Barry Diller vaixell Eos
EOS, el barco del californiano Bary Diller, que estas semanas está atracado en el Port de Barcelona. © JOF

EOS: la casa flotante de Barry Diller pasa el invierno en Barcelona

El magnate californiano y propietario de uno de los imperios norteamericanos de la comunicación tiene su velero, el segundo mayor barco privado del mundo, de 93 metros de eslora, amarrado en el Port de Barcelona

En las últimas semanas, el tramo final de Via Laietana desde la Catedral en dirección al mar anuncia de manera muy evidente la proximidad al puerto. Tres enormes mástiles quedan encuadrados entre el edificio de Correos y la sede del Departament de Recerca i Universitats de la Generalitat, que ocupa la antigua sede de la naviera Trasmediterránea.

Esta arboladura que alcanza los 61 metros de altura pertenece a un enorme velero amarrado en el muelle de España. Está del lado de la dársena del comercio, espacio concesionado por el Port de Barcelona a Marina Port Vell, donde escalan y sobre todo hibernan enormes embarcaciones de recreo atraídas por la ciudad, sus servicios y también por la proximidad de MB92, astilleros de referencia en el sector.

Un yate alemán

El barco en cuestión se llama Eos y, además de tres mástiles, tiene 93 metros de eslora, lo que hace de este el segundo velero privado más grande del mundo. Fue construido en 2006 en los astilleros alemanes Lürssen, histórico creador de buques que en los últimos tiempos ha recibido encargos de personajes como el Jalifa bin Zayed Al Nahayan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos; Alisher Usmánov, magnate ruso de origen uzbeko; o el estadounidense David Geffen, productor musical y teatral.

Otro magnate que contrató su barco en estos astilleros alemanes fue el californiano Barry Charles Diller. Un nombre que quizá no sea tan familiar como los y las gigantes de las finanzas, la tecnología o las ricas familias del golfo pérsico, aunque su trayectoria laboral ha sido trascendente en diferentes ámbitos que han afectado directamente a buena parte de los ciudadanos de a pie.

Paramount y Fox

Y es que Barry Charles Diller, que el pasado dos de febrero cumplió 80 años, es quien dio luz verde a la producción de películas legendarias de los 70 y 80 como Grease, Fiebre del Sábado Noche, Indiana Jones en Busca del Arca Perdida (y sus secuelas) o Superdetective en Hollywood. Todo eso pasó mientras llevaba el timón de Paramount Pictures Corporation, que bajo su presidencia ejecutiva también produjo series de televisión de gran éxito como Taxi o Cheers.

El propietario del velero Eos también es quien hizo que una serie de animación legendaria como Los Simpson viera la luz, ya que, a finales de los 80, cuando Diller era presidente y director ejecutivo de la Fox, creyó en el proyecto de James L. Brooks y Matt Groening sobre una extraña familia disfuncional de color amarillo que, en 2022, ya está en su temporada 33 y ya ha superado la barrera de los 700 episodios.

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El magnate Diller encargó el yate Eos (al fondo) en 2006, con el que recorre todo el mundo junto a su esposa, la diseñadora Diane von Fürstenberg. © JOF

La influencia Diller

El magnate californiano siempre ha sido un hombre inquieto y, aun especializándose en el mundo de la comunicación, siempre se ha interesado por diversificar sus campos de acción. Del mismo modo que en sus primeros años se le atribuye la paternidad de los telefilms (películas de unos 90 minutos pensadas para ser estrenadas directamente en TV), también vio un interesante filón en el sector del turismo online, haciéndose con la presidencia de Expedia, cuyo negocio son las reservas y ventas de billetes de avión, estancias en hoteles, viajes en crucero, alquiler de vehículos y paquetes vacacionales.

Bajo el enorme paraguas de Expedia hay marcas muy conocidas: Hotels.com, Trivago, Venere.com, Travelocity o Top Rural, webs que se usan activamente para encontrar ofertas de viajes y estancias por todo el mundo, un tiempo de ocio para personas que, quizá, también sean usuarias de otros productos que están o estuvieron hasta hace poco tiempo bajo supervisión de Diller. Y es que este también preside IAC/InterActiveCorp, de la que colgaban las aplicaciones de citas Tinder y Match.com, o Vimeo, la web para compartir y ver videos, considerada como el Youtube elegante. También forma parte del consejo de administración de The Coca-Cola Company, donde coincide con la presidenta del Banco Santander, Ana Botín.

