La actividad portuaria se ha ido alejando de la trama urbana desde hace años, liberando espacios que tradicionalmente habían estado ocupados por buques y cruceros. El muelle de Barcelona, donde se encuentra el World Trade Center (WTC), es uno de ellos. Hasta hace nada, ahí atracaban los ferrys de Baleària, desplazados desde hace unos meses hacia el muelle Adossat. El traslado ha permitido que la base del equipo anfitrión de la Copa del América, el Emirates Team New Zealand, se haya instalado en la antigua terminal Baleària, donde han desaparecido las vallas que antes protegían la zona desde la que se embarcaba con destino a las Baleares, y se ha empezado a urbanizar el camino que conecta con la estatua de Colón y la Rambla, tocando al mar, justo detrás del edificio de la Aduana.
“El objetivo es ir abriendo todos estos espacios de manera paulatina. Vamos a ir liberando el muelle de Barcelona y, paralelamente, ya estamos preparando los proyectos de carácter urbanístico para transformarlo y acometer una reforma para alargar la Rambla”, avanza el presidente del Port de Barcelona, Lluís Salvadó, en una entrevista con The New Barcelona Post. “Queremos construir un paseo que abra el muelle de Barcelona a la Rambla”, remarca, incluyendo en este proyecto la apertura de todo el muelle, también los laterales y la parte posterior del WTC, todavía restringidos a la ciudadanía. “Es un objetivo para después de la Copa del América”, expone.
Con las obras de la Rambla de fondo, el primer paso que se dará en este sentido es hacer accesible este mismo 2024 el lateral del muelle de Barcelona en el que se encontraba la terminal Baleària, así como el espacio donde estaba ubicada la terminal Norte, que recibió su último crucero a finales de octubre pasado. “Ahora se puede entrar en la parte central del muelle, pero los exteriores están cerrados porque han sido espacios de restricción por la actividad comercial”, añade. La última terminal del muelle de Barcelona en cesar su actividad será la Sur, con capacidad para dos cruceros medianos, con su cierre previsto para 2026.
El muelle de Barcelona no es el único espacio que se está recuperando para la ciudadanía, como resultado del acuerdo que cerró el gobierno municipal liderado por Ada Colau con el puerto en 2018. También se ha hecho en la zona de la Nova Bocana, ganando un mirador a los pies del hotel W y estrenando la nueva Rambla del Rompeolas, y está a punto de pasar con la lonja de pescadores, a pocos días de inaugurar unas nuevas instalaciones que permitirán asistir a las subastas diarias de pescado y ver de cerca la Torre del Reloj. A esta apertura ha contribuido, sin duda alguna, la llegada de la Copa del América a Barcelona, entendida como el empujón final necesario para muchos proyectos que se maduraban desde hacía tiempo. Solo en el Port de Barcelona, se ha traducido en una veintena de iniciativas, por valor de 120 millones de euros, que tienen como objetivo enseñar la mejor cara de la infraestructura cuando se acerquen los visitantes y los vecinos a ver a unos barcos voladores competir muy cerca de la playa.
“Cuando se fijó una fecha para la llegada de la Copa del América, todo aquello que teníamos en mente se tenía que hacer. Nos ha ayudado y forzado a ejecutar esta nueva transformación del Port Vell. La máquina de la autoridad portuaria ha tenido que correr y estresarse muchísimo”, indica Salvadó, “cumpliremos con todos los calendarios que nos habíamos marcado y las diferentes actuaciones se ejecutarán dentro de los plazos”. Se acaban de estrenar los tinglados del muelle Oriental, donde se ubicarán las actividades de hospitalidad del puerto durante la competición, y está a punto de entrar en funcionamiento el nuevo servicio de bus náutico, esperado desde hace décadas, además de la nueva lonja.
Tampoco se olvidan en la autoridad portuaria de los terrenos donde se iba a alzar el polémico Hermitage, recién asfaltados y urbanizados para dar servicio a la regata, a la espera de encontrar un proyecto que los aproveche: “Es un espacio único, no tenemos ningún otro así en todo el puerto. No tiene ningún sentido que lo tengamos desocupado. Pasada la Copa del América, abriremos un proceso de reflexión para ver qué actividad ponemos ahí. Lo que está claro es que será una con un alto valor porque es una parcela absolutamente extraordinaria”.
Cambio de planes para el Liceu
Mientras que unos proyectos se han sacado del cajón y se han ejecutado, otros han visto cómo la competición náutica trastocaba sus planes. Se trata de la segunda sede para el Liceu. Poco antes de que se anunciase la elección de Barcelona como sede de la 37a edición de la Copa del América, la institución cultural comunicó que estudiaba su expansión en los terrenos del abandonado Imax, para lo que tendría que ser derribado. Todo parecía encaminado hasta que la regata decidió ubicar en los antiguos cines un centro de divulgación.
