historiador Francesc Vilanova
El historiador Francesc Vilanova.
EL BAR DEL POST

Francesc Vilanova: Una historia de pasión por la Historia

“Soy el penúltimo de siete hermanos, cada uno de los cuales pudo dedicarse a lo que más le gustaba. Yo opté por la Historia, si bien al principio no sabía si dedicarme a eso o a ser periodista. Entonces, cuando estaba en tercero de BUP, vino un profesor que nos hizo leer a Pierre Vilar y a Jaume Vicens Vives y ahí sí lo tuve claro. Aquel profesor me decantó”. El historiador e investigador Francesc Vilanova, una de las máximas autoridades en el exilio catalán de 1939 y la primera posguerra en Catalunya, ha llegado justo a la hora de comer al Bar y, mientras escoge su comida, se acoda a la barra.

Profesor titular de Historia Contemporánea en la UAB, director del Archivo Carles Pi i Sunyer, de la homónima Fundación, y miembro del Grupo de Investigación sobre la Época Franquista, Francesc es miembro del Consejo Científico del Museo Memorial del Exilio de La Jonquera y es, ante todo, un apasionado de la historia. De estudiarla, de vivirla, de entenderla, de enseñarla.

Autor de multitud de obras como Exiliats, proscrits, deportats; Una burgesia sense ànima. El franquisme i la traïció catalana, Fer-se franquista. Guerra civil i postguerra del periodista Carles Sentís (1936-1946) o el espectacular Nazis a Barcelona. L’esplendor feixista de postguerra (1939-1945), escrito junto a Mireia Capdevila, el historiador vuelve a las librerías con Barcelona, gener de 1939. La caiguda (Ajuntament de Barcelona), “que retrata la vida en Barcelona desde el 3 de marzo de 1938, cuando cae Lleida, hasta el primer fin de semana en que la ciudad es ya franquista, en enero de 1939”.

Con este volumen, el autor confiesa su voluntad de cerrar su trabajo “de especialización en la primera etapa de la posguerra, la que ocupa del 39 al 51, y poder abordar la segunda etapa, que va del 51 al 59, cuando el régimen aprueba el Plan de Estabilización”.

No es sólo suerte

“Soy hijo de la burguesía católica y catalanista de la ciudad. He tenido suerte, porque nunca me ha faltado nada, pero también he trabajado mucho para conseguir lo que tengo. Por otro lado, no tengo la sensación de picar piedra. Me gusta mi trabajo y estoy asimismo orgulloso de mi familia. De mi mujer y mi hijo. De un entorno que me ha acompañado y arropado en todos los momentos cruciales: los buenos, los malos y los terribles”, explica mientras, de fondo, el altavoz del transistor despliega en el aire las notas del Concierto para Violín Nº.4 en La mayor de Albinoni.

Su trayectoria profesional arranca en 1986, a la vuelta del servicio militar, “trabajando primero para L’Avenç, luego para la editorial Martínez Roca y luego, ya en la Fundació Carles Pi i Sunyer”. En el curso 92-93 Francesc Vilanova se estrena en la docencia en la UAB como profesor asociado de Historia Contemporánea en la carrera de Ciencias Políticas. Diez años después, y tras su paso por las facultades de Periodismo y Letras, se convierte en Profesor Titular, alternando esa labor con la investigación “de la que, con la excepción de dos o tres libros, estoy muy satisfecho”, según confiesa este devoto de la figura del historiador medievalista y político, Ramon de Badal.

Ciudad vivida en vertical

“Soy de Barcelona y siempre he vivido aquí. Mi mujer y yo no podríamos vivir en ningún otro lugar. Padecemos y gozamos esta ciudad por igual. Y la recorremos mucho”. Pero hay algo en esa suma de recorridos que resulta, cuando menos, singular.

“Siempre bajamos en línea recta, de Can Caralleu y Bonanova hasta Ciutat Vella, de oeste a este, pero no solemos pasear por norte y sur, barrios como Sants o Poblenou se nos escapan, los conocemos poco”, explica el parroquiano antes de echar la vista atrás, y sonreír con toda la fuerza de la memoria conservada rememorando una niñez “yendo a pie al colegio, en lo alto de la calle Iradier, en aquel barrio que entonces eran únicamente torres y escuelas, y desde el que luego, los fines de semana, bajábamos al centro con la familia. A ver los museos, y a comprar ropa y ver tiendas de antigüedades en las cercanías de Santa María del Mar”.

“Muchos de aquellos negocios y de las familias que les insuflaban vida han sido expulsados por el mercado inmobiliario, que supone en Barcelona un problema criminal”. Enfadado por una “uniformización salvaje de la urbe”, el parroquiano culpa por igual “a todos los que han ido mandando aquí”.

—Lo que está lejos de ser uniforme es nuestra oferta culinaria. ¿Has decidido ya qué te apetecerá comer?

Francesc Vilanova sonríe entonces, acordándose de qué había venido a hacer al Bar en primerísimo lugar. Echa un último vistazo a la oferta y se decide.

—Pues mira, una milanesa de ternera y un agua con gas.

—¿Nada más? ¿Solo eso?

—Hombre, es que yo mejor que no coma mucho–, replica sin perder ni sonrisa ni apetito.