Eva Espinet escritora
La escritora y antropóloga Eva Espinet, firmando libros el día de Sant Jordi.
EL BAR DEL POST

Eva Espinet: El viaje omnipresente

“Soy hija y sobrina de periodistas, así que desde niña asistí a las tertulias de periodistas y gente de la cultura que se organizaban en casa. Les observaba con ojos curiosos y de ellos mamé la pasión por la escritura, la fotografía y estar al día de todo lo que acontecía a mi alrededor”. Es mediodía y la escritora y antropóloga Eva Espinet paladea un vermú frío con unas gotas de angostura. De fondo, el elocuente fraseo de la pianista Connie Han y, sobre la barra, la primera novela de la parroquiana, Un punto azul en el Mediterráneo (Harper Collins) “de la que la editorial se enamoró y quiso publicar, sin cambiar ni una sola palabra”.

—¡Enhorabuena! ¿De qué va?

—La acción transcurre en Palamós en 1995. Ahí, Marina se reencuentra sesenta años después con un amor de adolescencia, Hans, un nazi que luchó en la Segunda Guerra Mundial. Una devastadora revelación pondrá a prueba el valor de los protagonistas en el momento más decisivo de sus vidas.

Con estudios de Geografía e Historia y licenciada en Antropología Cultural y Social, Eva Espinet asegura que “ser historiadora y antropóloga me abrió las puertas de las principales agencias de publicidad y como periodista en los Juegos Olímpicos del 92. Desde entonces, trabajo en todo lo que tiene que ver con el ámbito de las palabras”. Así, es autora de varios libros como Apolo, 75 años sin parar de bailar, sobre la mítica sala de Nou de la Rambla, o un Diccionario de citas, dichos y refranes, “por el que me pagaron, en su día, un millón de las antiguas pesetas, lo cual me permitió vivir un año en Londres. ¡Fue como si me hubiese tocado la lotería!”.

La trascendencia está en los viajes

Aquel año de Londres fue el primero de los viajes que han marcado los principales puntos de inflexión en la trayectoria vital de la escritora. “Mi segundo viaje decisivo coincidió con la crisis de 2013. Mi mujer y yo nos fuimos a vivir al Sudeste Asiático. Fue una experiencia personal increíble que plasmé en un relato, Días de Asia, que recibió el premio Accésit en el VI Premio de Relatos Mujeres Viajeras y se publicó en un libro”.

—¡Caramba! ¿Y qué os hizo volver?

“El hecho de que me ofrecieran un trabajo que no pude rechazar, pero pronto la vida dio un giro y abrimos las puertas de nuestra casa para organizar en ella eventos gastronómicos para gente de todo el mundo”. Así, la parroquiana ejerció durante cinco años de chef en casa, llevando de viaje al prójimo a través del paladar. “Y cuento esto porque una de nuestras invitadas, Robin Keuneke, una escritora estadounidense, me ofreció colaborar en su libro The Iberian table: an introduction to the Spanish Mediterranean diet como directora de arte, fotógrafa y asesora de contenido”. El libro se publicará a finales de este año, asegura Eva, sonriente y por confesión propia, de carácter rebelde y obstinado, “puro fuego y pasión, como buena aries”.

Orgullosa de haber llegado a escribir su primera novela, “una aventura arriesgada que me llevó tres años y que fue el fruto de una pandemia”, Eva Espinet asegura estar ya preparando su segundo libro de ficción que, adelanta, “transcurrirá en Italia y los protagonistas serán una familia partisana”.

Un punto azul en el Mediterráneo, la última novela de Eva Espinet

La ciudad del beso

La constante del viaje vuelve a salir. “Soy una enamorada de Barcelona, aunque ese flechazo ocurrió tras viajar por el mundo porque, hasta entonces, se me quedaba pequeña y me parecía provinciana. Entonces, me di cuenta de que era una privilegiada por haber nacido aquí”.

Entusiasta de su barrio, el Eixample, la escritora Eva Espinet asegura que va a todos sitios caminando “por esta ciudad cosmopolita, vibrante, mediterránea, donde el sol nos ilumina trescientos días al año, un lujo, rodeada de montañas únicas donde esquiar, y pueblos maravillosos”. Aun así, pone de manifiesto su desesperanza “al ver la degradación de barrios como el Raval o la Ribera, lugares con tanta historia y mestizaje que parecen abandonados a su suerte y es una lástima. Vecinos de toda la vida malviven y son acosados por inversores buitres que se quieren cargar la ciudad”.

Pero gana el amor. “Hay un rincón en Barcelona, desconocido por muchos locales, y que es pura poesía. Hay que ir a la plaza de Isidre Nonell para descubrirlo. Es una fotomosaico realizado por el fotógrafo Joan Fontcuberta y el ceramista Antoni Cumella y se titula El mundo nace en cada beso. El mural se compuso con las fotografías de barceloneses anónimos sobre cuatro mil azulejos que conforman una sola imagen: dos labios besándose. Celebra el amor libre y universal. La obra convierte a esta en la ciudad del beso, una metáfora extraordinaria de la pluralidad de gente que coexiste aquí. Yo creo que es un beso entre dos mujeres, una bella representación de esa pluralidad. ¡A mí me encanta!”, asevera dando cuenta final de su vermú e incitando a los barceloneses a viajar por su propia urbe.

—Lo que te encantará es nuestra oferta gastronómica, si después del vermú te quieres quedar a comer. Tienes de todo: raciones, tapas, menú, plato combinado, carta. ¡Exquisiteces todas!

Eva Espinet no puede entonces reprimir su carcajada, antes de determinar, sin atisbo de duda, que “¡donde esté la carta, que se quite lo demás!”.