En la era de los selfies, el CaixaForum y el Museo Nacional del Prado ponen el foco en su antepasado en su última muestra conjunta, reivindicando el pasado como un camino desde el que interrogarnos sobre el tiempo actual. Los retratos eclosionaron en el siglo XIX, cuando se popularizaron los espejos de cuerpo y se tomó consciencia de la imagen personal, así como cuando se asentó el capitalismo y su individualismo. Los rostros sirvieron, y sirven, como elemento para expresar conceptos como el poder y la identidad, pero también se utilizaron para visibilizar la muerte, antes de que fuera tabú retratarla.
Comisariada por Javier Barón, la exposición XIX. El siglo del retrato. Colecciones del Museo del Prado. De la Ilustración a la modernidad está formada por más de 170 piezas de los fondos de la pinacoteca madrileña, entre pinturas, dibujos, esculturas, grabados, medallas, miniaturas y fotografías. Solo cuatro provienen del Museo Reina Sofia y una de un particular, el único daguerrotipo de la muestra, Retrato de personaje con traje popular andaluz.
La muestra ha permitido que una setentena de obras salgan por primera vez del Prado, como el busto de Francisco de Goya con el que se ha basado la estatuilla de los Goya, recordando su color original, desde este año substituido en los premios por bronce reciclado. También lo hacen cuadros como la India del campo de Esteban Villanueva y el retrato hecho por Philip Alexius Laszlo de Lombos de la considerada como la primera it-girl de la historia, la escritora británica Elionor Glyn. Y, la mitad de las obras expuestas han aprovechado el viaje para restaurarse.
“Cuando a uno le dicen 173 retratos, tal vez parezcan demasiados, pero, cuando uno pasea por la exposición, es todo lo contrario. La variedad de mensajes y contenidos que recogen estas obras es extraordinaria, tanto que se transforma en algo más complejo y rico de la historia del siglo XIX en España”, sostiene el director del Prado, Miguel Falomir. “El retrato es la manifestación artística donde el artista tiene más limitada su libertad: se establece una relación más estrecha y conflictiva entre quien encarga la obra y quien la realiza”, ha continuado, “el cliente tiene una opinión más autorizada, uno puede saber de pintura y puede parecerle más o menos acertado un paisaje, pero lo que todo el mundo tiene claro es cómo quiere verse retratado”.
A pesar de la tensión que se establece entre el retratado y el pintor, el artista consigue hacer suya cada obra, como se evidencian en las siete incluidas en la muestra de Francisco de Goya: “Aunque el artista tiene las manos atadas es capaz de dejar su sello: quien vea un retrato de Goya, sabe que solo puede ser de Goya”. El Prado ha traído alguno de sus retratos más famosos, con protagonistas como Fernando VII y Gaspar Melchor de Jovellanos. También hay un autorretrato suyo de 1815. Hasta se pueden ver las pruebas que hizo con dos integrantes de La familia de Carlos IV, emergiendo de la preparación rojiza con la que el pintor aragonés ejecutó el retrato.
Goya no es el único gran nombre de visita en el CaixaForum, también le acompañan Joaquín Sorolla, Raimundo Madrazo, Eduardo Rosales, Ignacio Pinazo, Miquel Blay o Marià Fortuny. De este último, la muestra incluye Fantasía sobre Fausto, su único cuadro en el que se puede leer su letra. La exposición se podrá visitar desde este jueves hasta el 4 de junio y luego se irá a Zaragoza, Sevilla, Valencia y Palma. También se le dedicará un documental que se podrá ver en la plataforma CaixaForum+.