Único en su especie, al centrarse prioritariamente en las composiciones de un solo —y enorme— creador, Johann Sebastian Bach, el Festival Bachcelona retoma su andadura, un verano más, para ofrecer conciertos que aprovechan emblemáticos rincones de la ciudad, si bien no acostumbradamente vinculados a la interpretación musical. Pensamos, por ejemplo, en la sala Doménech i Montaner del recinto modernista de Sant Pau, la Basílica de Santa Maria del Pi o La Casa Milà, más conocida como La Pedrera. Por supuesto, algunos de los eventos se han programado en salas de conciertos de referencia, como L’Auditori o el escenario del Caixaforum, donde cada año tienen lugar interesantes ciclos musicales y conferencias.
La figura de Bach, con todo, sigue siendo el reclamo fundamental para el público barcelonés, con quien tiene una historia de amor que se remonta a tiempos inmemoriales, incluso si puede rastrearse y relacionarse, por ejemplo, con la insólita pericia con que Pau Casals interpretó sus obras instrumentales —las suites para violonchelo solo— y el afecto con programó sus piezas concertantes y corales, entre las cuales la Suite en Re. Una composición que abrió la velada de un remoto 13 de octubre de 1920 en el Palau de la Música. No es casualidad, sino producto de esa afinidad, que el templo modernista le dedique un ciclo Palau Bach a lo largo de la temporada ordinaria, lo cual no hace —por ejemplo— con otros dos grandes nombres en el imaginario popular, fundamentales para la historia de la música, como son Wolfgang A. Mozart o Ludwig van Beethoven.
Puede no haber destacado el llamado “kantor de Leipzig” por la aparente espontaneidad creadora del primero o por la genialidad expresiva del segundo, faro del subsiguiente Romanticismo. Pero lo cierto es que el carácter intrincado de las melodías de Bach y sus posibilidades de revisitación —y fusión con otros géneros actuales— enganchan a un público amplio: un espectro de melómanos ciertamente dispar, en que se encuentran tanto amantes de la matemática o de la arquitectura como de la experimentación musical o el arte sacro, sin que una vertiente excluya por fuerza las otras. Sorprendentemente, la precisión y estabilidad de la gramática musical de Bach habilita al mismo tiempo la transformación de los materiales, en diálogo con otras tradiciones y abriéndose por tanto a diferentes concepciones interpretativas.
Sorprendentemente, la precisión y estabilidad de la gramática musical de Bach habilita al mismo tiempo la transformación de los materiales, en diálogo con otras tradiciones
Y es que, más allá de la tendencia a la recuperación historicista, que potencia los criterios musicales de la época barroca, el éxito de Bach en Barcelona tiene que ver con su carácter atemporal, que de hecho ya subrayó Pau Casals. El alcance universal de su propuesta resplandece con un fulgor renovado incluso fuera de su contexto original, en el marco de un compromiso personal movido por la fe luterana —el de Bach con la divinidad— tan humilde como fructífero y trascedente para los melómanos de todo signo. En este sentido, precisamente, la inauguración del festival tendrá lugar en L’Auditori el 1 de julio con la programación de dos Cantatas (la BVW 146 y la BWV 169) y un Motete (BWV anh. 159) oficiados por el director y violinista japonés Shunske Sato, con la destacada participación de la soprano Mercedes Gancedo.
Las Variaciones Goldberg podrán ser escuchadas en una recreación inusual, con el público estirado en tumbonas concéntricamente ubicadas en torno al clavecín
Al día siguiente podrá disfrutarse de un concierto muy original -“Bach noctámbulo”- en sesión doble, la segunda de las cuales a las 22.00, con justificadísima nocturnidad. No en vano la velada pone el foco en la pieza que —según dice la anécdota— Bach compuso para aliviar las noches de insomnio del conde Keyserling. Nos referimos a las Variaciones Goldberg, que podrán ser escuchadas en una recreación inusual y sumamente apropiada: con el público estirado en tumbonas concéntricamente ubicadas en torno al clavecín desde el que Inés Moreno Uncilla dispensará momentos de solaz y ensoñación. La originalidad de la propuesta se perpetúa en otras sesiones programadas para públicos distintos —o poco usuales— pero no menos sensibles a la música, como es el caso del público infantil.
Así, en el Teatre Akadèmia tendrá lugar “Bach per infants” —en dos sesiones del sábado 3 de julio— que los organizadores describen como “un espectáculo sin texto, inspirado en melodías de J. S. Bach. Sencillo, tierno y cercano”, con la intervención de voz e instrumentos como la flauta travesera, el ukelele o la percusión. Otros conciertos interesantes, de un minimalismo que no deja de fascinar, son los dedicados a las suites, partitas y sonatas para instrumentos de cuerda, que interpretarán los violoncelistas Clara Pouvreau y Markku Luolajan-Mikkola. La complejidad técnica de estas piezas y la introspección a que invitan ha supuesto un hondo motivo de reflexión para el violinista Gidon Kremer, protagonista del documental Back to Bach que la Filmoteca de Catalunya proyecta el 4 de julio asimismo en el marco del Festival Bachcelona.
Se han programado conciertos para públicos distintos -o poco usuales- pero no menos sensibles a la música, como es el caso del público infantil
La libertad creadora de la obra de Bach, así como las oportunidades que ofrece para improvisar excursiones interpretativas, será puesta de manifiesto una vez más por el pianista catalán Carles Marigó en colaboración con el videoartista Francesc Isern, que en la doble sesión del 7 de julio (19.30h y 21.30h) del espectáculo “Breaking Bach” proyectará imágenes en diálogo con la música en el auditorio del Caixaforum de Barcelona.
BACHCELONA SOLIDARIO
No podemos dejar de mencionar una serie muy especial de conciertos, cuya recaudación íntegra se destinará a proyectos sociales (Xamfrà, Fundació Plat del Pobre, Fundació Obra Mercedària, Fundació Ana Ribot). Nos referimos a los conciertos protagonizados por el Ensemble Brudieu y solistas vocales en Santa María del Pi el 5 de julio; por el Duo Cassadó en el Recinto Modernista de Sant Pau el 6 de julio; por organistas y cantantes del ESMUC en la Basílica de la Mercè —ese mismo día—; y, finalmente, por un trio de cuerda formado por músicos del Gran Teatre del Liceu que clausurará el Festival en La Pedrera el 8 de julio tocando una versión adaptada de las Variaciones Goldberg. Se trata de un concierto de gran interés, pues pocas veces se asiste en vivo a la transcripción de aquella mítica obra, en que —gracias a la separación de voces en timbres y ejecutantes distintos— se resaltarán la confluencia y proliferación de líneas melódicas. Como en los otros tres conciertos, los organizadores advierten que se habilitará una “fila cero” para realizar aportaciones en el caso de que no se pueda asistir al concierto o se desee hacer una donación.