Agustí Burriel
El cantante Agustí Burriel.
EL BAR DEL POST

Agustí Burriel: Ante todo, un fan

“Si te gusta la música, lo mejor que puedes hacer es comprar discos e ir a conciertos. Esa es la única manera real de que la rueda siga girando”, razona el cantante Agustí Burriel, al tiempo que se atiza un Black Label con hielo a pie de barra al compás del Jungalero, de Les Baxter, tras apretarse un copioso menú. 

“Siempre tuve una pasión desmedida por la música. De niño, me gastaba el dinero que mis padres me daban para chucherías en discos. Más adelante tuve la suerte de descubrir que sé cantar y eso me ha permitido ganarme la vida con la música, pero, ante todo, más que un profesional del ramo, siempre he sido un fan”, explica quien, de tierno adolescente, descubrió el programa Flor de pasión de Juan de Pablos en Radio 3 y aquello le voló la mente. 

A finales de los 90, este barcelonés cosecha del 84 solía ir a La Boîte de la Diagonal a ver un grupo que tocaba ahí regularmente, The Big Jamboree, los decanos del swing barcelonés. “Trataba de no perdérmelos nunca. En aquel momento, no podía sospechar que con los años yo me acabaría convirtiendo en su cantante”, ríe Agustí Burriel, y anuncia que están preparando el próximo elepé de la formación. Uno de los varios frentes mediante los que Agustí sobrevive en el difícil mundo de las tablas.

“Con Los Torontos estamos rodando bastante y estamos a punto de lanzar un nuevo single, además de preparar el repertorio para acompañar a los cantantes Vel Omarr haciendo canciones de Sam Cooke y Big Sandy. Con la Elvis Tribute Band también tenemos muchos conciertos a la vista y lo mismo ocurre con mi proyecto fijo de versiones de Sinatra. Pero a estas formaciones se suman un sinfín de pequeños proyectos con los que procuro llenar agenda y llegar a fin de mes”, añade el que también organiza las sesiones trimestrales Rhythm’n’Boobs en el Jamboree de la Plaza Real. Y luego, claro, está su primera banda, los abanderados del doowop barcelonés, The Velvet Candles.

Cosas que ocurren en el Screamin’

Cuando todavía era menor de edad, Agustí Burriel acudió al Screamin’, el veterano festival de músicas de los 50 y 60 que cada junio se celebra en Calella. “Aquel día vi por primera vez en mi vida a gente ataviada como en los 50, bailando frenéticamente R&R, y decidí que aquella era la realidad en la que quería vivir”.

Unos años después, ya rodado en aquel mundo y con un gusto pronunciado por el R&B vocal, cantó a las puertas de aquel mismo festival. “Nos pusimos con unos cuantos a entonar temas a cappella y fue cuando me dijeron por primera vez que lo de cantar no se me daba mal”, ríe de nuevo. 

Además de poner voz a diversas formaciones, Burriel organiza las sesiones trimestrales Rhythm’n’Boobs en el Jamboree.

Lo siguiente fue conocer a uno de los grandes activistas del doowop barcelonés, Eddie Peregrín. “Paradójicamente, nos presentó un amigo común de Valencia, porque, aunque vivíamos en la misma ciudad, no nos conocíamos”. Juntos fundarían, hace 15 años, The Velvet Candles, “con los que empecé a ganar dinero cantando”. Un combo que atesora una enorme trayectoria con varios discos —y un EP de próxima aparición— “y el orgullo de haber contribuido a rescatar a cantantes como Tommy Hunt de los Flamingos, Norman Fox de los Rob Roys o Gaynel Hodge de los primeros Platters y Hollywood Flames”.

Ni que decir tiene, los Candles actúan con pétrea regularidad, año tras año, sobre el escenario del Screamin’.

La ciudad de los buenos días

Aunque, gracias a su trabajo, el parroquiano ha viajado mucho y ha visto muchos lugares, su ciudad favorita sigue siendo Barcelona. “Me sigue enamorando el hecho de que, pese a llevar toda mi vida aquí, esta ciudad todavía es capaz de sorprenderme con nuevas sorpresas de su belleza arquitectónica”. Tiene mar y montaña, la medida justa para no ser ni demasiado grande ni demasiado pequeña, “y en algunos barrios la gente todavía se da los buenos días cuando se cruza”. 

Burriel tiene en marcha novedades con The Big Jamboree y Los Torontos, entre muchos otros proyectos.

Eso sí, algo que le disgusta profundamente es “lo que ha venido pasando en estos últimos años, que es que traten de imponerme cómo tengo que ser, para ser un buen barcelonés”. Y liquida su whisky mientras el Wheels de Les Baxter arranca de fondo.

— Aquí no imponemos nada, pero si quieres tomarte otro Black Label, esta barra es tu casa.

Una carcajada se apodera entonces de Agustí Burriel, que afirma con la cabeza. Fuera ha oscurecido y, para un animal “absolutamente nocturno” como él, la cosa no ha hecho más que empezar.