Emma Vilarasau convertida en la estrella cómica Lali Symon.
TEATRO: LALY SIMON

La vida de las mujeres importa (y no hace falta ser feminista para afirmarlo)

Hasta el 30 de julio, las atrices Emma Vilarasau, Mont Plans y Júlia Bonjoch representan “Lali Symon” en el Romea, una obra excelente dirigida por Sergi Belbel

Lali Symon es una actriz que todos los días emite por televisión un directo grabado en el que cuenta una vida que ella no tiene y nunca tendrá. Es una contradicción vital de la protagonista, que le ha llevado a esconder que es madre soltera. Su hija nunca ha ido a ningún programa suyo, ni tampoco ha podido explicar a nadie que la famosa Lali Symon que toda la población mira por televisión es su madre. Nadie las relaciona porque en televisión Lali Symon lleva pelucas, gafas y trajes estridentes. Ésta es una de las tramas de la obra de teatro Lali Symon, que el director Sergi Belbel ha escrito para que las actrices Mont Plans, Emma Vilarasau y Júlia Bonjoch borden con excelencia.

He dicho “una de las tramas”, porque la obra, que dura casi dos horas, es compleja, tiene mil y una capas, y todas se entrelazan unas con otras. Por eso, es necesario negar que la obra sea “feminista”. Y, si no, tenemos que definir qué significa “feminismo”. Si por “feminismo” entendemos que se explica la vida de tres mujeres que luchan por tener un puesto en la sociedad con todas las cargas emocionales y personales que arrastran, entonces está claro que lo es. Ahora bien, ¿no podría ser que el dramaturgo Sergi Belbel, autor del guion, haya querido narrar la vida de una mujer trabajadora, con profesión de éxito, que cuida de su madre y de su hija? ¿Explicar esta realidad es hacer una obra feminista? Creo que lo cierto es que la obra se ha calificado de “feminista” porque, en algún momento de la obra, Lali Symon (es decir, la ficción dentro de la ficción) incomoda a los hombres. 

Por último, unas líneas finales dedicadas a la interpretación de las protagonistas, que sobresalen tanto, que a ratos es como si hubiéramos entrado en el comedor de casa de la vecina (o de nuestra misma casa), de tan verosímil y familiar que son las escenas. La joven Bonjoch encaja como un guante junto a Vilarasau y Mont Plans, aunque hay momentos que duda o tropieza con el guion. Por todo ello, y porque la obra consigue provocar las dos emociones básicas que dijo Aristóteles que tenía que causar el teatro (reír y llorar), ir a ver a la obra Lali Symon es dedicarse un rato de cielo. Pero sin salir del Teatro Romea.

Mont Plans y Emma Vilarasau, en los papeles de madre e hija.