Eva contra Eva
Eva contra Eva, una coproducción de Bitò Produccions y Focus. ©Sílvia Poch.

La guerra generacional entre mujeres: ¿realidad o ficción?

El Teatre Goya acoge desde el 2 de septiembre 'Eva contra Eva', la nueva obra del dramaturgo Pau Miró y la directora Sílvia Munt. La pieza, una interpretación libre del clásico de Mankiewicz, eleva hasta el escenario el debate sobre la guerra generacional entre mujeres.

En la calle Joaquim Costa número 68 está el Teatre Goya, una sala a medio camino entre el Raval y el centro de Barcelona. Dos zonas aparentemente contrapuestas que representan maneras diferentes de vivir y entender la vida, pero que confluyen en un mismo espacio dedicado al arte de la interpretación. En Eva Contra Eva pasa algo parecido. Dos mujeres sin ningún nexo de unión aparente se enfrentan para sobrevivir en un mundo cada vez más competitivo —el del teatro—, casi sin darse cuenta que, en él, hay lugar de sobra para ambas. Pau Miró, el dramaturgo que firma la obra, dice que el teatro sirve para “hablar de la vida”. Poner encima de la mesa la guerra generacional entre mujeres es hablar de género, de actualidad, de posmodernidad. Y, en definitiva, de vida. Y eso, ya es un acierto.

La directora de la pieza, Sílvia Munt, se pregunta en el programa de mano “¿qué hay de verdad y qué hay de montaje social premeditado y quizás morboso en esta anunciada guerra generacional?”. Y esto me hace pensar en todas las veces que he oído a lo largo de mi vida la frase El peor enemigo de una mujer es otra mujer. Creedme cuando os digo que me estremezco cada vez. Me aterra pensar que alguien lo piensa de verdad. Pero, aun así, cuando dejo de lado la estupefacción inicial y reflexiono sobre por qué aquella persona lo ha dicho, pienso que, en el fondo, tiene parte de razón. Reflexionad, las que sois mujeres: ¿no os habéis encontrado nunca con otra mujer, en un cargo superior al vuestro, que os ha tratado mal? o ¿que os ha hecho ser menos de lo que sois? A parte de las personas que, indiferentemente del sexo, son maleducadas de por sí, detrás de esta situación se esconde una cuestión de género.

Gracias al avance social y político del feminismo, cada vez se habla más del techo de cristal, un concepto que como sabéis se utiliza para explicar por qué hay tan pocas mujeres que llegan a ocupar posiciones de poder. El culpable de esta situación es nada más y nada menos que el patriarcado, el sistema hegemónico de gobernanza en gran parte del mundo, en el cual los hombres dominan prácticamente todos los cargos de responsabilidad en una sociedad. Poco a poco hemos conseguido cambiar ligeramente, pero de forma significativa, esta situación. Y esto ha hecho que cada vez veamos a más mujeres en lugares decisivos. Ellas, pero, todavía son minoría. Y eso provoca que, a veces, cuando otra mujer llega a la misma posición, se sientan amenazadas y actúen de forma completamente censurable. Pero, ¿por qué motivo pasa esto? Porque el sistema las ha enseñado que se tienen que pelear entre ellas si quieren llegar lejos.

Pau Miró, el dramaturgo que firma la obra, dice que el teatro sirve para “hablar de la vida”. Poner encima de la mesa la guerra generacional entre mujeres es hablar de género, de actualidad, de posmodernidad. Y, en definitiva, de vida. Y eso, ya es un acierto

Este es, para mí, el tema de fondo de Eva contra Eva. Una actriz consolidada y de renombre —interpretada por Emma Vilarasau—, se siente profundamente intimidada cuando una de más joven, y con ganas de comerse el mundo —interpretada por Nausicaa Bonnín— entra en su vida. El argumento, una interpretación libre del aclamado film All about Eve de Joseph L. Mankiewicz, varía un poco respecto al original. Y es que si en 1950 era “normal” que las mujeres se vieran entre sí como enemigas, ahora, en pleno siglo XXI, lo que se lleva (o se tendría que llevar) es la sororidad.

Eva contra Eva
Emma Vilarasau y Andreu Benito, en una representación de la pieza. © Sílvia Poch.

Pau Miró y Sílvia Munt llevan a escena un debate polémico, pero necesario, que como ellos mismos expresan pone de relieve las “imperfecciones” de nuestra época. Una de ellas, considerarnos muy avanzados, mientras seguimos arrastrando problemas de otra época. La pieza es un grito a rebelarse. A decir basta. Empezando por nosotras mismas.

Además de Vilarasau y Bonnín (hija, por cierto, del añorado Hermann Bonnín), completan un elenco de lujo Àlex Casanovas —en el papel de director de la obra—, Andreu Benito —que hace de crítico—, y Míriam Alamany —interpretando a la representante—. En cuanto a actuación, una especial y necesaria mención a Vilarasau y Casanovas, brillantes en sus papeles como era de esperar. También hace una buena puesta en escena Benito, en un personaje a ratos oscuro, pero que se deja conocer hacia el final de la obra. Bonnín, a la que conocí como Sofia en la serie de TV3 Cites (una de mis producciones favoritas de la CCMA), demuestra una vez más su potencial, a pesar de que no acaba de explotar. Alamany, por su parte, no convence.

Eva contra Eva es una obra que llama la atención, tanto por el tema que trata como por la elección de los actores. Con estas características podría ser, para muchos, una apuesta segura. Pero la realidad, es que a pesar de tener todos los números para hacerlo, no sobresale. Le falta ritmo. Se hace un punto larga y, a ratos, monótona. No arriesga hasta el final. Es entonces cuando sorprende, rompe con lo que esperas y el público lo hace notar con un aplauso sonoro. Es en este momento que Vilarasau muestra todo su talento y deslumbra a los espectadores, que marcan el camino a seguir para futuras producciones. Eva contra Eva quiere ser transgresora, pero solo lo consigue pocos minutos antes del final de la función. El qué lo tiene, es el cómo lo que le falla.

Pau Miró y Sílvia Munt llevan a escena un debate polémico, que como ellos mismos expresan pone de relieve las “imperfecciones” de nuestra época. Una de ellas, considerarnos muy avanzados, mientras seguimos arrastrando problemas de otra época

Me gusta, pero, el juego de luces y sombras de David Bofarull, Ganecha Gil y Jordi Thomàs, que le dan una segunda e interesante narración a la obra. Me gusta la apuesta por las pantallas que parecen espejos. Una decisión diferencial porque permiten disfrutar de la función, llena de matices, desde diferentes puntos de vista. Me gusta también la construcción de la historia en flashbacks, que hacen que te preguntes constantemente qué habrá pasado. Pero lo que me gusta, por encima de todo, es que te hace pensar. 

Desde la ronda de Sant Antoni veo el cartel que preside la fachada del Teatre Goya. En él, observo a Emma Vilarasau inmersa en el papel de Eva. Una mujer glamurosa, con carácter, que luce un vestido blanco impoluto mientras fuma un pitillo. Una mujer aparentemente desacomplejada que esconde sus inseguridades detrás de unas gafas de sol inmensas. Eva se despide de mí y me muestra su fragilidad. La mujer que en la ficción no quería revelar su edad cobra vida en el cartel: le han disimulado las arrugas con un programa de edición en lo que parece una especie de provocación final. Sonrío y me marcho para casa.

Eva contra Eva
El cartel de Eva contra Eva, con Emma Vilarasau. © Sílvia Poch.