Exposicion MACBA
Moat 1 (2016), de Laia Estruch, frente a Procesión de Ocho (2017), de Amalia Pica.

Intención poética en el MACBA

La exposición Colección MACBA. Preludio vuelve a imaginar las obras del museo sacándolas de su contexto a modo de preludio musical

¿Qué sucedería si separásemos las obras del contexto del museo que las rodea? ¿Cómo veríamos e interpretaríamos las obras si su situación en las salas fuese diferente? ¿Cómo visitaríamos el museo sin un recorrido marcado, sin un espacio determinado? Estas son las preguntas que suscitan Colección MACBA. Preludios, basándose en el libro Intención Poética del autor martiniqués Édouard Glissant.

Glissant, poeta, novelista y filósofo nacido en Saint-Marie, Martinica, el 21 de setiembre de 1928, y fallecido en París, el 3 de febrero de 2011, acérrimo seguidor de las ideas de Gilles Deleuze, fue un defensor del mestizaje político, teórico y cultural, así como creador del término criollización, que hace referencia a la defensa del arte africano y al movimiento de la Négritude francesa.

Bajo la premisa del poeta, el MACBA propone una aproximación a las obras adquiridas recientemente, pearmeabilizando su relato y su tiempo. 

Las obras, que se exponen en la primera planta del edificio Meier, se muestran, esta vez, como un ejercicio de ruptura con el marco establecido hasta el momento, dando espacio a la reflexión y a la crítica y reformulando el concepto de arte como un principio generador y emancipador.

Sacar de contexto siempre genera convulsión, contraste, pérdida y descubrimiento. La falta de dramaturgia en las obras obliga a volver la mirada a lo fundamental. Desvía al espectador de los clichés, los prejuicios y la prosa. La obra vuelve a hablarnos por sí sola y la narrativa que suele lastrar gran parte del valor del arte contemporáneo, queda totalmente arrinconada, despreciada, relegada a la futilidad…  

Visitantes frente a las obras de Mirtha Dermisache y Peter Friedl.

Este tipo de ejercicios, lejos de ser una fórmula nueva o de solo pretender rejuvenecer el catálogo del museo, son fruto del modo de pensar moderno. Estamos tan habituados al seguidismo, al asentir con la cabeza frente a todo aquello que nos imponen los catálogos convencionales, que muchas veces no dejamos espacio para la propia formación de opinión.

La colección del MACBA se sirve de crear nuevos espacios de convivencia, una especie de mudanza contemporánea, en la que acabamos compartiendo piso con desconocidos, y estos, nos acaban pareciendo seres fascinantes.

La exposición abre con un diálogo con el propio edificio. La disrupción material de los límites del museo. La arquitectura, los pilares de Luz Broto conviven con el día a día del museo: la construcción, la destrucción, la restauración y el cambio permanente. La obra ocupa la entrada de forma monumental cortando la luz del vestíbulo hasta casi cegar por completo el acceso al resto de salas. Pep Duran, por otro lado, propone situarnos en mitad de la obra. El visitante está dentro de la obra y forma parte de ella. Nuestros cuerpos, pues, aportan el indispensable factor humano que completa la dramaturgia del museo.

Ángela de la Cruz, Half Clutter 2004, óleo sobre tela y madera.

El recorrido prosigue reflexionando sobre el tiempo. ¿Cuál es el tiempo del museo? ¿Cómo transcurre el tiempo en su interior? ¿Cómo dialogan las obras y las historias que las conforman entre ellas? Los contextos como grandes contadores de historias. El espectador, con su corporalidad y su disposición física, está destinado a transitar. Es en ese transitar en el que conformamos la historia, a través del tiempo narrativo, formando, irremediablemente, nuestra propia historia a través de la relación que percibimos de las obras. Metales nos rememoran paisajes apocalípticos, poemas que taquigrafían el movimiento del océano y, una reflexión sobre la continua mutación de la materia, junto a la explosión de color como mapa de sensaciones, conforman esta primera parte de la visita.

El siguiente paso nos dirige a la reflexión sobre el lenguaje y la poesía. Ambos términos comparten el mismo origen. ¿Puede el arte devolvernos la poética de lo cotidiano, de aquello habitual y que suele pasar casi desapercibido? En este punto, hay un intento de releer el lenguaje y su significado, incluso, cuando este lenguaje se ve sustituido por el silencio. De forma hermética o más abierta, las obras aquí expuestas, trazan líneas de sentido sobre el ejercicio de nombrar, de decir, de enunciar… Lo que se dice  y se hace con las palabras marca esa diferencia, otra vez, inexistente y carente de sentido sin la presencia activa del visitante.

Fragmento de vitrinas en el MACBA
Fragmento de vitrinas CMYK (2011), de Ignasi Aballí.

Cerramos con una reflexión sobre la función propia del museo. El museo como ejemplo de la modernidad, como entidad siempre en cuestión, en autocrítica permanente, en reformulación constante. Un museo consciente de la problemática que lo envuelve y, cada vez más alejado de su historia y su herencia colonial, para mirar a la experimentación y reformarse como laboratorio de ideas. En las últimas décadas, la transformación ha desdibujado los límites y lo han asentado en un escenario de independencia frente a los factores sociopolíticos, artísticos, culturales o económicos. Una entidad maleable con ideas y conceptos que se entrecruzan gracias a la observación y la participación. 

Las obras, aquí, abren diálogos con la linealidad de una historia desde su propio contexto y la discuten. Las hay, también, las que restablecen espacios de enunciación antes inexplorados, con agentes o episodios inéditos en el arte contemporáneo. Atender a las obras, pues,  supone transitar por arquitecturas de deconstrucción, cancelando por completo  su tiempo de trabajo, que hasta el momento, había copado su tiempo de vida. Un retorno al poder colectivo, a la liberación de la voz, a un ejercicio que parece un reposo merecido para muchas obras que, años de pugna contra su tiempo, vuelven a la inocencia de su concepción. Hay espacio para la protesta, la reivindicación, la lucha y la posibilidad de juego y de cambio. Se vislumbra un futuro basado en la idea de la nación-estado. Se vuelve a la plaza pública y al poder transformador de la colectividad. Con una cita de Zoe Leonard, “-Quiero un presidente que…”, el museo imagina una realidad no tan utópica a la que pretende abrirse como entidad.

Preludi MACBA
Mallamé – Le silence, le mystére précipité (2005), de Tres.

La muestra del MACBA, que estará vigente hasta mitad de 2024, está comisionada por Elvira Dyangani Ose, Antònia M. Perelló Ferrer, Claudia Segura Campins y Patrícia Sorroche. En ella podemos ver obras de Etel Adnan, Jonathas Andrade, Iván Argote, Richard Artschwager, Mar Arza, Fikret Atay, Ursula Biemann, Stanley Brouwn, John Cage, Lúa Coderch, Octavi Comeron, Fito Conesa, Ángela de la Cruz, Ignasi Aballí, Bernat Daviu, Mirtha Demisache, Pep Duran, Laia Estruch, Ángela Ferreira, Peter Friedl, Sandra Gamarra, Dora García, Regina Giménez, Nuria Güell, Mona Hatoum, Marine Hugonier, Daniela Ortiz, Amalia Pica, Tere Recarens, Elena del Rivero, Tres, Isidoro Valcálcel Medina y Oriol Vilanova, entre otros.

Preludi supone, precisamente eso, una avanzadilla, una entrada a lo que viene a ser una auténtica declaración de intenciones en lo que respecta a las líneas a seguir esta nueva temporada, y marca el camino y el futuro más próximo del museo.