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icen que el Arte nace del dolor. Joanne tenía 19 años cuando murió de una enfermedad de nombre extraño, el lupus. Era la tía paterna de Stefani Joanne Angelina Germanotta –el verdadero nombre de Lady Gaga– y a pesar de que nunca se conocieron –la artista nació 12 años más tarde– el peso de su pérdida ha marcado desde siempre a la cantante estadounidense. Era tal la presencia de la muerte de Joanne entre los suyos, entre su familia, que ella misma ha afirmado que su tía es una de las personas más importantes de su vida, una rotunda inspiración para su carrera. Lleva un tatuaje en el brazo con la fecha de su nacimiento.
El álbum “Joanne” ha otorgado un look algo más sereno a la artista rubia. Atrás ha dejado sus out-fits más escandalosos, rabiosos, delirantes, como cuando se vestía de filete o cargada de peluches o con máscaras estrambóticas con las que parecía no ver nada. En la promoción de “Joanne” el rosa pálido toma destacada importancia –el sombrero de ala ancha como imagen principal del álbum, el traje chaqueta con escote de vértigo a su llegada al aeropuerto del Prat– “Joanne” es un proyecto homenaje, cargado de amor, a la pérdida, a la muerte, al dolor.
El sufrimiento de Lady Gaga no es solo emocional. Desde hace años padece intensos dolores físicos de difícil diagnóstico –la enigmática fibromialgia– que debieron llegar a un punto insostenible el pasado mes de septiembre cuando se vio obligada a suspender su gira mundial desde Río de Janeiro. En el más que recomendable documental de Netflix “Five Foot Two” –medida que corresponde a su altura, 1m 57 cm– da fe con creíble sinceridad de sus momentos más vulnerables, los severos ataques de dolor, los lloros, la angustia por los que pasa la diva del pop. Quizá sea su particular forma de lidiar con la debilidad parte de su éxito. Lady Gaga reúne los requisitos imprescindibles para ser una gran diva: Es una excelente vocalista –sus solos al piano, emulando a Frank Sinatra en la gala por el centenario de su nacimiento, sus maravillosos duetos con Tony Benet–; es puro show, una currante perfeccionista e incansable que domina el arte del espectáculo. Todas estas cualidades las encontramos en otras divas que también copan los rankings de los singles más vendidos o actúan de miedo en la Súper Bowl. Pero todos sabemos que Gaga es otra cosa.
Ese dolor que padece y que necesita convertir en material artístico –ese dolor que muchos de nosotros hemos sentido en mayor o menor grado, ese dolor que cambia humores y vidas– otorga a la señora Gaga un algo trascendente.
Gracias, Lady, por mostrarnos sin pudor ni descanso cómo hacer de la debilidad, tu fuerza.
“TE AMO, BARCELONA”
En un espectacular montaje en el Palau Sant Jordi –con puentes laterales flotantes y plataformas móviles que acercaban la diva a los espectadores–, Lady Gaga dejó extasiados a sus fans, los llamados “little monsters”.
En un vibrante show, la artista alternó sus hits de siempre con las nuevas canciones. Brillante, simpática, arrolladora. Una Gaga más madura que sigue entregada a la puesta en escena.
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icen que el Arte nace del dolor. Joanne tenía 19 años cuando murió de una enfermedad de nombre extraño, el lupus. Era la tía paterna de Stefani Joanne Angelina Germanotta –el verdadero nombre de Lady Gaga– y a pesar de que nunca se conocieron –la artista nació 12 años más tarde– el peso de su pérdida ha marcado desde siempre a la cantante estadounidense. Era tal la presencia de la muerte de Joanne entre los suyos, entre su familia, que ella misma ha afirmado que su tía es una de las personas más importantes de su vida, una rotunda inspiración para su carrera. Lleva un tatuaje en el brazo con la fecha de su nacimiento.
El álbum “Joanne” ha otorgado un look algo más sereno a la artista rubia. Atrás ha dejado sus out-fits más escandalosos, rabiosos, delirantes, como cuando se vestía de filete o cargada de peluches o con máscaras estrambóticas con las que parecía no ver nada. En la promoción de “Joanne” el rosa pálido toma destacada importancia –el sombrero de ala ancha como imagen principal del álbum, el traje chaqueta con escote de vértigo a su llegada al aeropuerto del Prat– “Joanne” es un proyecto homenaje, cargado de amor, a la pérdida, a la muerte, al dolor.
El sufrimiento de Lady Gaga no es solo emocional. Desde hace años padece intensos dolores físicos de difícil diagnóstico –la enigmática fibromialgia– que debieron llegar a un punto insostenible el pasado mes de septiembre cuando se vio obligada a suspender su gira mundial desde Río de Janeiro. En el más que recomendable documental de Netflix “Five Foot Two” –medida que corresponde a su altura, 1m 57 cm– da fe con creíble sinceridad de sus momentos más vulnerables, los severos ataques de dolor, los lloros, la angustia por los que pasa la diva del pop. Quizá sea su particular forma de lidiar con la debilidad parte de su éxito. Lady Gaga reúne los requisitos imprescindibles para ser una gran diva: Es una excelente vocalista –sus solos al piano, emulando a Frank Sinatra en la gala por el centenario de su nacimiento, sus maravillosos duetos con Tony Benet–; es puro show, una currante perfeccionista e incansable que domina el arte del espectáculo. Todas estas cualidades las encontramos en otras divas que también copan los rankings de los singles más vendidos o actúan de miedo en la Súper Bowl. Pero todos sabemos que Gaga es otra cosa.
Ese dolor que padece y que necesita convertir en material artístico –ese dolor que muchos de nosotros hemos sentido en mayor o menor grado, ese dolor que cambia humores y vidas– otorga a la señora Gaga un algo trascendente.
Gracias, Lady, por mostrarnos sin pudor ni descanso cómo hacer de la debilidad, tu fuerza.
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