Concurso de malos talentos
Concurso de malos talentos, en el Teatre Lliure de Gràcia hasta el 4 de diciembre. © Sílvia Poch

La vida como si fuera un concurso de malos talentos

La cuarta creación de la compañía de teatro barcelonesa José y sus Hermanas se ríe de todo, hasta de sí misma

La última obra de José y sus Hermanas avisa, desde un principio, de que no va ser lo que nadie espera. Ni “teatro del bueno” ni la nueva creación disruptiva del grupo teatral emergente de moda. Nada de encontrar respuestas existencialistas sobre la vida o de volver a casa sintiéndose un poco más humano, más bueno. Se quiere así preparar al público para que todos rebajen sus expectativas y puedan sumergirse en el Centro de Bajo Rendimiento en el que los cinco integrantes de la compañía barcelonesa se han encerrado, intentando sobrevivir, como pueden, a las profecías con las que se construye socialmente el futuro y aspirando a dibujar nuevos escenarios menos catastrofistas. Y, sobre todo, queriendo hacer lo mínimo posible ante el paso del tiempo, ese “presente continuo” que envuelve el día a día, al que nunca llegas.

“Queremos abrazar la pereza, el trabajar menos, el no hacer nada”, cuenta Carolina Manero, una de las integrantes de José y sus Hermanas, completada por Alejandro Curiel, Marta Díez, Gemma Polo y Glòria Ribera, todas ellas exalumnas del Institut del Teatre. Una reivindicación pasiva con la que se quiere desmontar conceptos que sobrevuelan el ambiente, como “si no trabajas, el futuro será peor”. Todo, desde la constante ironía y contradicción. Por ejemplo, cuando empezaron a perfilar la obra, querían ellos mismos dedicar menos esfuerzos, repartirse las funciones o terminar pronto, y han acabado haciendo lo contrario, incluso sudando cuando se ponen un traje de latex que se ríe de los músculos de gimnasio que no tienen. “El espectáculo tiene un tono humorístico, sarcástico pero también punzante, como un meme”, exponen.

El título de la obra, Concurso de malos talentos, aunque lo hubieran cambiado si hubieran podido, no es más que la continuación de esa broma dura y realista sobre cómo la compañía ve la cotidianidad. “Es una gran metáfora: cada día es una especie de concurso de malos talentos. Y nosotros queremos abrazar el error”, sostiene Alejandro Curiel. Entre un talent show venido a menos y un centro de entrenamiento en el que suena Single ladiestambién hay espacio para procesiones ceremoniosas con las que seguir reflexionando sobre lo que está por venir en la obra, que se podrá ver hasta el domingo 4 de diciembre en el Teatre Lliure de Gràcia. “No hay una única pieza porque no hay solo un futuro, por lo que hay diferentes piezas que desembocan en una”, señala Curiel.

Como en obras anteriores de José y sus Hermanas, están presentes su característico estilo y la crítica social, siempre a base de frases de stickers y canciones de reggaeton. Este ácido análisis sobre el futuro complementa a temas anteriores, como los rastros del franquismo en los jóvenes en Los bancos regalan sandwicheras y chorizos (2017); la historia del sistema educativo en España en Arma de construcción masiva (2018), y el fenómeno del turismo de masas en Explore el jardín de los Cárpatos (2020).

Eso sí, esta vez, en Concurso de malos talentos, no hay personajes individuales que cuentan sus historias y confluyen con los demás, y se ha querido poner voz a una generación muy compleja y contradictoria, con referentes tan dispares como Federico García Lorca, Judith Butler, Shakira y Bob Esponja. Tampoco hay pantallas ni vídeos, todo se basa en las herramientas que da el propio teatro, con el sonido como el sexto integrante de la compañía y atreviéndose a llenar el escenario de música chumba chumba y humo trasnochado de discoteca. Hasta hacen spoilers engañosos y dan sustos a los espectadores.

Pese a que las guiños generacionales están muy definidos, José y sus Hermanas quieren atraer a los más jóvenes, a quienes creen que cuesta llevar al teatro. Es decir, hacer como con las películas de Pixar, que gustan a mayores y pequeños, remarca Marta Díez. Además, para conectar con los que Corazon partío o La gasolina ya les suene viejuno, defienden poder grabar con el móvil durante la obra, rechazando esa magia y secretismo que predomina cuando se apagan las luces de la sala. “Todo el mundo ha visto el concierto de Rosalía en stories y ha ido a verla igual”, defiende otra de las integrantes, Gemma Polo, también compositora del grupo de música Roba Estesa. Aunque la compañía barcelonesa invite a sacar el móvil durante la obra, el Teatre Lliure les contradice y pide a los espectadores antes de que empiece que los apaguen, no vaya a manifestarse una alarma imprevista. Después de pasar por la sala de Gràcia, Concursos de malos talentos se podrá ver en Madrid, en Teatros del Canal, a partir de abril de 2023.

Marta Diez en Concurso de Malos Talentos
Marta Díez, en una escena de Concurso de Malos Talentos. © Sílvia Poch