Escriptor Xavier Pla biografia Josep Pla
El escritor Xavier Pla. © Xavier Pi/ACN

Desentrañando las muchas vidas de Josep Pla

La extensa biografía 'Un cor furtiu' repasa la polifacética trayectoria de un escritor que no se quería dejar atrapar, descubriendo todos sus amores y sus movimientos durante la Guerra Civil, con interrogantes aún por resolver

Josep Pla (1897 – 1981) quería una biografía para coronarse como el gran autor que siempre había querido ser. En vida, se lo pidió a cuatro personas diferentes, pero todas acabaron desmarcándose, sin importar que les ofreciera ganar el Premi Josep Pla si lo aceptaban, como hizo con el escritor Baltasar Porcel. “Se dieron cuenta de que quería controlar hasta la última palabra que escribieran. Quería un transcriptor de la versión biográfica que él mismo quería fijar para la posterioridad”, explica Xavier Pla. Él se ha acabado convirtiendo en su biógrafo final con Un cor furtiu (Destino), una extensa cartografía de un personaje —real— que vivió muchas vidas y jugó al despiste, hasta poniéndose la ropa de los demás. Ya se puede encontrar en catalán en las librerías, en castellano se publicará en la misma editorial a partir del 29 de mayo.

Xavier Pla (Girona, 1966), profesor de Literatura Catalana Contemporánea a la Universitat de Girona y director de la Cátedra Josep Pla, se ha pasado una década rastreando la vida del polémico prosista, sumergiéndose en la infinita cantidad de documentos que legó. El experto planiano ha leído más de 4.000 cartas inéditas, seleccionadas entre las 35.000 que se depositaron en la fundación Josep Pla, en Palafrugell, y aún se están clasificando, y ha procesado unos 1.800 documentos hasta ahora desconocidos que se conservaban en el Mas Pla de Llofriu, “el caparazón donde se esconde el molusco, una casa que te protege ante las inclemencias del tiempo y los diferentes episodios históricos, pero también un ancla a la que te puedes aferrar, donde tienes una identidad que sabes que te hará estar arraigado a la tierra”, según cree su biógrafo que significó para él. Es ahí donde el autor escribía, solo, alejado de todo, resguardado en la mesa debajo de la campana y, ya en los últimos años, en su cama.

“Lo conservaba todo. Guardaba cualquier documento que diese testimonio de su existencia, incluso los más intrascendentes, al menos aparentemente”, remarca Xavier Pla. Esto no solo quiere decir un amplio repertorio de cuadernos, agendas, cartas y notas, sino que también abarca contratos, liquidaciones de derechos de autor, recibos de la luz y el agua, tíquets de taxi, facturas de hotel y restaurantes, billetes de metro y de avión, postales, recetas médicas, tarjetas de visita, invitaciones a fiestas… “A partir de los 16 años, él tiene plena consciencia de que es escritor y quiere ser uno con una ambición ilimitada. Todo esto responde a su proyecto personal de pensar que alguien escribiría su biografía”, expone Xavier Pla. Entre tanto papeleo, el sobrino de Josep Pla, Frank Keerl Pla, le ofrecía patatas o gintonic cuando le veía perdido en su investigación.

Mas Pla Llofriu
El Mas Pla de Llofriu, “un caparazón y una ancla” para Josep Pla. © theNBP

Un marasmo de información que su biógrafo ha tenido que filtrar y dar un sentido en Un cor furtiu. “Con toda la documentación que tenía, podía reproducir día a día, semana a semana, mes a mes y año a año su vida”, señala. Todo esto, sin olvidar que Josep Pla se había pasado toda su vida ficcionándose: “Tenía que explicar la vida de un escritor que, de hecho, se ha dedicado constantemente a explicar su vida. Para un biógrafo, esto es un problema. La biografía tenía que luchar contra la misma biografía que Pla había explicado”.

