Berta Aroca influencer
Berta Aroca, entrevistada por 'The New Barcelona Post' en el club Juno House. ©Carolina Santos
UN GRANINI CON...

Berta Aroca: “Ser creador de contenido está demasiado bien pagado”

Es una de las influencers más reconocidas del panorama catalán. Descarada y divertida por naturaleza, Berta Aroca no quiere caer en los corsés que a menudo imponen las redes sociales. Tiene 22 años, trabaja en el programa de radio 'Loft' de iCat, tiene el podcast 'La Toneta' y cuenta con 57mil seguidores/as en Instagram y 238mil en TikTok. Es muy consciente de los privilegios que tiene por ser ‘influencer’ y se siente una gran afortunada por su vida.

— Eres creadora de contenido, trabajas en un programa de radio y tienes un podcast. Tienes unas ganas inmensas de comunicar, ¿no?

— Creo que siempre han estado dentro de mí. A menudo me preguntan: ¿qué sería de tu vida si no hubieras cogido la cámara cuando tenías 11 años y no hubieras hecho ese primer vídeo? Siempre respondo que, tarde o temprano, lo hubiera terminado siendo igualmente. Siempre he tenido esa cosa dentro, como de hablar mucho. Creo que es lo mejor y lo peor de mí. Lo mejor porque es lo que me ha dado toda esta vida fantástica, y lo peor porque cuando charlas tanto… a veces la cagas, claro.

— ¿Qué crees que es lo que ha gustado tanto de ti?

— Lo que gusta de mí es lo mismo que no gusta de mí: que soy muy auténtica y muy natural. Siempre digo lo que me sale de dentro. No podría ser de esas influencers que nunca se mojan. Pero a la vez, a veces pienso y digo… Es difícil.

— Precisamente, una de las críticas que se hace a muchos influencers es que enseñan una vida irreal.

— Yo enseño mi vida tal cual es. Es una vida que es, en gran medida normal, pero después, no es normal. Nadie va a trabajar dos horas a presentar un programa de radio, nadie de mi edad cobra así por lo que yo hago. Nadie de mi edad se va a Noruega 21 días. Lo enseño siendo muy consciente de que no es la normalidad y de que soy superafortunada.

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— En tus redes hablas de que, a veces, haces oversharing. Es decir, que compartes un exceso de datos tuyos.

— Sí. Me he arrepentido muchas veces, muchísimas. Por ejemplo, de haber enseñado tanto la última relación que tuve. Pero, si después me encuentro en un momento muy dulce, pensaré… ¿Cómo no lo voy a enseñar? Por ejemplo, algo que al principio me costaba mucho decir era que no tenía padre. No tener padre a mí me ha marcado mucho. Y decidí contarlo. Para muchos esto será oversharing, pero yo considero que ayudé a gente que se sentía igual. A muchas niñas, sobre todo. A mí me gusta mucho esto de un influencer.

— ¿Recibes muchos mensajes sobre otros temas con los que hayas podido ayudar a tus seguidoras?

— Muchísimas veces. Y es lo que le da sentido a todo para mí. Fue muy desafortunado lo que dije en Loft sobre Lola Lolita (relacionado con el sexo), pero en el podcast La Toneta, precisamente hablamos mucho de sexualidad. Hablamos mucho del consentimiento. Siempre les digo que a mí me marcó mucho, por ejemplo, mi primera vez. Me acuerdo de que el chico me insistió mucho. Y yo, en ese momento, lo encontraba normal. Con 17 añitos, yo pensaba… Se ha enfadado, quizás sí es mi culpa, quizás sí que debería haber terminado. Ahora que soy mayor, que tengo 22 años, a las niñas les digo que esto no es normal, que esto no es una relación consentida.

— También hablas de autoestima.

— Sí. Yo siempre he tenido una autoestima muy baja. Hasta los 20, o hasta ahora, con 22, no he tenido una autoestima consolidada. Yo también escucho muchos podcasts y también me ayudan. Saber que ellas sienten esto que yo siento con otros podcasts es fantástico.

— ¿Qué relación tienes con las redes? ¿Cuántas horas les dedicas al día?

— Ahora tengo una relación supersana. Al principio, iba a la psicóloga por el tema de las redes. Un mal comentario ya me destrozaba el día. Siempre pensaba: ojalá nunca me cancelen en Twitter. Era mi gran miedo. Pero entonces pasa y te das cuenta de que no es tan grave. Tú estás tan segura de tu intención… Te has equivocado, sí, pero pedirás perdón y punto. Gracias a mis psicólogas —que he tenido más de una y dos y tres— he aprendido mucho a relativizar. Twitter, por ejemplo, ya no tengo. Estaba obsesionada con buscar mi nombre. Cada día entraba diez veces a ver si habían dicho algo. Es, literalmente, una droga.

