— ¿Ya has pensado qué dirás en el último programa?
— Si es el último de la temporada, voy a decir una cosa y si es el último definitivamente, voy a decir otra.
— Por tanto, no es cierto que el Zona Franca se acabe.
— No.
— Pero esto se ha publicado.
— Hay gente que publica muchas cosas. De hecho, te diré que hay mucha gente que quiere que el programa no siga. No sé lo que les hemos hecho. Pero de momento esto no ocurre.
— ¿Quién quiere que acabe el Zona Franca?
— Pues mira, mucha gente nos ha criticado porque querían mi sitio o porque querían formar parte del programa. Como presentadores o haciendo una sección. Gente que se ofreció a participar, pero no fue bien. Un poco triste.
— Visto con perspectiva, ¿no habría sido mejor empezar de cero, con un programa nuevo, plató nuevo y que tú te lo pudieras sentir propio?
— No lo he pensado mucho porque sé que esto no era posible. Y yo soy una persona muy práctica. Si las cosas no pueden ser, no les dedico mucho tiempo. Seguramente me habría ahorrado mucho odio en las redes y mucho ruido innecesario. Pero como no fue posible, pues ya está. En la vida hay que ser práctico.
— No era fácil. Pasas a realizar el trabajo que hasta ahora hacía una persona que caló fondo en la audiencia y que se marchó de forma inesperada. ¿Fue un caramelo envenenado?
— Para mí ha sido un regalo. Estoy disfrutando mucho el programa y creo que se me nota. La gente que me conoce me lo dice. ¿Y cómo no tengo que pasarlo bien si cada noche viene gente al programa con muchas cosas que decir, que tiene discurso y que hace cosas que mejoran nuestras vidas? Es gente a la que admiro profundamente. ¡Hostia! ¡Que yo vengo de entrevistar a futbolistas eh!
— ¿Y no es lo mismo?
— De cien mil entrevistas a futbolistas, 10 estarán bien. ¡Pero es que, además, el Zona Franca era todo un reto para mí! Salir y hacer un monólogo todos los días. He hablado con actores y gente del teatro que me han dicho que hacer reír es dificilísimo, y hacerlo cada día con un texto sobre actualidad, que no escribo yo porque ni soy humorista ni guionista. ¡Hostia!
— Y además periodista deportiva.
— ¡Exacto! Un poco eso de: “¿y dónde vas tú?”. Esto me lo ha dicho mucha gente. ¿Quién eres tú para atreverte a meterte en un mundo que no te corresponde? Y dices, ¡un momento! Es que Jordi Basté empezó haciendo deportes y la lista de periodistas deportivos que después han acabado haciendo otra cosa es larga. Pero claro, todo son hombres…
— ¿A ellos no se les cuestiona?
— No.
— Es como si penalizara aceptar algo cuando los demás renuncian a ello.
— Sí. Pienso en el tema de las jugadoras del Barça y la selección española. Ahora hay un mundial y hay quien piensa que, para que sean fieles a ellas y a sus principios, no deberían ir. Y eso de entrada supondría perder mucho dinero, reputación o la posibilidad de prosperar en su carrera. Hice un tuit sobre esto diciendo: “respeto máximo por las jugadoras que decidan volver” y mucha gente me contestaba: “respeto a las que han decidido no ir”. ¿Y sabes qué? Que esto es muy fácil decirlo desde el sofá de tu casa. La empatía es lo que menos practicamos en nuestra sociedad.
— ¿Es una cuestión de empatía?
— Sí. Porque aquí todo el mundo se mira el ombligo. Y pienso que ojalá toda esta gente estuviera en el lugar de estas jugadoras, o en el mío cuando me ofrecieron este reto que me motiva, me ilusiona y con el que no estoy haciendo daño a nadie. Aquí hay una persona que ha renunciado y entonces tú tienes la posibilidad de asumir ese cargo. Yo nunca iría de trepa y, además, a Joel Díaz le conocía, le respetaba y le respeto.
— Fuiste a su programa de invitada.
— Y muchos me han dicho que por cómo fue esa entrevista pensaron en mí para hacerlo. Y volviendo a la empatía, quiero contarte algo.
— Adelante.
— Pienso en cuando presenté ese evento sobre criptomonedas. Si la gente se pusiera en la piel y las circunstancias del otro, entendería que yo en ese momento estaba en paro. A mí Mediapro me echa y, en agosto, me encuentro en paro y sin saber qué pasará conmigo en septiembre. Y me llaman y me dicen que si quiero trabajar un día presentando ese acto. Y tú dices que sí, porque tienes que pagar facturas. Y la gente te criminaliza y te dice que estás incitando a la gente a arruinarse. Y por eso te digo que es muy fácil criticar desde el sofá.
— Se de qué hablas, tengo un máster al respecto.
