Barcelona vibra con la música. Lo demuestra su extensa programación musical, sus múltiples salas y auditorios de primer nivel, y el hecho de que durante las últimas semanas hayan abierto con éxito sus respectivas temporadas instituciones de primer orden, como el Palau de la Música Catalana, L’Auditori y el Liceu. Una ciudad que da cabida a instituciones de este calibre evidencia que es una urbe de música que reserva un destacado papel para la clásica.
Y estas instituciones enfocan el futuro con optimismo, con la mirada puesta en la atracción de nuevos públicos, como han constatado el director general del Palau de la Música Catalana, Joan Oller, y el director de L’Auditori, Robert Brufau, en una nueva sesión del ciclo Moments Estel·lars, organizado por The New Barcelona Post con la colaboración de CASA SEAT, Barcelona Global, Must Media Group y Giny Barcelona. Y es que, sobre todo a partir de la pandemia, “está apareciendo mucho público nuevo que no es el que tradicionalmente venía a los conciertos”, ha destacado Oller.
“Mucha gente ha incorporado venir a un concierto como un elemento más de su socialización. Si conseguimos que los que vienen una vez repitan, no cabremos; hará falta una tercera sala en Barcelona”, ha defendido el director general del Palau en una sesión moderada por el periodista y profesor de la UPF-BSM Toni Aira. Esta llegada de nuevos públicos es “un fenómeno interesantísimo que está ocurriendo en diversas ciudades, y que también está pasando con fuerza en Barcelona”, según Oller, que ha garantizado ser “muy optimista con cómo evolucionará el público”.
Y esta asistencia de nuevos espectadores “fortalece las posibilidades y representa a la vez un reto, y es que desconocen los códigos de comportamiento”, como los momentos en los que se debe o no aplaudir. Brufau ha situado el reto en otro ámbito: la atracción de este público. “Estamos muy convencidos de la propuesta que ofrecemos; si convencemos a la gente para que venga, sabemos que la experiencia será extraordinaria”.
“No nos preocupa la experiencia, estamos seguros de que será transformadora. En todo caso, el reto es convencer a la gente para que se acerque”, ha continuado Brufau, que ha citado un estudio estadounidense en base a 400 nuevos espectadores que identifica como freno “el envoltorio”, como las dificultades de acceso o incluso el aparcamiento, pero “lo que no fallaba nunca era la música”.
Así, “el principal freno no es la música en sí misma, sino la incomodidad que puede suponer ir a ese espacio”, ha añadido Oller, que ha complementado el estudio citado por Brufau con otro realizado en Reino Unido que concluye que los nuevos espectadores valoran su experiencia por encima de lo que lo hace la audiencia habitual. Y estos nuevos públicos tienden a acercarse más fácilmente a estas instituciones musicales atraídos por grandes obras universales, y no tanto por nuevas creaciones, algo que Oller ha identificado como otro de los desafíos de estos grandes auditorios. “Tenemos que trabajar para que el público sea más curioso con las propuestas innovadoras, es una de las carencias en las que todavía tenemos mucho por hacer”, ha remarcado Oller, que ha reivindicado que hay recorrido en el posicionamiento de Barcelona como una ciudad de clásica.

En este camino, los artistas también desempeñan un relevante papel: “No sólo deben ser excelentes, sino que también deben ser capaces de conectar con la sociedad actual”, ha defendido el responsable del Palau, en un contexto en el que los artistas pueden tener ahora una comunicación directa con el público y generar comunidad.
Rompiendo tópicos
Brufau y Oller se han propuesto desmentir tópicos sobre sus instituciones y la clásica, empezando por la edad de los espectadores: la media de la del Palau de la Música Catalana es de alrededor de 47 años, lo que “rompe el tópico de que la media de edad es muy elevada”.

Para conquistar a espectadores jóvenes y a nuevos públicos, ambos auditorios promueven iniciativas para acercarse a ellos, y lo hacen también en colaboración con otras instituciones culturales, con propuestas como Vibe35, enfocado a menores de 35 años. Brufau, que ha puesto en valor la voluntad “colaborativa y la buena sintonía entre las diferentes instituciones culturales”, ha detallado que se trata de un proyecto de colaboración entre el Teatre Lliure, el TNC, el Mercat de les Flors y el Liceu, además de L’Auditori i el Palau, para llegar a espectadores jóvenes.
La colaboración interinstitucional adquiere su máxima expresión en organizaciones como la European Concert Hall Organization (ECHO), de la que forman parte tanto L’Auditori como el Palau y que reúne a los principales auditorios europeos. De hecho, solo dos ciudades europeas cuentan con más de una institución dentro de la ECHO: Viena y Barcelona.
Iniciativas como estas se complementan con otros programas y propuestas, como los enfocados a escuelas y a familias, y los abonos con nuevos formatos: “Parece que los abonos tradicionales están caducados, cuando en cambio todos estamos nos estamos abonando más que nunca”, ha dicho Brufau en referencia a plataformas digitales y de streaming.

Una tercera gran sala para Barcelona
Además de desmontar el tópico de la media de edad elevada, Brufau y Oller han desmentido la idea de que la clásica ha perdido público durante los últimos años. De hecho, Oller ha asegurado que es algo que se ha anunciado de forma recurrente durante décadas, pero que no ha ocurrido. Según Oller, hace 30 años ya se decía, pero hace 25 se creó L’Auditori, y se llena al igual que el Palau. “El nivel de ocupación ha sido absolutamente clave para poder hacer crecer la oferta musical de Barcelona. Incluso faltaría una tercera sala en la ciudad”, ha reiterado Oller.
Para avanzar en el posicionamiento de Barcelona como ciudad de clásica, tanto Brufau como Oller han coincidido en señalar la importancia de mejorar la Ley de Mecenazgo para “hacer más atractiva la colaboración con instituciones como estas, y para entender esta relación como una colaboración, y no como un frío patrocinio”, ha resaltado Brufau. Oller, que ha celebrado la reforma de la Ley de Mecenazgo, ha pedido ir más allá. En este sentido, ha propuesto buscar fórmulas imaginativas para seguir avanzando en esta dirección, en una Barcelona que, según Brufau, “tiene un gran potencial musical”.
