La histórica Dársena del Comercio, el espejo de agua que queda entre los muelles de España y la Barceloneta, dejó de usarse como zona de amarre de mercantes a finales de los 80. La nueva Barcelona nacida de las olimpiadas cambió radicalmente la zona, que se convirtió en un gran puerto deportivo. Sus pantalanes complementaban a los ya existentes del Real Club Náutico y el Reial Club Marítim, al tiempo que, en otra zona del litoral, también nacía otro puerto para la ciudad: el olímpico.
El tiempo y la experiencia adquirida hizo que los objetivos de esta marina concesionada por el puerto de Barcelona cambiasen de rumbo y filosofía: como ya existía una más que importante oferta para barcos de recreo medianos y pequeños, Marina Port Vell acabó especializándose en grandes esloras, un sector en el que el astillero Marina Barcelona 92 ya se había centrado en los últimos años del siglo pasado.
2010 fue el año del gran cambio en las instalaciones: se renovaron con la mirada puesta en convertirlo en un puerto de lujo para megayates de hasta 190 metros de eslora. El crecimiento exponencial del número de este tipo de barcos (hoy hay más de 50 yates de más de 100 metros, cifra impensable hace pocos años) hizo que la apuesta, instalada en el corazón de la ciudad, con todos los atractivos que eso supone para visitantes, armadores y tripulantes, funcionase bien.
El caso es que no solo la instalación es un lugar elegante y los barcos que allí amarran, tanto para hibernar, para pasar largas temporadas o en tránsito con sus propietarios, sean espectaculares, sino que su presencia forma parte de la llamada economía azul local. Según datos del Barcelona Clúster Náutico, en la actualidad, y tan sólo en la ciudad de Barcelona, que tiene 16 kilómetros de litoral, esta economía genera empleo directo para más de 15.000 personas y factura 3.750 millones de euros al año; esto es, un 4,3% del PIB de la ciudad y un 1,4% del empleo.
En el caso concreto de Marina Port Vell, esta parte del puerto genera un impacto socioeconómico directo que, en 2019 supuso 180 millones de euros de aportación al PIB de Barcelona y creó 3,1 empleos por cada amarre gestionado por la marina. La época más álgida de la pandemia supuso un paréntesis en la actividad, aunque gracias a la potencialidad de la industria de las grandes esloras, como se encargó de recordar este miércoles Luis Conde, ya se están percibiendo síntomas claros de recuperación. El presidente del Salón Náutico, que también es un enamorado de la navegación, no se quiso perder el acto de presentación de las nuevas inversiones.
Los detalles del proyecto
Los actuales gestores de la instalación, cuyo propietario principal es el fondo catarí Qinvest, recuperaron el nombre clásico de Port Vell tras unos años en que la marina fue rebautizada como One Ocean y ahora, de cara a evidenciar que los muelles están gestionados de manera diferente, se ha decidido emprender un plan de mejoras en el que se invertirán 20 millones de euros y tendrá tres patas, como señala Ignacio Erroz, su director general: paisajismo, reordenación de amarres y lámina de agua e implantación de un nuevo sistema de combustible.
Erroz, jurista de formación y con amplia experiencia en el sector náutico, tanto en puestos directivos de astilleros como en la gestión de puertos, indica que las actuaciones se completarán en unos 12-14 meses. Para entonces se notará un cambio en las instalaciones. Lo que será más claramente visible será un proyecto de paisajismo que aumentará los espacios verdes de la infraestructura. La intención es que sea una zona menos dura y tenga una imagen más acogedora y cálida. Esta novedad afectará a 17.637 metros cuadrados y se llevará a cabo en los Muelles de Bajo Muralla, Depósito, Barceloneta, España y Reloj.
Otra obra que cambiará la imagen de la zona será la reordenación de amarres. En este caso, la superficie afectada será de 8.531 metros cuadrados y permitirá incrementar aún más la especialización de la marina en el sector de las grandes esloras, pues se dispondrá de 23 nuevos amarres para embarcaciones de hasta 70 metros. Esta novedad será visible desde prácticamente todas partes, ya que la ubicación de las embarcaciones hará que se incremente el espacio visible de la lámina de agua para quienes pasen y paseen por la zona.
La tercera pata en la que se invertirán parte de los 20 millones de presupuesto de estos trabajos será la menos visible, aunque también es importante técnicamente: se implantará un nuevo sistema de suministro de combustible que reducirá el riesgo de contaminación ambiental y mejorará la seguridad en la infraestructura. Será una nueva red de 510 metros de tuberías, que permitirá el suministro a las embarcaciones en el punto de amarre mediante un sistema de bombeo. Este proyecto se concretará en dos muelles clásicos: el de Barceloneta y el del Reloj, además de en uno de más reciente construcción: el pantalán C.
El director de la instalación contó que proyectos anteriores forman parte del nuevo posicionamiento de la marina como infraestructura especializada en superyates. Para ello se ha creado una nueva imagen corporativa y un plan internacional para impulsar el posicionamiento de Marina Port Vell y de la marca Barcelona como destino de calidad del sector de las grandes esloras.
Apoyo portuario e institucional
Ignacio Erroz y Luis Conde estuvieron acompañados por Damià Calvet, presidente del Puerto de Barcelona; Carlos Prieto, subdelegado del Gobierno de España; Isidre Gavín, secretario de Territori i Mobilitat de la Generalitat, y Xavier Marcé, concejal de Turismo e Industrias Creativas del Ayuntamiento de Barcelona. Todos estuvieron de acuerdo, sin fisuras, en reseñar lo valioso de esta instalación, su importancia como parte del hub marítimo local y destacando que esta zona del puerto, concesionada hasta 2048, es un activo de gran valor que trae nuevas oportunidades y el deseado perfil de visitante calidad que la ciudad merece.
Se lanza un plan internacional para impulsar el posicionamiento de Marina Port Vell y de la marca Barcelona como destino de calidad del sector de las grandes esloras
El encuentro en el Port Vell fue una alineación de criterios de diferentes instituciones y personalidades que se agradece en el contexto actual. Parece que el mar y las vistas a los barcos, en algunos casos son autenticas obras de arte, calma los ánimos.