— (ríe). ¡Claro! Y desde el sofá les dicen que no deben ir al Mundial, que es una bajada de pantalones. Pero, ¿sabes qué? Que Aitana Bonmatí puede ganar un balón de oro si hace un buen mundial. Dentro de 10 años, si no va al mundial, ¿quién se acordará de por qué no fue? Aquí lo que sí que recordaremos siempre es que dejó de optar a ganar un balón de oro y, por tanto, mucha más pasta y patrocinadores. Es muy fácil hablar cuando no te juegas nada.
— ¿Sé puede ser periodista mujer, guapa, sin pelos en la lengua, con un par de ovarios bien puestos y que no pase factura?
— Siempre pasa factura. Yo sé que hay cosas que nunca me van a ofrecer y a las que nunca optaré por las cosas que he dicho o hecho.
— ¿Qué cosas has dicho o hecho?
— Apoyar a los presos políticos. En Madrid me ofrecieron un trabajo que te diría que era bastante el sueño de mi vida y cuando ya lo teníamos prácticamente todo cerrado, alguien con mucho poder dijo que yo era “la catalana independentista”. ¿Cuántos hombres opinan y no les ha pasado nada? Nosotros tenemos una posición mucho más débil y si dices lo qué piensas, pues caes más rápido.
— ¿Te ha pasado?
— Tengo dos demandas de la Federación Española de Fútbol por dar mi opinión en una entrevista. ¡Y me la hacían a mí! Esto no lo había explicado todavía. Dos demandas contra el honor, cuando no le falté el respeto a nadie. Expliqué el modus operandi de una federación que considero que es carca, antigua y que no hace absolutamente nada para que el fútbol femenino avance. Y te ponen demandas para acojonarte.
— ¿Cómo has gestionado el acoso y los insultos en las redes?
— Ha habido épocas de todo. Yo creo que como hace tantos años que lo sufro dentro del mundo del fútbol, no me viene de nuevo. Pero con el Zona Franca la diferencia es que ha pasado con gente de aquí, a la que siento cercana y dices: “¡hostia!”. Yo estaba acostumbrada a bloquear a gente del Madrid y, de repente, los de casa también van a hacer daño. Pero creo que no me ha afectado tanto como para necesitar terapia. Ahora bien, me niego a acostumbrarme a ello y seguiré denunciándolo.
— ¿Has recibido apoyo de la tele? ¿Del equipo?
— Nada.
…
…
— El famoso síndrome de la impostora.
— Esto en mi vida ha sido una constante. ¿Una mujer haciendo fútbol? Piensa que yo me he encontrado con entrenadores y gente del fútbol que han venido a mis programas y en la pausa de publicidad se me han quedado mirando y me han dicho: “oye, pues se ve que sabes de esto, y que te gusta”. A un tío nunca le dirían eso.
— ¿Qué te ha hecho mantener la cabeza fría y no abandonar cuando todo estaba en contra?
— Seguramente la inconsciencia. Porque soy bastante despreocupada. Mi madre ya me lo dice muchas veces “niña, eres tan viva la virgen”. Es que, si no, no habría podido seguir. Porque todo era muy hostil.
— ¿Cuándo nace ese compromiso y conciencia feminista que siempre predicas y practicas?
— Pues te diría que de bastante mayor eh, hacia los 20 años. En la universidad y en los primeros trabajos, cuando empiezas a preguntarte si eso de cobrar menos que los hombres es normal o si tendré las mismas oportunidades que mis compañeros. ¡Con la narración de fútbol es muy paradigmático! ¿Por qué antes que yo ninguna mujer había narrado nunca un partido de primera división de fútbol masculino? Pues lo hice yo, aunque las medallas se las pusieron otros.
— ¿Quiénes?
— Ya lo saben.
— Vivimos en el sistema que vivimos.
— ¿Y debemos seguir perpetuando este puto sistema?
— ¿Cuándo aparece el fútbol en tu vida?
— Está ahí desde siempre. Mi padre jugaba al fútbol de amateur, mi hermano, mi primo. Íbamos al campo los fines de semana y yo lloraba por el fútbol.
— ¿Tenías referentes mujeres o tú también querías ser Puyal?
— A ver, Puyal era el puto amo, pero yo quería ser Pilar Calvo. Siempre se lo he dicho. Y no sólo ella. De hecho, aquí hemos tenido la suerte de que tanto en la radio como en la tele siempre ha habido mujeres haciendo deportes: Imma Pedemonte, Isabel Bosch, Olga Viza.
— De periodistas y políticos siempre se dice que mejor que no se hagan amigos si queremos hacer bien nuestro trabajo. ¿En el caso de los periodistas deportivos y los jugadores de fútbol ocurre lo mismo?
