En plena explosión del comercio electrónico, la plataforma de venta de flores y plantas online Colvin continúa su expansión internacional por Europa con la compra de la compañía francesa Monsier Marguerite, con un equipo de 25 trabajadores y dos centros de producción en París y Hyeres. Con la nueva incorporación, la empresa emergente pasa a estar presente en cinco mercados —España, Portugal, Italia, Alemania y Francia—, después de que tuviera que abandonar Países Bajos.
Esta operación, por un importe que no se ha querido comunicar, se enmarca en la etapa de crecimiento que Colvin ha iniciado después de cerrar una ronda de serie C de 45 millones de euros el pasado mes de julio. Liderada por Eurazeo y Capagro, contó con la participación de inversores anteriores, como Milano Investment Partners SGR, P101, Samaipata y Bynd.
Desde su creación a finales de 2016, el e-commerce de flores ha conseguido captar un total de 70 millones de euros en seis rondas. La primera fue en diciembre de 2016, por un importe de 300.000 euros. Poco después, en marzo de 2017, captaron 400.000 euros más. Aquel mismo año, en diciembre, vino la tercera ronda, por un importe de dos millones de euros. Estos recursos se complementaron en octubre de 2018 con una serie A de seis millones, que se amplió con dos millones más. En junio de 2020 cerraron una ronda de serie B, por 14 millones.
Desde su creación a finales de 2016, el e-commerce de flores ha conseguido captar un total de 70 millones de euros en seis rondas
La última ronda de Colvin, de 45 millones, también le tiene que servir para ampliar su plantilla. Actualmente, cuenta con más de 250 trabajadores y espera llegar a los 300 en los próximos meses. La plantilla se reparte en tres centros de producción, ubicados en Gavà, la Toscana y Berlín, además del equipo que se encarga de la gestión de la empresa, unos 130, la mayoría en Barcelona. En los centros de producción es donde recibe el producto floral y lo prepara para poderlo distribuir al consumidor final. En el de Gavà, abierto hace más de un año y con una superficie de 4.000 metros cuadrados, trabajan 60 empleados.
Colvin nació “con la visión de cambiar la industria de la floricultura”, explica un de sus cofundadores, Sergi Bastardas, en una entrevista con The New Barcelona Post. Bastardas y el otro cofundador, Andrés Cester, detectaron que la cadena de suministro de este sector presentaba algunas ineficiencias, como la presencia de muchos intermediarios, lo que hace subir el precio y reduce la rentabilidad. Asimismo, el largo proceso desde que se corta la flor y se entrega también supone una pérdida de producto y de calidad por el camino.
La receta que encontraron estos dos jóvenes emprendedores fue ir directamente a los productores, con quienes acuerdan un volumen estable de compras y un precio para todo el año, reduciendo los riesgos que pueden afrontar. Al mismo tiempo, a los consumidores les pueden ofrecer un producto de mejor calidad y más barato. Toda la tecnología que han desarrollado para hacerlo posible la ofrecen desde 2020 a otros productores y distribuidores, con el objetivo de generar conexiones más eficientes y digitales.
La startup barcelonesa todavía no obtiene beneficios y está centrada en seguir creciendo en el canal digital, después de cerrar la tienda que abrió en Pau Claris en 2019. En el largo plazo, contempla establecer colaboraciones con floristerías para vender sus productos.