foto antigua Fachada Majestic
Imagen histórica del Hotel Majestic del Paseo de Gràcia, que ha cumplido ya 105 años.

El Majestic conmemora una fuga de película

El histórico hotel barcelonés recuerda la huida del régimen nazi y el franquismo del primer ministro belga, Hubert Pierlot, y su ministro de exteriores, Paul-Henri Spaak, en 1940

Todas las placas conmemorativas repartidas por la ciudad tienen una historia detrás. Unas destacan la estancia de alguien en ese lugar. Otras informan al paseante curioso que tal persona nació o vivió en una dirección concreta. Sin embargo, la que se ha instalado esta semana en el vestíbulo del Hotel Majestic va más allá: no solo recuerda a dos huéspedes ilustres, sino que también conmemora su huida, digna de ser reflejada en una novela o una película de guerra, aventuras y política internacional.

La convocatoria era a las siete de la tarde. El ministerio de asuntos exteriores del Reino de Bélgica, a través de su consulado en Barcelona y el Majestic Hotel Group invitaron este miércoles por la noche a una buena representación de la comunidad belga en la ciudad y a otros barceloneses para recordar un episodio que sucedió en el hotel de Passeig de Gràcia 68-70 un 19 octubre de hace 83 años: la fuga de España de Hubert Pierlot, primer ministro del gobierno belga y su ministro de asuntos exteriores, Paul-Henri Spaak. Un peligroso viaje entre Barcelona y la frontera portuguesa escondidos en el doble fondo de una furgoneta. Un viaje que acabaría con un vuelo a Londres para formar allí un gobierno en el exilio, pues Bélgica, como buena parte de Europa, había sido invadida por tropas alemanas en primavera de 1940, inicios de la segunda guerra mundial. 

El acto lo abrieron a dúo Malco Par y Pascal Billard, director del Grupo Majestic y director general del hotel, respectivamente, quienes alternaron catalán, castellano y francés para dar la bienvenida y poner en contexto la historia: mismo hotel, que este año ya está en su 105 aniversario, ocho décadas después. Dos diplomáticos le siguieron: Pierre-Emmanuel Brusselmans, cónsul de Bélgica en Barcelona y Philippe Jottard, embajador honorario de Bélgica, recordaron la importancia que tuvo el paso de los dos antiguos políticos por Barcelona, hasta el punto de que la historia de la actual Unión Europea pasó por el hotel, pues Spaak acabó convirtiéndose en uno de los padres del germen de la Comunidad que progresivamente fue creciendo hasta ser la UE. 

Además de los hoteleros y los diplomáticos, el protagonista destacado del acto fue Lluís Permanyer, periodista, historiador y cronista extraoficial de Barcelona, que rememoró con detalle lo que sabía y lo que había averiguado sobre la evasión de los dos políticos belgas perseguidos por los nazis en Europa y vigilados por la policía franquista en España. Permanyer contó que el primer ministro y el encargado de exteriores salieron de Bruselas, como el resto del gobierno al ser depuestos por el régimen nazi. Pierlot y Spaak pasaron por Francia rumbo al sur en un viaje algo zigzagueante hasta llegar a la frontera española por Catalunya. Su objetivo era llegar a Inglaterra, país que aguantaba los embates alemanes, a través de Portugal. Lisboa se mantuvo al margen de la contienda. Su declaración de neutralidad lo convirtió en una de las últimas rutas de escape del continente para los que huían del régimen de Hitler. 

La estancia en un hotel barcelonés

Los belgas llegaron a La Jonquera y no se les permitió el paso al no tener visados. En espera de ellos, fueron trasladados primero a Girona y luego a Barcelona, donde la policía recibió la orden de seguir siempre sus pasos. Oficialmente, no estaban detenidos, aunque sí bajo vigilancia policial constante. El entonces cónsul belga en Barcelona, Marc Jottard, les recomendó alojarse en un hotel en el que él mismo vivió algunas semanas a su llegada a su nuevo destino como diplomático: el Majestic. Los nuevos huéspedes llevaron una vida discreta y bastante rutinaria, con paseos, visitas al consulado, al domicilio de Jottard, al cine (nunca vi tanto cine y documentales en mi vida, confesó luego el ministro de exteriores), y a comer frecuentemente al restaurante Los Caracoles, establecimiento que por entonces ya era centenario. 