— Sí, totalmente. El periodismo deportivo tiene un problema y es el hooliganismo. Sólo defendemos a nuestro equipo y a los jugadores que nos gustan y eso es muy problemático. Pero para tener buenas fuentes tienes que estar cerca de los jugadores. Y en el caso de las mujeres, o al menos a mí, me ha resultado muy difícil que no pensaran que quería algo con ellos.
— ¿Los jugadores pensaban que te los querías ligar?
— Agradezco no haber tenido que tratar demasiado con los jugadores porque siempre era: “a ver cómo lo digo o cómo lo hago para que no piense que tengo un interés más allá de lo profesional”. Están tan acostumbrados a que nadie les diga que no, que te tienes que estar justificando constantemente: “yo sólo quiero una entrevista, quiero información”. Y entonces ya no te responden al móvil.
— ¿Tienes amigas entre las jugadoras del Barça?
— No. Te diría que tengo cordialidad. Sobre todo, porque a raíz de escribir el libro —No las llames chicas, llámalas futbolistas (Libros Cúpula)— vieron que en mí tenían a una aliada. Yo no las defiendo porque sean amigas mías. Estoy defendiendo una causa y una situación que es ilógica en pleno siglo XXI y es la forma en que se trata al fútbol femenino.
— ¿Crees que el fútbol femenino acabará adoptando los mismos clichés que el masculino? Más agresivo, más distante, más elitista.
— Sí.
— Rotunda.
— Ahora se dice de las jugadoras que son mucho más cercanas, que tienen un juego más limpio o que no hacen tanto teatro. Y todo esto es fantástico. Pero tú no puedes ser cercano si te siguen millones de personas. Ellas ahora pueden pararse a firmar autógrafos cuando acaba el partido porque hay 5.000 personas en el estadio Johan Cruyff y quizás 100 quieren autógrafos. A mí lo que me gustará ver es que, si realmente tienen la opción de llegar a mucha más gente, tengan que decidir si pueden seguir siendo cercanas o no y si el deporte de élite se puede hacer de otra forma.
— ¿De qué forma?
— Pues significándose socialmente en causas. Ellas, por ejemplo, han naturalizado la homosexualidad y no se esconden. En el caso de ellos, es un tabú. Y como ellas vienen de donde vienen, a muchas las han insultado de pequeñas o se las ha llamado marimachos, creo que este compromiso social no se perderá. Pero otras cosas seguramente sí. Pero bueno, ojalá tengan esa posibilidad porque eso querrá decir que se ha equiparado la situación con la de ellos.
— ¿Tu primer trabajo ya fue como periodista?
— Sólo trabajé un verano en la recepción de un hotel en Torredembarra y porque era de un medio familiar. Yo tendría 16 o 17 años. ¡Y me encantó! Después ya siempre de periodista. La verdad es que he tenido mucha suerte.
— ¿Qué viaje te ha marcado?
— Kenia. Fui de viaje al país cuando me casé. Me impactó. Tengo claro que quiero volver a África.
— ¿Compartimos la pasión por los karaokes?
— ¿Cuándo vamos?
— ¿Cuál es tu hit?
— Don’t stop me now, de Queen. Y también Joaquín Sabina, con Nos dieron las diez. Rocío Jurado también la canto.
— ¿Qué no imagina la gente de ti?
— Que voy en bicicleta a todas partes. Porque me ven como una pija. Y hasta hace poco iba también en patinete, pero me lo olvidé dentro de un taxi y no lo he recuperado.
— ¿Cómo ves el fútbol femenino dentro de 20 años?
— Uf, no lo tengo nada claro. Me gustaría decirte que totalmente consolidado, pero no lo creo. El Barça es la excepción total. Lo que paga a sus jugadoras o que jueguen en el Camp Nou es una excepción. Y si todos los demás clubs no suben a este carro, existe el peligro de que el Barça se baje de él. Porque dentro del club hay gente que no se cree esto del femenino y lo considera una moda.
— ¿Y tú dónde te ves dentro de 20 años?
— Dentro de 20 años tendré 57… ¡Hombre, espero que retirada! En una playa de las Seychelles —ríe—
— ¿Con 57 retirada? Esto significa que habrá habido proyectos buenos y que te habrás forrado.
— No. ¿Por qué sabes a qué aspiro yo? A saber vivir con muy poco, que es lo que ya intento hacer ahora, en mi piso de 50 metros cuadrados en los que estoy muy feliz.
— La gente tampoco imagina de ti que vives en un piso de 50 metros cuadrados.
— Probablemente. ¡Pero es que la gente se piensa que los periodistas ganamos mucha pasta! ¡Hasta hace poco yo todavía compartía piso!
— ¿Cómo te gusta tomarte el ColaCao?
— Frío. Siempre muy frío, incluso en invierno.