Joan Guerrero (Tarifa, 1940) y Julio Carbó (Morella, 1964) son dos fotoperiodistas de dos generaciones. Nacieron en dos puntos distintos de España, pero su trabajo acabó convergiendo en Barcelona, trabajando para decenas de medios de comunicación durante toda su extensa y brillante carrera. Son dos amigos, dos profesionales y los dos están comprometidos con causas sociales. Ahora han decidido converger en un nuevo proyecto, la exposición Guerrero ② Carbó, que hasta el 25 de marzo puede admirarse en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya (IEFC), en el recinto de la Escola Industrial.
La exposición muestra dos miradas distribuidas en 22 parejas de fotografías protagonizadas cada una de ellas por el número dos. Dos mujeres, dos hombres, dos objetos, dos símbolos. Siempre dos y de dos en dos. A la izquierda, la mirada en blanco y negro del maestro Guerrero, y a la derecha, la de Carbó, un día ya lejano alumno y hoy también maestro.
La idea original fue del veterano Guerrero, siempre explorando la fotografía humanista. Así, en su retiro de la Santa Coloma de su corazón, seleccionó un conjunto de imágenes en las que había plasmado parejas de todo tipo, y las ordenó en un álbum. Un día fue a visitarle Carbó, hoy responsable de la edición gráfica en El Periódico, y Guerrero se lo mostró. Y, además, se lo regaló, pero con la condición de un reto: su amigo debía completar con una réplica cada una de las fotografías, siempre con la dualidad como protagonista.
Carbó aceptó encantado e inició la búsqueda en su archivo y realizó de nuevas. El resultado, la citada exposición. Cada uno sin renunciar a su estilo han conseguido una comunión excepcional. Así, uno queda prendado al comprobar cómo dos miradas establecen un link mágico. Guerrero y Carbó, o viceversa, unen la foto en blanco y negro de dos ancianas en Granada, con la de dos jóvenes lesbianas besándose en color. O las miradas perdidas de una mujer y una niña en Pungala (Ecuador), confrontada con una en la que Artur Mas y Felipe de Borbón evitan mirarse.
Abundan las imágenes tomadas en Barcelona y su área metropolitana (no puede faltar la Santa Coloma icónica de Guerrero), pero la mirada de los dos fotorreporteros se extiende a todos los rincones del país, e incluso salta a Europa y América Latina.
La exposición fue inaugurada el pasado 22 de febrero en la sede el IEFC, donde casi no cabía un alfiler para escuchar a Guerrero y Carbó. Además de poder contemplar las 22 parejas de fotografías distribuidas en dos pisos con aire industrial, fue también un merecido homenaje a Guerrero y a su trayectoria profesional. Durante décadas, fue referente y maestro y así lo reconocen las generaciones posteriores de fotoperiodistas. Y a pesar de que aún es pronto para rendir homenajes a Carbó, fue una oportunidad más para admirar la calidad de su trabajo.
Guerrero y Carbó no solo comparten su pasión por la fotografía, sino también su compromiso social a través de la asociación Catalunya Mirades Solidàries, en la que participan muy activamente. Y es precisamente hacia las actividades solidarias de la entidad que se destinarán los beneficios del libro que han editado y que recoge las imágenes de la muestra, una oportunidad de llevarnos a casa el magnífico trabajo binario de los dos autores.
Ahora están embarcados en un nuevo proyecto, una nueva exposición de mayor calado en la que participarán docenas de compañeros aportando su obra. Esta muestra será un retrato del impacto de las últimas crisis que han golpeado a la sociedad en este principio de siglo XXI tan convulso. También se editará un libro, cuyos beneficios se destinarán igualmente a un proyecto solidario.
Queremos más Guerrero y Carbó. O viceversa.
