Las aguas residuales que llegan a la depuradora del Baix Llobregat (EDAR), situada en El Prat y una de las más grandes del sur de Europa, ya no se vierten al mar. Una vez depuradas, se someten a un tratamiento adicional que incluye métodos físico-químicos, de microfiltración y de desinfección con luz ultravioleta, hasta convertirse en agua pre-potable que se devuelve al río. Este recurso hídrico, denominado agua regenerada, constituye el pilar central de la estrategia que ha diseñado Aigües de Barcelona para luchar contra el actual contexto de sequía extrema que sufre Catalunya y también para acabar definitivamente con el déficit hídrico estructural de la región metropolitana.
Actualmente, la estación de regeneración de agua (ERA) del Llobregat produce 1.500 litros por segundo, un caudal que se bombea desde El Prat aguas arriba, hasta Molins de Rei, donde se vierte al río. Ocho kilómetros más abajo, esta agua vuelve a ser captada para su potabilización en la planta de tratamiento (ETAP) de Sant Joan Despí, que la inyecta en la red de suministro que llega a los hogares. En el actual contexto de severa sequía, este volumen de agua regenerada equivale al 25% del total del agua que se consume en el ámbito metropolitano (6.000 litros por segundo). Otro 33% corresponde al agua procedente de la desalinizadora del El Prat, que trabaja también a pleno rendimiento, el 23% es agua subterránea (pozos y acuíferos) y sólo el 19% corresponde al agua de los ríos, es decir, de los pantanos que integran el sistema Ter-Llobregat. Hasta ahora, en un año considerado normal, el agua desalinizada solía aportar únicamente el 5% del recurso hídrico y el 95% dependía de fuentes ligadas a la climatología, es decir, al agua superficial y subterránea.
En total, en 2022 la ERA de El Prat y otra de menor dimensión ubicada en Gavà produjeron 50 hm³ de agua regenerada, cifra equivalente al consumo de un millón de habitantes y que este año se prevé que aumente a 55 hm³, alcanzando los 1.800 litros por segundo. Según Àngels Vidal, directora de las ecofactorías de Aigües de Barcelona, producir agua regenerada es tres veces más barato que desalinizar agua de mar y reduce a la mitad la huella de carbono.
Aunque la ERA Prat tiene una capacidad teórica para producir hasta 80 hm³, esta cifra no puede alcanzarse, ya que no llega suficiente volumen de agua residual a la depuradora. “Ya estamos regenerando toda el agua depurada de la que disponemos”, explica Vidal, quien recuerda que el agua regenerada de El Prat se destina también a otros usos, como el mantenimiento del caudal ecológico del río, a mantener los humedales del Delta del Llobregat, a frenar la intrusión salina para evitar la salinización del acuífero y a usos industriales y de riego agrícola. Además, como consecuencia de la sequía, a la ERA llegan diariamente entre diez y veinte camiones cisterna que reparten agua regenerada por los municipios metropolitanos, que los destinan al baldeo de calles o a riegos de mantenimiento.
Si la producción de agua regenerada en El Prat no puede aumentar, ¿cómo va a ser posible que este recurso se convierta en el escudo definitivo antisequía? La solución consiste en replicar el modelo circular que se ha implantado en el Llobregat en la cuenca del río Besòs, un proyecto que requerirá una inversión pública por parte de la Generalitat de 1.500 millones de euros y que Aigües de Barcelona urge a ejecutar cuánto antes para aprovechar los fondos Next Generation de la Unión Europea. Se trata de construir una ERA debajo de la gran explanada del Fórum, donde también se encuentra la depuradora del Besòs que, a diferencia de la del Llobregat, actualmente vierte las aguas depuradas al mar.
“Es urgente replicar el modelo de éxito del Llobregat al Besòs, porque nos permitirá regenerar el 100% del agua que consumimos”, asegura Josep Lluís Armenter, coordinador del plan de sequía de Aigües de Barcelona. Según el ejecutivo, esta nueva ERA, junto con el agua desalinizada y otras actuaciones que están en marcha o proyectadas en el Besòs y el Llobregat permitirán disponer de un volumen adicional de agua de 180 hm³ anuales. “Esta inversión permitiría dejar de depender del agua de lluvia y garantizar la resiliencia hídrica de 5 millones de habitantes”, subraya el directivo. “Con este proyecto, ésta sería la última sequía en términos de reservas y consumo de agua que sufriría Barcelona”, sentencia la empresa encargada de gestionar el ciclo del agua en 23 municipios metropolitanos.