“El Liceu Mar no está vinculado con la Copa del América. Hoy contemplamos que su nueva sede sea compatible con el Imax”, explica el presidente del Port. Se está valorando la posibilidad de alzar un edificio justo delante de los cines, en la Plaza del Ictineu, hoy en día una extensión de hierba en la que muchos se estiran a descansar. Un cambio de criterio que llega después de que la puesta en marcha del America’s Cup Experience haya revalorizado las instalaciones. “El puerto había decidido derruir el Imax, pero llega la Copa del América y se le da una segunda vida. Se ha hecho una inversión privada de nueve millones de euros y se ha transformado en un espacio muy interesante donde cada semana se organizan actividades, y entidades y empresas utilizan una sala de cine con una pantalla enorme, de las más grandes que hay en Europa. A partir de aquí, la decisión de derribarlo ya no es tan obvia porque hay una inversión que ha tenido un éxito relevante”, detalla Salvadó.
Un escenario que aún puede quedar más despejado en el caso de que la Copa del América se vuelva a celebrar en Barcelona, una posibilidad que va ganando fuerza, pero que dependerá de quién se haga con el trofeo. Si lo mantiene el Emirates Team New Zealand, será más fácil repetir como sede. “Tendríamos que ajustar calendarios, pero, evidentemente, sería un hito y nos permitiría acelerar más actuaciones”, agrega el presidente.
Un 2024 de récord de contenedores y cruceros
Con toda esta transformación en marcha, el Port de Barcelona afronta un 2024 que no solo estará marcado por la Copa del América, sino por unos resultados nunca vistos. Con las guerras en Ucrania y Gaza y el canal de Suez cerrado, la infraestructura se ha convertido en una de las paradas indispensables para distribuir los productos hacia el inestable Mediterráneo Oriental. “Estamos atendiendo una sobredemanda de embarcaciones. En los últimos meses, el tráfico de contenedores ha crecido un 25%. Nuestro récord está en los 3,5 millones de contenedores y este año podríamos llegar a situarnos en los 4 millones de contenedores”, indica Salvadó.
Unas circunstancias extraordinarias que también afectan a los cruceros, ámbito que ya había registrado un año récord en 2023, con 3,5 millones de cruceristas. “No hay cruceros en el Mediterráneo Oriental, tampoco en San Petersburgo, ciudad de cruceros, todo esto está cerrado y los cruceristas buscan rutas alternativas, concentrando más demanda en el Mediterráneo Occidental”, expone, “esto no es estructural, cuando todo esto se normalice, se volverá a una situación más relajada”.
El Port de Barcelona prevé llegar a la cifra récord de los 4 millones de contenedores este 2024
Este trajín constante que vive el puerto se detecta cuando se observa la línea que forman diferentes buques que esperan a descargar en el horizonte. Los barceloneses lo podrán comprobar de primera mano el próximo fin de semana en las primeras jornadas de puertas abiertas que organiza el Port de Barcelona para que los vecinos puedan descubrir sus espacios más recónditos, llenos de actividad económica cada día y con mil medidas de seguridad que impiden unas visitas más cotidianas. Rutas en autobús, en Golondrinas y a pie servirán para visitar lugares como la terminal BEST, la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) y el faro de la Farola, la antigua playa de L’Hospitalet, pero también aprender sobre la historia del muelle de la Fusta y la Barceloneta. “Hasta ahora solo se podían visitar las 80 hectáreas que conforman el Port Vell de un total 1.150 hectáreas que tiene el puerto. Estas jornadas son una oportunidad de entrar a todos aquellos sitios que habitualmente están restringidos”, explica Salvadó.
A pocos días de su celebración, muchas de las actividades han agotado todas las entradas, con la previsión de atraer a 16.000 vecinos. Actividades que permitirán que el puerto se conozca más como motor económico y no solo se le asocie a cruceros, masificación turística y contaminación. “Queremos explicar cuál el es proceso mágico que permite que pueda llegar un producto a las estanterías de la tienda donde vamos a comprar desde cualquier punto del mundo. A veces, podemos tener la sensación de que aparecen de forma azarosa, pero este pequeño milagro se produce a través del puerto, que está conectado con otros 200 puertos. Esto también supone que nuestro tejido industrial pueda enviar sus productos a cualquier lugar y es lo que ha permitido que Barcelona sea una ciudad industrial. La Revolución Industrial no se hubiera hecho aquí sin el puerto”, defiende su presidente.