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El superyate Eos tiene 93 metros de eslora y alcanza los 61 metros de altura. © JOF

Del papel al soporte digital

En enero de este año, a punto de cumplir 80 años, el magnate dio una orden que muchos esperaban: el final del papel en varias publicaciones de la editorial Dotdash Meredith, pues Diller ha decidido dejar de publicar las ediciones impresas de seis cabeceras. Las más conocidas son Entertainment Weekly, InStyle y la edición en español de People. En abril, estas publicaciones serán por última vez en versión papel, una tendencia imparable que el empresario californiano dice que compensará invirtiendo más en las ediciones digitales de las 14 cabeceras que tiene en su poder.

Un yate para su no-jubilación.

Diller encargó el Eos en 2006, cuando tenía 64 años. Los astilleros construyeron el barco con el máximo secretismo, como suele pasar con casi todos los megayates: siempre se especula sobre quien puede ser el armador y, si hay contratos de confidencialidad, esto solo se acaba descubriendo con alguna foto o alguna revelación de quienes no tenían la obligación de guardar ese silencio.

Diller encargó el Eos en 2006, cuando tenía 64 años

El velero tocó el agua en 2009 por primera vez. Entonces, el diseñador Bill Langan respiró tranquilo al saber que el armador quedó satisfecho con su nueva casa flotante, que tuvo un coste cercano a los 150 millones de dólares, unos 131 millones de euros. Desde entonces, el Eos ha viajado por todo el mundo con su armador y su esposa a bordo, pasando periodos más o menos largos. A veces solos y en otras ocasiones acompañados de 14 personas, pues tiene capacidad para hasta 16 huéspedes, atendidos por una tripulación de 21 personas, que viven permanentemente a bordo en dos turnos rotatorios y que está al 100% únicamente cuando se navega con pasaje.

Un mascarón para Diane

Quien se acerque estos días a Marina Port Vell podrá distinguir perfectamente el Eos por su eslora, sus tres mástiles y su elegante casco azul. Aquel que se fije también en ciertos detalles podrá ver que el barco está impecable, pues la tripulación, como la del resto de superyates de la marina, está pendiente permanentemente del mantenimiento y limpieza del velero, como si en cualquier momento fuera a llegar el armador.

Quien sí está presente permanentemente a bordo es Diane von Fürstenberg. En su caso en forma de mascarón, pues, aunque se trata de un barco construido en el siglo XXI, Diller quiso mantener la tradición de la figura decorativa en la proa del barco pidiendo la instalación de una estatuilla que reproduce la cabeza y el cuerpo de la diseñadora, en homenaje a quien es su esposa desde 2001: Diane Simone Michelle Halfin, que adoptó su nombre actual al casarse con el príncipe Eduard Egon Peter Paul Giovanni von und zu Fürstenberg.

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En la proa, el barco luce una estatuilla a modo de homenaje a Diane, la esposa del magnate de la comunicación. © JOF

El matrimonio de Diane y Egon, ambos diseñadores, fue breve: dos años y medio, aunque el divorcio fue cordial. Tanto que el príncipe permitió a su exesposa el derecho a llevar su nombre y título para que con el peso de este pudiera hacer negocios como, por ejemplo, su marca de prét-à-porter de lujo DVF.

Estos días en el puerto de Barcelona uno puede fijarse en el Eos y verlo simplemente como un espectacular yate o, si tira del hilo, puede unir en un mismo amarre a Los Simpson, Tinder, la casa noble suaba alemana de Fürstenberg y John Travolta en Fiebre del Sábado Noche. Puede ver también la relación entre Fox News, Indiana Jones, la moda de lujo, editoriales en transición a digital y portales de reservas hoteleras. También puede ver allí los beneficios de una web de videos, de un portal de citas, la elegancia de una diseñadora belga naturalizada estadounidense y la casa flotante de un californiano que cuando empezó como chico de los recados se quería comer el mundo… y lo consiguió.