En este contexto, Armenter de de Aigües de Barcelona señala que el área de Barcelona consume alrededor de 190 hm³ al año y que gracias a la ERA del Prat (45 hm³) y a la desalinizadora (60 hm³) —que aportan un recurso garantizado de 105 hm³— el déficit hídrico estructural es de alrededor de 80 hm³. En consecuencia, esta aportación adicional de 180 hm³ que se proyecta permitiría dar carpetazo definitivamente a este déficit y dejar de depender totalmente del agua de los pantanos, con el consecuente incremento del caudal ecológico de los ríos de las cuencas internas.
Este proyecto inversor cuenta con el aval de la Generalitat, la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) y el AMB, pero hace falta que se ponga en marcha urgentemente, ya que su ejecución es compleja y requerirá entre tres y cuatro años de obras. Mientras, la empresa está llevando a cabo otras actuaciones en el Besòs, como la recuperación del Rec Comtal y la ampliación de la planta potabilizadora (ETAP Besòs). Asimismo, también se ejecutan obras de mejora de las plantas de Sant Joan Despí y Sant Feliu y se han recuperado pozos que estaban en desuso, entre otras medidas incluidas en el plan de lucha contra la sequía.
Próxima declaración del estado de emergencia
Los pantanos de las cuencas internas de Catalunya tienen actualmente unas reservas de solo el 19%, un mínimo histórico, por lo que el Govern declarará la próxima semana el estado de preemergencia, lo que supondrá intensificar algunas de las medidas y restricciones que ya están vigentes en la actual fase de excepcionalidad. Según el director de la ACA, Samuel Reyes, la situación “es realmente crítica”, por lo que pide máxima concienciación por parte de los ciudadanos para ahorrar agua no solo en casa, sino también en las oficinas, gimnasios o actividades de ocio. La ACA destaca que la escasez de lluvias acumulada en Catalunya equivale a una carencia de 300 hm³ de aportaciones a las cabeceras de las cuencas internas, por lo que estamos claramente “ante una sequía histórica” que seguirá agravándose. En este sentido, las previsiones meteorológicas no prevén episodios significativos de lluvia las próximas semanas, por lo que la emergencia podría decretarse en diciembre.
Según el plan de sequía de la Generalitat, la fase 1 de la situación de emergencia se declarará cuando las reservas de los pantanos desciendan al 16%. Esto significará que los municipios no podrán superar un consumo de 200 litros por habitante y día, frente a los 230 litros actuales. En la fase 2 de la emergencia, este volumen bajará a 180 litros y en la fase 3 a 160 litros. Hay que tener en cuenta que estos consumos son la suma de todos los usos: doméstico, industrial, urbano, municipal y agrícola. Si solo se tiene en cuenta el consumo doméstico, en Barcelona, por ejemplo, este indicador se sitúa en los 105 litros por habitante y día, por debajo de la media de Catalunya (117 litros, y del conjunto de España, 131 litros).
Pruebas técnicas para reducir la presión de la red
Uno de los sistemas que puede aplicarse para reducir el consumo es disminuir la presión de la red de suministro de agua. En este sentido, Aigües de Barcelona empezó en septiembre las pruebas técnicas para ejecutar esta medida, que ya tiene preparada para poderla aplicar cuando la ACA así lo obligue. Hoy por hoy, todos los municipios del AMB cumplen con los límites de consumo establecidos, pero esta situación puede cambiar cuando se decrete la fase de emergencia.
“Hemos realizado pruebas de reducción de la presión en 15 de los 180 sectores en que tenemos dividida la red y no hemos registrado ninguna incidencia en el suministro de agua”, ha explicado Armenter, que ha cifrado en un 7,6% el ahorro de agua logrado con esta medida, aunque el ahorro podría llegar a ser del 20% si hace falta para llegar a los 180 litros por habitante y día de la fase 2 de emergencia. Según el directivo, si se reduce la presión, quienes lo notarán serán especialmente los vecinos que vivan en las plantas más altas de los edificios, aunque, en una primera fase esta medida se aplicaría únicamente de noche. “Llevamos dos años trabajando en este proyecto y tenemos la red preparada, concluye.
A diferencia de otras ciudades, que utilizan bombas para elevar el agua a los pisos más altos, en Barcelona la red está altamente presurizada, ya que la normativa obliga a garantizar una presión equivalente a una columna de agua de 15 metros, cifra que habitualmente se supera. En este sentido, las pruebas que Aigües de Barcelona ha realizado hasta ahora no han disminuido la presión por debajo de esos quince metros, por lo que los ciudadanos no lo han notado, precisa Armenter.