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a sede corporativa de Nestlé en Esplugues de Llobregat es uno de grandes iconos del importante peso que tienen las compañías multinacionales en el tejido empresarial catalán. El edificio, que desde hace meses se encuentra prácticamente vacío por la pandemia, se estrenó en 1976, más de cinco décadas después de que el grupo suizo decidiera ubicar en Barcelona la sede de su filial española.
Concretamente, fue en septiembre de 1920 cuando se constituyó la sociedad Nestlé, Anónima Española de Productos Alimenticios, ahora hace justo cien años. El primer domicilio social de la filial del grupo de alimentación se encontraba en un edificio de la Via Laietana que, por aquel entonces, era ejemplo de modernidad y simbolizaba el gran crecimiento industrial que había tenido la Barcelona de principios del siglo XX. La Via Laietana era una calle prácticamente recién construida (las obras se prolongaron entre 1908 y 1913) que permitió conectar el Eixample con el puerto (tal y como había ideado Ildefons Cerdà). Tras derribar más de dos mil casas y algunos palacios medievales, se levantaron nuevos edificios que seguían el estilo arquitectónico de la escuela de Chicago.
Nestlé eligió instalarse en Barcelona en un momento en el que la ciudad estaba marcada por profundos cambios políticos y sociales, en plena época del denominado pistolerismo y justo antes de la llegada de la dictadura militar de Primo de Rivera. Eran también los años de previos a la celebración de la Exposición Internacional de 1929 y de la inauguración de las primeras líneas de metro.
El grupo suizo se estableció en la capital catalana en 1920 por el importante desarrollo comercial de la ciudad en esa época. No era, sin embargo, su desembarco en España, ya que la presencia comercial de Nestlé en el país se remonta al último tercio del siglo XIX, cuando empezó a vender los famosos botes de harina lacteada que dieron origen a la compañía en 1966.
Está documentado que la empresa fundada por Henri Nestlé empezó a exportar a España en 1873. Unos años después, en 1905, ante el éxito de ventas, Nestlé decidió instalar un centro de producción de harina lacteada en La Penilla de Cayón (Cantabria), donde existía una gran producción lechera. Fue la primera fábrica del grupo en el país, donde ahora cuenta con diez instalaciones fabriles, cuatro de ellas en Catalunya (Girona, Viladrau, Reus y Castellbisbal).
La constitución en 1920 de una filial comercial en Barcelona se tradujo en una rápida expansión de la empresa, lo que llevó a la apertura de delegaciones en Madrid, Santander, Valencia, Sevilla y Bilbao. El crecimiento de la empresa obligó a trasladar las oficinas a un edificio ubicado en la calle Aragó, en el que siguió la compañía hasta que en los años setenta decidió construir su propia sede corporativa en Esplugues.
De la cantera de Nestlé en Barcelona han salido importantes ejecutivos que han alcanzado posiciones directivas de altísimo nivel en el cuartel general de la multinacional en Vevey (Suiza), a orillas del lago Léman. Destacan los nombres de Francisco Castañer y Lluís Cantarell, que durante muchos años formaron parte del comité directivo mundial de la mayor empresa de alimentación del planeta. Hoy, ambos están ya jubilados.
Castañer, que había entrado a trabajar en la filial barcelonesa con solo 19 años, llegó a ser el máximo responsable de todos los negocios de Nestlé fuera del sector de la alimentación, lo que le convirtió en el gestor de multimillonarias participaciones en empresas como L’Oréal, Alcon y Galderma.
Por su parte, Cantarell ocupó durante 40 años cargos estratégicos en el grupo, responsabilizándose de grandes áreas geográficas como Europa o América, y de negocios como Nestlé Nutrition y Nestlé Health Science.
El vínculo y compromiso de Nestlé con Catalunya, lejos de desdibujarse, ha seguido fortaleciéndose en los últimos años tanto en el eje industrial como en el ámbito digital y del talento.
Así, la multinacional ha convertido la fábrica de café de Girona en una de las más importantes de la compañía, tras una inversión acumulada de más de 150 millones de euros en la última década. En Girona la empresa fabrica las marcas Nescafé y Dolce Gusto.
En paralelo, desde 2016, el grupo presidido por Mark Schneider ha realizado una firme apuesta para ubicar en Esplugues su mayor hub tecnológico de Europa. Más de 700 personas de 20 nacionalidades prestan actualmente desde el área de Barcelona servicios globales en el ámbito tecnológico y digital para todas las filiales internacionales del grupo.
El ecosistema tecnológico que se ha desarrollado en Barcelona en los últimos años ha sido determinante en este movimiento de Nestlé, ya aquí ha encontrado el talento necesario para impulsar el proceso de digitalización de la compañía y un estilo y calidad de vida atractivo para sus trabajadores.
El primer pilar de este proceso fue la apertura del Nestlé Global Digital Hub, una factoría de software a la que luego se sumaron Purina Studios y el traslado desde Suiza a Barcelona del departamento global de informática.
La filial española de Nestlé, que dirige Jacques Reber, facturó 1.995 millones de euros en 2019 y emplea a más de 4.000 personas. La empresa opera distintos segmentos del sector de la alimentación, con posiciones destacadas en alimentos infantiles, comida para mascotas, chocolates, agua mineral, café, nutrición clínica, cereales y productos culinarios.