andrea Motis”; y en cuatro ocasiones en el Blue Note de Tokio, también con la Motis.

“Estoy satisfecho de constatar cómo, al cabo de los años, mi trayectoria ha ido dejando un rastro en forma de discos, encuentros, trabajos, iniciativas… la música es una carrera de fondo, no de velocidad”, reflexiona este barcelonés cosecha del 62 que, además de hacer música, también la publica a través de Swit Records, el sello que él y su mujer, Miriam Guardiola, dirigen y que “en sus 20 años de andadura suma cerca de cuarenta referencias, entre discos míos y de otros”.

La música se impuso en Getxo

Invidente desde los 9 años, Ignasi Terraza empezó a “estudiar piano con la señora Loras, que era la mujer de Lluís Millet, el director del Orfeó Català, y el cuarto donde hacíamos las clases daba al escenario del Palau de la Música”. Cursó piano clásico en el Conservatorio de Barcelona, aunque enseguida se quedó abducido por el jazz y sus infinitas posibilidades. En paralelo, también se matriculó en la UPC y se convirtió en el primer licenciado en Informática invidente en España.

La  UPC le investirá Doctor Honoris Causa tanto por su trayectoria musical como por ser el primer licenciado invidente en Informática en España

Empezó a tocar en varios clubes a los 18 años, simultaneando su faceta de músico con su trabajo de informático. Pero, en 1991, la música se llevó el gato al agua. “Con el cuarteto que teníamos con el guitarrista David Mitchell ganamos un concurso del festival de jazz de Getxo, y con eso saqué mi primer álbum. A partir de ahí, ya necesité todo mi tiempo para dedicarme a la música”.

Un tiempo que el pianista ha aprovechado muy bien, atesorando más de 50 discos entre los grabados como líder y como sideman y colaboraciones con músicos de todo tipo: Bert Van Den Brink, Luigi Grasso, Scott Hamilton, Ulf Wakenius, Antonio Serrano, Joan Chamorro, Josep Maria Farràs, Sarah Dowling, Laura Simó, Randy Greer, Jesse Davis, Perico Sambeat o gigantes como Stacy Kent, Nicholas Peyton o (palabras mayores aquí) Lou Donaldson. En su agenda, un sinfín de proyectos con artistas y repertorios diversos: desde Porter hasta jazz de sabores aflamencados.

El pianista Ignasi Terraza
El pianista Ignasi Terraza. ©Jesus Cornejo

A modo de cierre del círculo, “el 21 de marzo la UPC me investirá Doctor Honoris Causa tanto por mi trayectoria musical como por ser el primer licenciado invidente en Informática en la historia de este país”, anuncia Ignasi con indisimulada ilusión.

Mientras haya músicos, habrá música

“Barcelona tiene muchos músicos, pero le faltan espacios. El boom del turismo no se ha traducido en un boom cultural, y las normativas restrictivas y la dificultad para obtener licencias han generado muchas pegas. Esta ciudad podría estar más viva con algo de empuje y de libertad de creación musical pero, por difícil que esté todo, mientras haya músicos, habrá música”, razona el pianista que, en este punto, decide acompañar la charla y el agua con gas con algunas raciones.

—Oído cocina.

Ignasi Terraza
Ignasi Terraza, que ha colaborado con múltiples músicos.

“Tengo una fuerte conexión con el Barrio Gótico —prosigue—, lo he vivido a fondo: de pequeño en el Palau de la Música, luego de joven con mis amigos en clubes como el Jamboree o el Harlem, y ya después porque mis hijas estudiaron en el colegio Sant Felip Neri”. La ciudad le gusta y la anda y vive y respira, “pese a las obras que se eternizan y a problemas de accesibilidad como las plataformas únicas, que para las personas que no vemos son un problema porque no delimitan bien por dónde pasan los peatones y por dónde los vehículos. Y ahora, con los coches eléctricos que son tan silenciosos y no los oyes llegar, nuestra seguridad depende exclusivamente de la atención del conductor. Eso no debería ser así”.

Pasan unos segundos en que Ignasi Terraza remata sus raciones y su agua con gas y se deja embelesar por la interpretación de Oscar Peterson del Have you met Ms. Jones. 

—Después de la cena frugal, ¿vas a querer algo de postre?

El músico vuelve a sonreír: “¡Por supuesto! Siempre me gusta acabar con algo dulce”.