Los esperados fondos europeos para la recuperación pospandemia deben servir para resolver los eternos déficits estructurales del sector de la cultura. Esta fue una de las principales conclusiones de un encuentro en el Cercle d’Economia que reunió a cuatro gestores públicos de políticas culturales: Mariachiara Esposito, de la Comisión Europea; Dulce Campos, del Ministerio de Cultura; Francesc Vilaró, de la Generalitat, y Xavier Marcé, del Ayuntamiento de Barcelona.
El sector de la cultura está muy atomizado en muchas pequeñas empresas con trabajadores de alto nivel profesional, pero que, salvo excepciones, tienen una muy escasa capacidad empresarial y financiera. Este hecho configura un déficit de modelos de negocio sostenibles que acaban sobreviviendo gracias a las subvenciones públicas. En efecto, es necesario atacar este problema, con formación y con estrategias para incorporar la financiación privada al sector.
Los cuatro ponentes coincidieron en que los esfuerzos para la captación de los fondos europeos deben centrarse, en efecto, en la transformación estructural del sector. Pero lo cierto es que el debate aportó poco más de sustancial, pues la falta aún de un marco normativo que ordene y regule el acceso a estas ayudas hace que todo el proceso esté sumido ahora mismo en una gran incertidumbre.
Marcé fue quien, a mi juicio, estuvo más acertado en sus planteamientos. No en vano era el único político, concejal del Ayuntamiento de Barcelona y con una larga trayectoria en el sector cultural, tanto desde el ámbito público como el privado. El resto eran funcionarios de sus respectivas administraciones y cuyo trabajo se centrará básicamente en la gestión y canalización de las ayudas. En cambio, el papel del consistorio barcelonés será de receptor finalista de fondos para alguno de sus proyectos.
Así, los representantes de la Comisión Europa, el ministerio y la Generalitat se limitaron a hablar de generalidades y constatar evidencias como la del citado déficit estructural pero sin plantear concreciones. Marcé lo puso de manifiesto y abogó por la urgencia de establecer un sistema que priorice acciones para obtener fondos. Advirtió de otro déficit: la poca tradición de nuestro país y del sector en particular para competir por fondos de ayuda en Europa.
Para Marcé, es imprescindible “coordinar objetivos y agrupar proyectos” para concurrir con eficacia, mayores oportunidades y optar con proyectos que sean realmente necesarios. Esta, según el concejal, será la clave del éxito. Todos apostaron también por una estrategia de transversalidad, vinculando los proyectos culturales con otros ámbitos como la digitalización y la modernización de la pymes. En este sentido, Marcé puso como ejemplo que la transformación turística de Barcelona deberá pasar necesariamente por la cultura. El representante de la Generalitat lo resumió todo en una frase muy clarificadora: “No se trata solo de arreglar lo que la pandemia ha estropeado, hay que ir más allá”.
Todos los ponentes coincidieron en la reivindicación de que la cultura tenga un mayor peso en el reparto de las ayudas previstas en el programa Next Generation
También coincidieron todos los ponentes en la reivindicación de que la cultura tenga un mayor peso en el reparto de las ayudas previstas en el programa Next Generation. Porque la cultura, además de un derecho universal, genera calidad de vida y cohesión, atrae talento y competitividad. Y es que, pese a significar tan solo el 1,2% del gasto público, su impacto en el PIB es del 3,4%.
En conclusión, los fondos de ayuda de la Unión Europea se perciben como el vehículo de la recuperación. A ellos se encomiendan la cultura y del resto de sectores golpeados por la crisis de la covid. Pero Marcé advierte de la ya mencionada lentitud en definir un marco normativo y, sobre todo, de las altas expectativas generadas que derivarán muchas en frustración. Y añadió que, al final, estos no van a ser fondos estables con los que diseñar presupuestos de futuro, sino coyunturales. De ahí la importancia de aprovecharlos para atacar los problemas de fondo para que aporten valor de futuro.