Montjuïc no es una montaña; Montjuïc es un parque urbano con decenas de equipamientos vinculados no sólo a la cultura, sino también a la ciencia y al ocio. Con esta reivindicación previa han expuesto la labor de sus respectivos museos el director del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), Pepe Serra; la directora del Área de Exposiciones y Colección de la Fundación La Caixa, Isabel Salgado, y el director de la Fundació Miró, Marko Daniel, en el ciclo Moments Estel·lars, organizado por The New Barcelona Post con la colaboración de CASA SEAT, Barcelona Global, Must Media Group y Giny Barcelona.
“Montjuïc es un parque, y no una montaña; tiene cierta elevación, es un parque en 3D, pero le faltan muchos metros para ser una montaña”, ha puntualizado Daniel, que ha alertado de que calificarlo de montaña genera reparos a nivel psicológico. “Cuando hablamos de montaña, te tienes que preparar”, lo que genera una barrera mental para muchos barceloneses que no dan el paso de acercarse a Montjuïc. Los partidos del Barça mientras se reforma el Camp Nou han contribuido a mitigar esta distancia con Montjuïc, pero todavía hay trabajo por hacer en cuanto a su conectividad y señalización, como han sostenido los tres ponentes en una nueva sesión moderada por el periodista Toni Aira.
Así, los tres han coincidido en defender alternativas a la referencia de Montjuïc como la montaña de los museos . Y no sólo por el concepto de la montaña, sino también por el de museos: “Hay muchos habitantes culturales y científicos”, por lo que va mucho más allá de los museos, según Salgado. ¿Cómo referirse entonces a Montjuïc? “Es un parque urbano con más de 70 equipamientos”, ha remarcado Serra, que ha destacado la necesidad de garantizar el acceso a estos espacios.
La ampliación del MNAC “será un motor” para la zona y para otros equipamientos de Montjuïc
“El gran proyecto de transformación que le queda a Barcelona es que este parque y la ciudad queden realmente conectados”, ha agregado el director del MNAC, que opina que, “del mismo modo que la ciudad se ha abierto al mar, se tiene que abrir a Montjuïc”. Y ahora la ciudad tiene una clara oportunidad por delante: la conmemoración de la Exposición Internacional de 1929, cien años después de que la acogiera Barcelona.
La celebración del centenario “producirá una gran reforma urbanística por parte del Ayuntamiento que afectará a los accesos, a la movilidad y a la seguridad”, ha aplaudido Serra, ante la previsión de que esta efeméride transforme el entorno de Montjuïc, incluido el recinto de Fira de Barcelona. Para Serra, aprovechar esta oportunidad es clave: “Creo que tiene mucho de ahora o nunca”. Y es que, según Daniel, “el centenario es una gran oportunidad que tiene la ciudad de ocuparse de este asunto; se requiere una buena inversión, también para restaurar los jardines y la naturaleza del parque”.
El nuevo MNAC como revulsivo
Dentro de esta transformación se incluye la futura ampliación del MNAC, que Serra ha garantizado que saldrá adelante, con la previsión de culminarla en 2029. “Nosotros no hablamos de ampliación, sino de nuevo museo”, ha especificado su director. Y es que sostiene que el proyecto con el que se fundó el MNAC en 1934 ha está completo y acabado, y que se requieren nuevos espacios. “Hay dos generaciones de artistas de Catalunya, desde 1940 hasta hoy, que no tienen representación en ningún espacio de la ciudad”, algo que el MNAC quiere remediar con su reformulación.
La ampliación —o ese nuevo MNAC— contribuirán a reforzar el posicionamiento de los equipamientos de Montjuïc, según Salgado: “Será un motor” y dará más visibilidad a la zona, en la que los equipamientos colaboran entre ellos. La directora del Área de Exposiciones y Colección de la Fundación La Caixa ha apostado por atraer a la ciudadanía hacia Montjuïc mediante propuestas que despierten su interés, porque “la gente va a los museos más a reconocer que a descubrir”. Desde esta perspectiva, el CaixaForum ha programado muestras como Veneradas y temidas, producida por el British, y XIX. El siglo del retrato, junto con el Prado.
“Si la gente no tiene un punto de conexión con lo que pasará, es difícil que se desplace hasta ahí”, ha continuado Salgado. Y los tres han coincidido en un elemento capital: “hay que poner al visitante en el centro”. Es la filosofía que rige los tres equipamientos, aunque sean de contenidos y titularidades diversas. También lo fue en el caso de la exposición Miró-Picasso, que atrajo a público tanto local como internacional; de hecho, el local se duplicó. “Si haces buenas exposiciones, atraes a la gente; nosotros no programamos para visitantes internacionales o locales, sino que el objetivo es hacer buenos proyectos y exposiciones para todos nuestros visitantes”, según Daniel. Es el mismo propósito que perseguirá la inminente Miró-Matisse, que aterrizará en Barcelona desde el Museo Matisse de Niza en otoño, como ha explicado el director de la fundación: “Las buenas exposiciones son un servicio también para nuestra ciudadanía”.
Es más, “la vocación es de servicio público”, según Serra, que ha asegurado que los museos han cambiado más en los últimos 20 años que en los anteriores 200. En esta transformación, ha apostado por que estos equipamientos ejerzan “más que como prescriptores, como conectores y como punto de encuentro”, no sólo con la cultura, sino entre personas.
“La gente debe transitar por el museo como si fuera una plaza pública”, y el museo debe escuchar y entablar una conversación permanente con sus comunidades. Todo con el fin de generar una propuesta que aporte valor y que ponga al visitante en el centro, conformando una oferta que debe estar marcada por la singularidad para que Barcelona se diferencie, según Serra. Y es que, como ha proclamado Daniel, “Barcelona es una capital europea de la cultura, y lo hacemos todos nosotros, con presupuestos que no son necesariamente homologables a los de otras ciudades de Europa”.