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— Muchas mujeres que tienen visibilidad sufren, de una u otra manera, violencia digital. ¿Tú la has sufrido?

— La viví cuando hacía humor. Una broma que perfectamente haría un tío y todo el mundo le aplaudiría, a mí siempre se me ha intentado ridiculizar y se me ha intentado humillar. Esto lo he vivido con una rabia terrorífica y es lo que ha hecho que ya no haga humor. Hace que pierdas las ganas. Otra cosa que me he dado cuenta es que una chica, en TikTok, sólo puede ser una cosa. Puede ser la chica guapa que baila, la chica que se maquilla o la chica que hace humor. Pero no puede serlo todo.

— ¿Has sufrido acoso en las redes?

— De manera continuada sólo me lo hizo un chico hace muchos años, que me decía que vendría a buscarme a “mi puta casa”, en Mataró. ¡Me asusté tanto! Con el acoso, por lo general —el que no es continuado— lo que hago es sencillo. Cuando me insultan un poquito, sólo un poquito, ya bloqueo. ¿Por qué tengo que aguantar odio en mis redes? La herramienta de bloqueo es la mejor jamás inventada. ¡Debo tener 5.000 personas bloqueadas!

— Tú defiendes que el trabajo de creador/a de contenido no es difícil. ¿Por qué?

— Hay que tener los pies en el suelo. Tienes que ser realista. ¿En serio es difícil coger tu móvil y grabar tu outfit? Si piensas que esto es difícil, vive más. Sal de la burbuja. Yo he tenido la suerte de que nunca he tenido ningún trabajo precario y nunca me oirás hablar de eso ni hacer penurias. Diría que lo único difícil es aguantar la presión ésta y saber que estás siempre controlada. Saber que todo lo que dices tendrá una repercusión. Por lo demás, es el trabajo más fácil del mundo mundial. Y, además, es fantástico, es superagradecido y demasiado bien pagado. Es terrorífico lo bien pagado que está. Enfermeras y agricultores manifestándose y nosotros cobrando miles de euros por un vídeo. Obviamente, no estoy a favor del discurso “los influencers no hacen nada” —eso se dice muchísimo–, pero tampoco estoy a favor del discurso victimista.

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— Hiciste un vídeo enseñando todos los insultos que recibías por tu aspecto físico. Otra de las cosas difíciles es la presión estética que se vive en redes…

 — Sí, en diciembre colgué un vídeo y empecé a ver comentarios muy despectivos como “¿estás pasando hambre?”, “¿no te da vergüenza el ejemplo que das?”. A mí me frustró mucho. ¿Ejemplo de qué? ¿De que enseño mi cuerpo? Nunca he hablado de esto, nunca en la vida. Sé que tengo un cuerpo supernormativo. Estoy superdelgada, desde siempre. Me da mucha rabia que la gente diga cosas de mi cuerpo porque simplemente estoy existiendo. La he sentido mucho, mucho, mucho, esa presión estética. Un día borré todas las fotos en bikini de mi perfil porque no quería que la gente viera mi cuerpo. Piensas: me pondré todo de ropa ancha a partir de ahora porque no quiero que vean mi cuerpo.

— Todo este bodyshaming contra las mujeres —sobre todo si tienen un peso por encima de lo que se considera normativo— afecta a la autoestima de forma muy negativa.

— Por supuesto. Yo antes era muy insegura de mis pechos porque los tengo superpequeños. Cuando empecé a hacer contenido en catalán en TikTok, una tía me comentó: “¿no te da vergüenza, enseñar esas tetas que tienes, que no existen?” Y pensé: tiene razón, a partir de ahora voy a llevar sujetador. Da mucha pena esto.

— Cuando has entrado en Juno House, el club de mujeres donde realizamos estas entrevistas con Granini— unas chicas han dicho “¿Has visto? ¡Está Berta Aroca!”. ¿Cómo has vivido este proceso de pasar de ser totalmente desconocida a que te reconozcan por la calle?

— En Barcelona no me paran nada, eh. Al principio hablaba mucho con la psicóloga sobre que me veía muy arrogante a mí misma porque lo pasaba muy mal cuando me paraban. Aún ahora no entiendo por qué me ocurría. Creo que, simplemente, me abrumaba. Evidentemente que me gusta que me paren y que se lo debo todo a mis seguidores. Y, por eso, iba a la psicóloga y le decía: no sé cómo gestionarlo. Ahora, por fin, ya lo llevo bien, aunque todavía estoy aprendiendo. Me gustaría ser simpática como lo es Juliana Canet con sus seguidores.

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