“Necesitaba saber cómo le veían los demás, sobre todo sus parejas”, indica, “tenían que tener voz propia, la que Pla no les dio”. Una larga lista de relaciones apasionadas formada por Mercedes Costa, Aly Herscovitz, Adi Enberg, quien le llamaba Joe, Lilian Hirsch, Aurora Perea y Consuelo Robles, con misivas que revelan cómo se trataban, rompiendo con su fama de poco sentimental. “Fue un romántico, era un secreto que ahora lo va a dejar de ser”, dice el director editorial de Destino y Edicions 62, Emili Rosales. La biografía viene con sorpresa incluida, puesto que Xavier Pla ha topado con otra relación que no ha envejecido demasiado bien, una de platónica, según dice, con una chica que tan solo tenía 16 años cuando le conoció y por la que él, que ya tenía más de 60 años, sintió una profunda admiración.

Josep Pla y Adi Enberg (1927)
Josep Pla y Adi Enberg, en 1927.

Con todo, Xavier Pla ha armado una biografía de, ni más ni menos, 1.500 páginas —y un índice de 1.400 nombres—. Sabiendo de la abrumante extensión, la ha dividido en capítulos breves que tratan cuestiones concretas, como sus amistades, amores y viajes, permitiendo una lectura independiente para hacerlo más digerible. “Va a favor del lector. Ha ido escogiendo hilos y, cada vez que coge uno, lo estira y lo recorre hasta el final. Es una única novela y una recopilación de 80 narraciones”, valora su editor, Jordi Cornudella. “He hecho la biografía más completa que he podido hacer poniendo sobre la mesa todo lo que he descubierto y los interrogantes que me han surgido”, sostiene el autor de Un cor furtiu.

Sin duda, uno de los interrogantes era qué hizo Josep Pla durante la Guerra Civil, episodio sin documentación y sin ninguna mención en su prolífica obra. Así era hasta que encontró cuatro cuartillas inéditas en las que el escritor relató todos los lugares en los que estuvo entre julio de 1936 y enero de 1939, cuando entró en Barcelona con las tropas franquistas. No pasó el conflicto solo, sino que lo hizo con Adi Enberg. Con el apoyo económico del padre de ella, cónsul de Dinamarca en Barcelona, y no de Francesc Cambó como siempre se había creído, viajaron frenéticamente por Francia, Suiza e Italia, también por la España ya franquista, estando pocos días en cada sitio, visitando muchas ciudades en una semana. A Xavier Pla no le queda claro el porqué de la ruta que trazaron, si huían o tenían alguna misión. Eso sí está documentado que acabó trabajando para el SIFNE, un servicio de espionaje del bando sublevado.

Interior Mas Pla Llofriu
Josep Pla escribía solo, alejado de todo, resguardado en la mesa debajo de la campana. © theNBP

“Juega constantemente a una doble o triple moral”, defiende el biógrafo. Así se manifiesta con los encuentros que tuvo en Llofriu durante los primeros años de la dictadura con miembros de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precursora de la CIA. También con agentes del MI9, los servicios británicos de inteligencia, encargados de organizar la evasión de soldados perseguidos por los nazis, lo que ha llevado a Xavier Pla a corroborar que el escritor y su hermano Pere formaron parte de esta red a favor de los aliados, además de ser pillados en un lío de contrabando.

“Fue un señor rural, aventurero y viajero por todo el mundo, pero también alguien que participó en primera línea de conspiraciones y contrarrevoluciones”, valora Rosales. “Los lectores pensarán que están leyendo Guerra y Paz, aquí está la guerra y la paz de la sociedad catalana del siglo XX, llena de capítulos novelescos y de aventuras colectivas que vivió Pla”, añade. Al fin y al cabo, un juego de espejos, como enfatiza Cornudella, que permite entender la figura compleja que tuvo Josep Pla. Ni que sea, algunas piezas de un puzzle que se dedicó a mezclar.

Pere Pla y Josep Pla
Los hermanos Pere y Josep Pla.