Fabra i Coats: Centre d’Art Contemporani de Barcelona presenta la nueva muestra del escultor David Bestué. El artista se vale de las migajas, los residuos y el detritus que ha generado la ciudad a lo largo del tiempo para componer sus obras. Ciutat de Sorra juega con el tiempo planteando un pasado no vivido, recuerdos, falsos o no, epifanías de la ciudad y su historia a través del polvo.
El material del que todo parte y donde todo acaba, polvo cósmico y polvo de arena que remite, inevitablemente, a una alegoría a la muerte y al dicho popular. Aquello que el mar devuelve a la costa. Lo que el vertedero nos recuerda que existe. Aquello físico que no desaparece nos lleva irremediablemente a pensar en los recuerdos y su mímesis con dichos materiales. Todo aquello que no es biodegradable para la ciudad ni para nuestra memoria.
David Bestué (Barcelona, 1980) es un artista que ha elaborado su obra a partir de las relaciones entre el arte y la arquitectura. En su trayectoria, ha expuesto en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2017), en La Panera (Lleida, 2021) y en el Museo Jorge Oteiza (Pamplona, 2022). Además, ha comisionado exposiciones relevantes como El sentit de la Escultura en la Fundació Joan Miró (Barcelona, 2021).
Abordada con una indivisible relación con la poesía (firma habitual de la obra de Bestué), la muestra está siempre vinculada al tiempo y, más concretamente, al tiempo histórico. La escultura del artista se emparenta con la pluma de Juan Ramón Jiménez: “Una escritura del tiempo, función memorial de ideología y anécdota, sin orden cronológico; como una tira sin fin desliada hacia atrás de mi vida”.
La exposición reúne obras escultóricas de nueva producción elaboradas a partir de materiales vinculados a la ciudad que, de algún modo, capturan su vida más afectiva y poética, así como obras de diferente autoría cedidas por diferentes instituciones y que son portadoras de la imagen colectiva de Barcelona.
Estos materiales, así, cargados con una energía diferente, desviados de su origen y su funcionalidad preestablecidas, muestran mejor que nada esa historia que Bestué quiere contar y que todos los barceloneses conocemos.
Dan testigo del paso del tiempo y de la transformación general de los espacios de un modo más eficaz que las fotografías e, incluso, mejor que los recuerdos. Aquello que no recordamos de un modo cronológico exacto lo rellenamos con fantasía, invención, vagos recuerdos, figuras borrosas y sensaciones.
Llenamos los huecos y vacíos en el discurso con algo idealizado y alejado de la realidad del momento. Las obras mostradas apelan directamente a la memoria colectiva mediante algo físico, son recuerdos reconvertidos para que el espectador entienda mejor el contexto y la memoria colectiva y particular.
Son el testigo muerto del cambio, el cadáver que el mar ha devuelto a la playa. Un recuerdo que podemos ver y tocar, piezas, pues, que justifican por sí mismas su existencia y su valor. Las piezas de arte que se tornan más reales que la propia realidad.
En la planta baja, se muestran los pasados no vividos por el artista. Bestué, sin jerarquía ni orden, muestra una serie de objetos y materiales que conforman una suerte de museo personal, la conformación de un pasado que el espectador juzgaría como sucio.
Dos triángulos de papel de periódico con noticias relevantes y residuos de la ciudad nos dan la bienvenida. Hay plantas que nacen en el suelo marino de Barcelona, la Stachys maritima, ahora extinta; encontramos una bobina de cuerda hecha de palmera triturada que nos recuerda el origen de las fábricas textiles, y una recreación de la iluminación de la Font Màgica de Montjuïc.
Observamos una flor que crecía en las dunas de Can Tunis en los años 30, ahora también desaparecida; esculturas hechas con residuos de la depuradora de Sant Adrià y vestigios del Camp de Tir de las Olimpiadas 92, proyecto de los arquitectos Enric Miralles i Carme Pinós.
Bestué trabaja a partir de la destrucción a la mínima expresión. Esculturas que parten de la arena, de aquello que ha sido pulverizado y luego reconstruido por el artista
Con un marco temporal que abarca de 1979 a 2011 (del primer ayuntamiento democrático hasta el movimiento del 15M), la muestra se completa con cuatro proyecciones de vídeo bajo el título de Diaris Projectats: Destruccions, Maquetes, Contra i Cordes.
La exposición de proyectos y maquetas contrapone la realidad con la idealización de las representaciones a pequeña escala. La ciudad proyectada se erige como una Barcelona ambiciosa, la construcción de una ciudad soñada en contrapunto con los residuos frutos de las obras y de la reconstrucción permanente, la degradación de los materiales con el paso inevitable del tiempo.
Lo bello y lo feo expuesto al mismo nivel. Miles de imágenes montadas captan el estado de ánimo de la ciudad. La música de Hidrogenesse, una melodía popular, señala sucesos que ya forman parte del imaginario colectivo de sus ciudadanos.
Las proyecciones del artista sobre el futuro de Barcelona se encuentra en la planta superior. Con luz natural, encontramos materia viva: un muro de pétalos de flores de la ciudad se combinan con las peras flotantes, con el papel de periódico, con fragmentos de un muro en construcción y columnas que envuelven el tiempo. Reminiscencias a la poesía de Olvido García Valdés intentan retener y señalar lo que es injusto y denunciar. Hay que señalar el camino del placer y del deseo para llegar al optimismo hacia el futuro.
Para Bestué, la semilla, también tomada como concepto, es un elemento crucial que revoluciona el entorno y transforma la realidad mostrando ese futuro deseado. La semilla rompe el asfalto y las zonas grises e impone la vida y el crecimiento sobre aquello que es inerte, sobre lo que está muerto.
El futuro de las ciudades y la proliferación de zonas verdes, de parques y jardines, de energía limpia, es señalado directamente por el artista dando a entender su total comunión con la idea de la sostenibilidad. La revolución de lo verde es, sin lugar a dudas, el único camino posible y natural para el verdadero desarrollo de la ciudad.
Ciutat de Sorra, comisionada por la historiadora de arte, investigadora y crítica de arte Marta Sesé Fuentes, quien trabaja con Bestué en la exposición Pajarazos (Valladolid, 2023 – 2024), podrá ser visitada hasta el 22 de octubre en la Fabra i Coats.