Cada año, de una manera o de otra, voy a la Fira del Llibre en Català. Algunas veces, porque me toca firmar o dar una charla. Otras, porque me gusta ir a ver quién firma y quién da charlas. Para ir a comprar alguna edición cara y preciosa de Adés i Ara. Para ver qué se publica para niños. Para conseguir esa estantería de cartón que te regalan (o te regalaban, que no sé si siguen haciéndolo) según el dinero que gastas en compras.
Este año se ha hecho en el Port Vell, una ubicación que no me acaba de gustar: hace mucho calor, no hay sombra y pasear por allí no apetece. Caminar bajo el sol entre los tenderetes te hace ir deprisa. Me gustaba que estuviera en las Drassanes, a cubierto, y puestos a cambiar, también me gustaba más que estuviera en La Catedral, donde “te la encontrabas” y donde todo el mundo ya está muy acostumbrado a que allí se organicen ferias, como la de los belenes, por navidad.
Este fin de semana he ido a dar una vuelta con mis amigas y con los hijos, para saludar a otra amiga, que está allí con su editorial independiente: Les hores. Comparte stand con los de Llegir en català. Es Maria Sempere. Nos conocimos por casualidad. Un día, en una parada de autobús, un desconocido me dio un libro suyo, Historia de un matrimonio, del noruego Geir Gulliksen, asegurándome que me encantaría. Así fue, y así lo pregoné, como siempre hago cuando algo me gusta: quiero que todo el mundo se aproveche de la buena nueva. Nunca guardaré para mí sola el nombre de un buen restaurante desconocido, de un bar curioso, de un artista minoritario, porque justamente me gusta que lo que me gusta sea muy popular y todo el mundo lo disfrute.
Total, que María Sempere, al ver mi aprecio por el libro, me pidió si quería presentar al autor, que vino a Barcelona, y yo, encantada, dije que sí y lo hicimos en la Laie. Si les digo que Historia de un matrimonio trata del amor tal vez no querrán leerlo. Pues entonces, mejor que les diga que es una novela, muy noruega, sobre el “no amor”. Este libro, y todos los demás que ha publicado la editorial Les hores, ha hecho que María se convierta en mi amiga (siempre me hago amiga de quien admiro). Como la protagonista de la novela, María, conmigo y con las amigas con las que visitamos la feria, vamos a correr por la montaña regularmente. A menudo, corriendo, hablamos de libros.
Cuando llegamos a la feria, en uno de los escenarios hay una pequeña cata del espectáculo Ovidi 25, un concierto que rinde tributo a Ovidi Montllor, que murió hace 25 años. El recital es a cargo del cuarteto formado por David Caño, David Fernández, Borja Penalba y Mireia Vives. David Fernández, el ex diputado de la Cup, que aquí toca la guitarra y canta, cuenta —y estoy de acuerdo— que “Ovidi es el Leonard Cohen de los Països Catalans”. Pero como vamos con niños pequeños, no nos entretenemos mucho delante del escenario: están tocando, en estos momentos, la preciosa Homenatge a Teresa, que contiene un spoiler sobre el espíritu navideño. Traduzco:
Ella nos dijo de donde veníamos
Y que los reyes de Oriente
No existían…
Ni lobos ni espíritus.
Mi hija, cuando era pequeña, un día que íbamos en coche y oíamos Catalunya Música nos dijo: “Siempre decís que esta canción es preciosa ¡y siempre que suena la quitáis! ¿Por qué?”. Era por eso.
María sale del tenderete y nos saluda, acalorada. “Aquí dentro te asas”, dice. Y se refiere al calor. Mientras habla con nosotros, un compañero le vende los libros. Hoy por ti, mañana por mí.
No nos entretenemos mucho rato porque el sol es de justicia, pero luego, cuando ya nos hayamos marchado, se pondrá a llover. Es difícil que la mayoría de gente vaya a la feria en estas condiciones. Se trataría de hacerla confortable y moderna, con espacios para niños y jóvenes, con más zonas para tomar copas o comer, con espacios para poder leer. ¿Por qué razón tengo que ir a la feria y no a una librería? Porque allí habrá experiencias, colegas, lectores, sofás, sombra, vino… Igual me hago mayor, pero, la recuerdo tan llena de gente, la feria de las Drassanes…