La respuesta a emergencias humanitarias requiere una actuación rápida y eficiente, canalizada a través de la solidaridad y prestada a menudo por parte de entidades no gubernamentales. Personal, material sanitario, alimentos, ropa y agua son ejemplos de la multitud de bienes de primera necesidad que se requieren en estas actuaciones. La startup con sede en Barcelona Humanitaria fue fundada precisamente para facilitar el acceso y transporte de uno de estos elementos: las camas.
La adquisición, transporte e instalación de camas requiere un amplio despliegue de recursos para las ONG. La startup, impulsada a través del programa de aceleración Unicef Lab, nació con el objetivo de diseñar una cama más económica, ligera y fácil de transportar e instalar que las tradicionales, habitualmente de metal. ¿El resultado? Unas camas de cartón que puede soportar hasta 350 kilos y que se montan en cinco segundos. Lo logra con un sistema desplegable en dos pasos, mediante el que una lámina de cartón plana se convierte en la cama, sin utilizar herramientas y con un montaje que puede realizar una sola persona.
Estas camas de cartón cuestan una décima parte del precio medio de los equipos tradicionales. Mientras que el precio habitual para 1.000 camas oscila entre los 100.000 y los 200.000 euros, las de cartón tienen un precio de unos 16.000 euros, con unos 16 euros por unidad. Pueden transportarse plegadas, y se montan e instalan en unos 20 minutos. También se acelera la velocidad de fabricación, ya que pueden fabricarse unas 1.000 camas de cartón a la hora, en un proceso de producción que puede llevarse a cabo en cualquier factoría media de packaging.
Afrontan el hecho de que las camas sean de un solo uso desde la perspectiva de “aprovechar las ventajas que da el cartón y su durabilidad limitada”
Esta velocidad de producción permite dar respuesta a picos de demanda sin elevados plazos de espera ni roturas de stock, para evitar que se repitan situaciones similares a las derivadas de la pandemia. La reacción ante la emergencia generada por el Covid-19 fue precisamente la semilla de la idea del director general y cofundador del proyecto, Juan Sanz. “Nos dimos cuenta de que hacía falta recursos estandarizados, viendo el caos organizativo de todos los gobiernos a nivel mundial”, afirma Sanz, que se dedica al diseño industrial e invirtió su bagaje en concebir estas camas.
La startup, impulsada por Sanz junto a J.Alberto Paniagua, ha apostado por aplicar conceptos de especialización y supereficiencia al equipamiento humanitario. Eligió el cartón para fabricar su modelo por el precio, el peso y la resistencia de este material, que también facilita su almacenaje y transporte. Fabricar las camas en este material reduce el coste en torno de un 90% respecto al precio de otras camas de uso humanitario. También influyó el hecho de que el cartón sea biodegradable. El modelo se ha ideado como “camas efímeras”, desechables y fácilmente reciclables. Pese a que las camas que actualmente utilizan las ONG actualmente son absolutamente reutilizables por el hecho de ser de metal, Sanz asegura que a menudo se abandonan en el lugar por “comodidad logística” y por el coste que implica transportarlas de nuevo, por lo que no vuelven a utilizarse. Sanz explica que afrontan el hecho de que las camas sean de un solo uso no desde el enfoque de que son contaminantes, sino desde la perspectiva de “aprovechar las ventajas que da el cartón y su durabilidad limitada”.
El equipo de Humanitaria está deslocalizado y cuenta con Sanz y Paniagua como estructura fija. Mientras que los cofundadores operan ahora desde Albacete y Madrid, la startup nació en Barcelona y tiene en el entorno barcelonés a su fabricante asociado para producir las camas. Por ahora, Creu Roja Catalunya contará con sus camas para las operativas de salvamento que tiene previstas para este otoño. Sanz no revela sus previsiones de ventas, pero asegura que el objetivo “nunca fue la rentabilidad, sino que se trata de un proyecto de realización personal”. El cofundador, que augura una buena acogida del producto a nivel internacional, enfatiza que su reto pasa ahora por combatir las reticencias de entidades, que en muchos casos optan por seguir “con lo conocido aunque sea un lastre para su actividad”. Estos recelos pueden ralentizar respuestas que deben ser rápidas, y representan un muro de dudas que Humanitaria pretende derribar a golpes de cartón.