Autoretrato del fotógrafo barcelonés Sergi Escribano
Autoretrato del fotógrafo barcelonés. ©Sergi Escribano
EL BAR DEL POST

Sergi Escribano: El arte de mirar por un círculo y plasmar en un rectángulo

Me enamoré de la fotografía siendo un niño. Se podría decir que, básicamente, me salvó. He tenido una relación muy especial con mi gran pasión, que al final se ha convertido en mi forma de pagar facturas y de vida”.

Mientras degusta una pinta de cerveza a pie de barra, Sergi Escribano explica cómo ocurrió todo: “Mi padre trabajaba en una pastelería en Les Corts y, ahí, “el fill del amo tenía un pequeño laboratorio donde revelaba sus rollos fotográficos y positivaba en una ampliadora. Cuando yo iba a ver a mi padre al trabajo, me dejaban subir a verlo. Aquella alquimia me atrapó al momento ¡Imagínate para un crío del Barrio Chino ver aquello! A veces pasaba por ahí un señor que también entendía algo de fotografía. Mi padre siempre me decía ‘ese hombre es un genio’. Yo no entendía el significado, pero luego, años más tarde, sabría que se refería a Joan Fontcuberta”.

–¿El mismísimo Joan Fontcuberta?

–Sí. Y por supuesto que es un genio.

La mirada de intenso color café del parroquiano se desliza, de un lado a otro del espacio, por encima de las ojeras propias de ese insomnio típico de “la vida de autónomo en tiempos de crisis”, antes de fijarse en puntos concretos y capturar su luz, sombra, formas y alma en la retina.

Volviendo a su actividad, Sergi Escribano confiesa haber vivido temporadas de desconexión entre su pasión y las obligaciones de la propia profesión. “Digamos que soy mucho más creativo cuando vuelo libre, algo inherente a la condición humana. Yo no tuve alternativa, es como el amor, y sabía perfectamente que no iba a ser para nada fácil ni placentero muchas veces”, argumenta quien entiende el hecho de fotografiar como algo más que apretar el botón de un obturador: “A mí me pagan por observar. Ver por un círculo y plasmar en un rectángulo es todo un arte”.

Finalista en prestigiosos certámenes como el StreetFoto de San Francisco, el London Street Photography Festival, el Signo Editores Numen, el Smithsonian Photo Contest, el Street Photography de The Independent, el Caminos de Hierro (todavía pendiente de fallo) y vencedor del H20 / νερό / ὕδωρ/ water / aqua del Corinth Exposed Photography, no son pocos los artistas que piden ser retratados por él: Desde la escritora Paz Velasco, hasta el compositor Marco Boi. “Algo que me produce una profunda satisfacción es ver la cara de sorpresa del cliente al entregar un trabajo. A veces (¡muy pocas!) ocurre lo contrario”, ríe, ya a punto de pedir otra pinta.

La novedad es que, del 10 al 17 de julio, el fotógrafo participará en el festival Kronos Art BCN´21, con exposición y venta de obra fotográfica a través de una subasta benéfica en el Arts Santa Mònica. “¡No se lo pueden perder amigos!”, exclama levantando la copa.

Volver a empezar

Hace unos años, Sergi Escribano tuvo que volver a aprender a caminar de nuevo a raíz de un accidente. “Acababa de hacer un trabajo de foto fija para una película, estaba haciendo varios reportajes corporativos y tenía una serie de proyectos personales en marcha, todo iba viento en popa y, de repente, ahí me veo: un montón de tornillos en la columna y un dolor indescriptible. Luego vendría otro dolor, mucho más profundo”.

En aquella época aciaga es cuando asegura haber hecho más fotos. “No utilicé cámara. Las hacía para mí, guardo algunas en mi mente”. Y añade la importancia que, para él, tiene “el hecho de haber tenido siempre un punto de apoyo muy importante, la madre de mi hijo, Ana”.

Feria de Abril ©Sergi Escribano-Getty Images

Un niño del Barrio Chino

“Soy un currante, uno más de la working class nacido y criado en el Barrio Chino entre macarras, prostitutas, hooligans y buena gente, también. Fui niño en una época en que ‘el caballo y la Parca’ hacían visitas personalizadas sistemáticamente, de bloque en bloque, rellano por rellano. Por desgracia viví episodios terribles en mi adolescencia, vi cosas que espero que mi hijo no vea jamás. Había una violencia sistemática”. Por este motivo, Sergi Escribano nunca ha estado interesado en la fotografía de conflictos. “Cuando vives de cerca según qué situaciones, lo último que te apetece es volverlas a ver, y mucho menos retratarlas”.

–¿Te has alejado vitalmente de aquello?

–Hasta cierto punto. Aunque he vivido en unas cuantas ciudades, mi vida está marcada por un tetraedro regular cuya base sería el Barrio Chino, Sant Antoni y Poble Sec. Incluso a miles de kilómetros he sentido la llamada de ese magnetismo, tu cuerpo gravita en otro sitio, pero mente y corazón están anclados a ese lugar.

Verbena de Sant Joan 2021 ©Sergi Escribano

No obstante, el fotógrafo confiesa sentir cómo ese tetraedro “se está desmoronando” y lamenta “que Barcelona se haya convertido en un parque temático, un producto low cost para un turismo chancletero de borrachera y a la vez un producto de lujo para sus residentes. Me entristece enormemente ver muchos días calles cortadas y militarizadas en el Poble Sec, para desahuciar a familias con niños. Por favor apúntalo bien, eso me repugna y me produce una tristeza infinita”. Tras estas palabras, Sergi permanece silencioso, cavilando, mientras apura su segunda pinta.

–¿Querrás algo más? Hoy invita la casa.

–Pues ya que se invita, me pondré la servilleta de cuadraditos y haré un menú con su postre y carajillo incluido. ¡Hay que aprovechar!