El número 4 de la calle Muntaner ha recuperado su alma teatral. El pasado mes de octubre, la histórica sala reabrió sus puertas de la mano del showman Toni Cano y otros socios que han decidido darle una nueva vida a la que fue entre 1927 y 1979 la legendaria sala Emporium, donde Charles Aznavour debutó en Barcelona y por donde pasaron grandes estrellas de la canción como Gilbert Becaud. En esta ocasión, el local reabre consagrado a la comedia, un género que muchos consideran el hermano chico del teatro, como la zarzuela respecto a la ópera, pero que atrae a un numeroso público dispuesto a divertirse con el humor. La de Muntaner es la única sala de la ciudad dedicada íntegramente al género de la comedia.
La reapertura de la sala es una iniciativa privada impulsada por Cano en la que también participa, entre otros, la productora Corta el Cable Rojo, que hace 15 años puso en marcha en Madrid un espectáculo con el mismo nombre y que ahora es uno de los que forman parte del cartel del Teatre Muntaner, junto a otros, incluido un montaje del propio Cano. Corta el cable rojo es una experiencia de teatro de improvisación que se basa en la conexión de los actores con el público. Actualmente, se puede disfrutar en Madrid y en Barcelona, a cargo de compañías locales, y hay una tercera que lo hace de forma itinerante por todo el país.
Antes, el espectáculo se programaba en el Apolo, pero surgió la oportunidad de adquirir la sala de Muntaner y Cano y sus socios no se lo pensaron dos veces. “Es una forma de participar en la estrategia de Barcelona de recuperar una oferta teatral potente”, señala el showman, que desea que pronto se unan a este esfuerzo el Arnau y el Principal, dos históricas salas que llevan años cerradas.
Uno de los primeros retos a los que se han tenido que enfrentar los propietarios del Teatre Muntaner ha sido su actualización tecnológica. “Hemos tenido que migrar de lo analógico a lo digital, y en cuanto a iluminación, pasar de la incandescencia a los leds”, apunta Cano. Otro reto en el que están inmersos es en recuperar la memoria de la sala y de sus distintas vidas desde 1927. Tras cerrar la histórica Emporium, la sala se convirtió en discoteca, primero bajo el nombre de Muntaner 4 Discorama y después como Shadows. En 1996, se produjo un giro radical y la sala pasó a ser teatro hasta 2018, cuando echó el cierre. Cano y los suyos han decidido seguir la línea teatral, pero enfocada a la comedia.
La recuperación de la memoria de la sala está siendo una tarea más ardua de lo previsto. Han podido rescatar mucho material gráfico, pero hay un gap temporal de la época de Shadows. Sin embargo, siguen en ello y ya tienen claro que una de las plantas del teatro tendrá una vocación museística. De momento, ya pueden admirarse en alguna pared collages de la época de Emporium, confeccionado con fotos de las estrellas que durante cinco décadas pasaron por su escenario. Quieren tener listo todo este trabajo para cuando dentro de dos años la sala conmemore su primer centenario.
Cano, originario del Bon Pastor, uno de los barrios más humildes de Barcelona, reconoce que todavía tienen que trabajar mucho él y sus socios para que la aventura que han emprendido sea rentable, pero es optimista —quizá porque viene de un barrio en el que sus vecinos se lo tuvieron que trabajar mucho— y está convencido de que la apuesta por reflotar el teatro en Barcelona es la correcta, y añade que hay un turismo potencial para este sector. Esto coincide con el giro hacia la cultura que ha experimentado la estrategia de la ciudad para captar visitantes.
El nuevo Teatre Muntaner tiene capacidad para algo más de 200 personas que ya disfrutan de una oferta de comedia que va creciendo. Además de Corta el cable rojo y el espectáculo Traficante de endorfinas de Cano, en la programación de la sala se encuentran también Nozing; Mejor locas que mal acompañadas; Saludos cordiales; A quien no le va a gustar; Oye Siri, dime Joan; Perdone, caballero; Sirviendo comedia, y Conversaciones con mi mente. También hay espacio para el ilusionismo con Wow, porque Cano sostiene que la magia también es un espectáculo de comedia.
Muntaner se consagra a la comedia y ojalá se contagie toda la calle.