Lo que en realidad escondía aquella estancia en el hotel en espera de unos visados que no llegaban, era un plan de evasión hacia Portugal que se llevaba en el más estricto de los secretos y lo sabían contadas personas. Entre ellas, la carismática Alicia Reyes, secretaria del consulado, una amiga suya, empleada del Majestic y un puñado de personas más, tanto del hotel como del entorno de la legación belga, que guardaban silencio y discreción absoluta sobre lo que iba a pasar. Ni siquiera la embajada de Bélgica en España, con sede en Madrid, fue informada de la delicada operación. Todos se la jugaban. 

fuga Hubert Pierlot gobierno belga Paul-Henri Spaak Hotel Majestic Barcelona
En el centro, Pierre-Emmanuel Brusselmans, cónsul de Bélgica, con Philippe Jottard, embajador honorario, descubriendo la placa conmemorativa.

A la libertad en furgoneta Chevrolet

La historia tiene tintes de película de aventura, aunque las películas a veces quedan cortas frente a la realidad. El caso es que gracias a los contactos de Alicia Reyes, que más que secretaria del consulado fue la mano derecha del diplomático, mujer de recursos y persona muy activa ayudando a la resistencia contra los nazis, la idea de convertir una furgoneta Chevrolet en escondite de los dos políticos belgas se hizo realidad. Maurice Heining se encargó de modificar la cabina para instalar un doble fondo donde viajarían Pierlot y Spaak, que iban a pasar de estar alojados en el Majestic a pasar unas 23 horas de viaje en un espacio mínimo y cerrado donde hasta se había practicado un agujero para orinar en movimiento.  

El plan de evasión se aceleró por la coincidencia de circunstancias que tensaron el ambiente: el 15 de octubre, el ejército franquista fusiló a Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya, detenido semanas antes por agentes de la policía militar alemana en una casa de La Baule-les-Pins, junto a Nantes, para  entregarlo luego a las autoridades franquistas. Paralelamente, Heinrich Luitpold Himmler, líder de las temidas SS nazis, programó un viaje a Madrid y Barcelona para esas fechas. La evasión tenía que ser inminente o la vida de los belgas se vería amenazada.

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La placa para recordar los hechos históricos que se ha instalado dentro del emblemático hotel barcelonés.

Con Maurice Hening al volante y los políticos escondidos, la furgoneta Chevrolet arrancó y solo paró para repostar. A lo largo del camino, para disimular, el conductor llevó a bordo incluso a Guardias Civiles que patrullaban a pie. Una deferencia forzada que permitió que el viaje fuera algo menos peligroso. Mientras tanto, en Barcelona, los policías encargados de vigilar al primer ministro y al encargado de exteriores, habían acortado su servicio: acostumbrados las rutinas de ambos, fueron a ver un partido del Barça al campo de Les Corts en las primeras horas de la huida. Al día siguiente, al ir al Majestic no los encontraron. Al pasar las horas se alarmaron: posiblemente se habían escapado, aunque no informaron a su comisario hasta bastante más tarde: no se atrevieron a interrumpir la corrida de toros que disfrutaba su jefe. Mientras tanto, Spaak y Pierlot cruzaron la frontera con Portugal tras 23 horas y pudieron llegar luego hasta la capital británica vía aérea. 

Todo eso son ya anécdotas que parecen también sacadas de un guion, aunque en realidad esa huida fue una operación peligrosa que tuvo que ver directamente con la formación de la Europa que conocemos: en 1944 el gobierno en el exilio pudo volver a Bruselas desde Londres tras cuatro años. Pierlot lideró un nuevo, aunque corto, gobierno de concentración nacional y Spaak se convirtió en el primer presidente de la asamblea de la ONU. También fue el iniciador de la unión aduanera del Benelux y el redactor de la carta fundacional de las Naciones Unidas. También presidió la Organización Europea de Cooperación Económica, el Consejo de Europa y fue padre de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, base sobre la que se construyó la Comunidad Económica Europea y la actual unión Europea. 

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El cronista Lluís Permanyer durante el relato de este curioso episodio, en un acto que reunió a una buena representación de la comunidad belga en la ciudad.

Y todo eso tras escapar del Majestic dejando todo atrás: las camas hechas, las maletas en la habitación, el coche aparcado en Paseo de Gràcia y las facturas por la estancia sin pagar. Las deudas las asumió enseguida el consulado. Se abonaron tras los interrogatorios e incluso detenciones de la policía a varios empleados del hotel y e incluso al personal no diplomático del consulado los días siguientes a la evasión. Para entonces, los dos protagonistas de la historia ya estaban en Reino Unido. 

Toda esta aventura se ha recordado esta semana en el mismo establecimiento, que luce una placa que recuerda esta aventura de película que acabó siendo clave para la historia de este continente. Una historia que pasó en y por Barcelona.  

 

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La factura del hotel en la que consta el alojamiento de los dos ilustres huéspedes.