Immunitat ha encontrado un equilibrio milagroso, casi perfecto. Poco sabe el espectador de lo que verá cuando se adentra en el teatro La Villarroel. El equipo artístico está midiendo muy bien la información que desvela de la trama, alérgicos a los spoilers y a chafar los aprendizajes que cualquier obra plantea. Los que se la quieran preparar antes de ir a verla, sabrán que se encontrarán con seis personajes en una sala, sin nombre, numerados del 1 al 6. Todos ellos se verán sometidos a las directrices de una inteligencia artificial que les hará preguntas para poder gestionar mejor futuras crisis, después de la que acaban de pasar, la pandemia, intuida en el título.
“La historia es si te puedes entender con alguien que piensa lo contrario que tú”, cuenta Vicenta Ndongo, que interpreta al personaje número 4. El problema es que la inteligencia artificial, llamada Lia, quiere que los participantes de la prueba tomen decisiones por unanimidad, lo que, como no podía ser de otra manera, tensiona el ambiente. Aun más con unas preguntas que transforman el escenario en luces y cuentas atrás que parecen de reality shows, solventadas por un pulsador en el que se puede escoger entre verde y rojo. “Es un juego que sacude a los personajes”, continua Ndongo. Y a los espectadores, que se acercan y se alejan de los personajes, se identifican con uno o con todos, como la vida misma.
Con un ejercicio de contención ejemplar, la obra consigue sortear el haberse ambientado en un pasado tan reciente —si no sigue siendo presente—, huyendo de los clichés y aportando nuevas perspectivas a cuestiones que nos han sobrevolado en medio del caos y nos podrían parecer ajenas. Ese es el secreto que ha conseguido el autor y director de la obra, Jordi Casanovas, enriquecido por las aportaciones de Ndongo, Òscar Muñoz, Mercè Pons, Javier Beltrán, Ann Perelló y Borja Espinosa. Carla Tovias completa el elenco como voz todopoderosa, anunciando cómo será el mundo cuando Siri determine nuestras vidas.
La obra de teatro incide en los dilemas —muchas veces inconscientes, a golpe de click o me gusta— a los que la tecnología nos ha abocado. “Está inmersa en nuestra vida. Tiene muchas ventajas, pero también nos deshumaniza”, reflexiona Ndongo, que, precisamente, ha escrito una serie sobre ello. La concibió después del primer confinamiento. “Es una mirada interna para reflexionar sobre cómo estábamos viviéndolo todo”, explica.
La actriz, también escritora y productora, vive un buen momento profesional, a pesar del parón que ha supuesto la pandemia. Volvió a Barcelona con el coronavirus y, desde que se superaron la parálisis del confinamiento y las primeras olas, no ha parado. No solo ha creado una serie, sino que ha participado en dos más, en una con los Javis, y está a la espera de ver si Immunitat se va de gira. En La Villarroel, se podrá ver hasta el domingo 7 de agosto.
Además, por sorpresa, ha tenido “el regalo de mi vida” de la mano de Matías Bize en Mensajes privados, un experimento cinematográfico en el que diferentes actores cuentan historias personales, aclamada en el festival de Málaga. Se rodó cuando todos ellos estaban en sus casas sin salir, haciendo de todo, interpretando, grabando y aprendiendo sobre cómo poner la cámara —del móvil— y cómo iluminarse. Aún está por estrenar.